LA NATURALEZA REVELA EL MISTERIO OCULTO DE EL PLAN DE LA REDENCIÓN! (EL ROLLO DE MELQUISEDEC).

En este vídeo se expone un fragmento de información de El libro de Melquisedec. En el documento encontramos una parte donde revela el origen del Universo, Melquisedec, por mandato divino, registra en un Rollo, la revelación que recibió por medio de un ángel de Luz, donde se le revela el origen de la Historia, aún desde "antes de la fundación de este mundo", cuando el ser humano todavía no estaba sobre la tierra. Además de acontecimientos que trascienden hasta la culminación de la Victoria del Reino de la Luz, la Victoria del Trono de Dios y del Cordero. En ese majestuoso rollo también es revelado que antes de la caida el Adán y Eva así como todos los seres del universo aprendían a los pies del Creador que con paciencia les enseñaba los tesoros de la sabiduría contenidos en el vasto compendio de la naturaleza. Todo en el Universo, desde el diminuto átomo hasta el mayor de los mundos, testificaba en su perfecta existencia del carácter del divino Rey. Muchas enseñanzas, sin embargo, permanecieron ocultas en las páginas de ese gran libro en el período que antecedió a la caída, después de la caída y la contaminación de satanás en el Universo  La naturaleza, aún en su estado caído, revelaría el Plan de Redención.
Aquí puedes descargar y/o leer el libro: https://drive.google.com/file/d/0B5dRRHyoxo9wZjV1T0xtRGJwQWM/view?usp=sharing



Texto:


Antes de la caída, el ser humano, así como todas las huestes celestiales, aprendían a los pies del Creador que con paciencia les enseñaba los tesoros de la sabiduría contenidos en el vasto compendio de la naturaleza. Todo en el Universo, desde el diminuto átomo hasta el mayor de los mundos, testificaba en su perfecta existencia del carácter del divino Rey. Muchas enseñanzas, sin embargo, permanecieron ocultas en las páginas de ese gran libro en el período que antecedió a la caída: Eran como las estrellas que, ocultas durante el día, revelan su brillo al bajar las sombras de la noche.

 Teniendo la naturaleza cautiva, el enemigo, en el intento de bloquear la revelación de la Eterna sabiduría, introdujo en ella manchas de egoísmo, destrucción, infelicidad y muerte. No sabía que esas manchas harían evidenciar en la faz de la creación la profundidad de la justicia y amor de Dios, llevando a los fieles a amarlo y reverenciarlo aún más. Para la pareja, así como para todos los hijos de la luz, la naturaleza herida rompió su velo, revelando nuevos aspectos de la bondad del Creador ocultos hasta entonces.

Adán y Eva que estaban acostumbrados a las flores eternas en el paraíso, aquellas que no las vieron desabotonar, las veían ahora surgir en tiernos botones, en medio de las amenazas de espinos prontos a herirlas. Esas tiernas flores, sin importarse estar con los espinos, exhalaban perfumes suaves de alabanza y gratitud, jamás cansándose de agradar el ambiente. Cuando fustigadas por los fríos vientos de la noche, esas flores no se resentían, sino que ofrecían su aroma, que transformaba la furia de los vientos en brisas perfumadas de un amanecer.

Movidos por profunda gratitud, la pareja acompañaba atentamente el ministerio de amor de aquellas flores que, jamás se cansaban de bendecir, ofreciendo su belleza y perfume como alivio para aquellos que eran heridos por los rudos espinos. Aquellas flores singulares y puras, después de mostrar en su corta vida que el perdón y el amor son más fuertes que todos los vientos y espinos, en un último esfuerzo de comunicar alegría, exhalaban su perfume, cayendo marchitas y sin vida sobre el suelo frío. Allí, olvidadas, se transformaban en insignificante polvo que era dispersado por el viento.

 La muerte de las flores, aunque pareciese fracaso, reveló a la pareja el misterio del renacimiento de la vida: Muriendo, las flores daban vida a los frutos que, a su vez, después de servir de alimento, donaban sus semillas llenas de vida. En la muerte de esas semillas, renacía el milagro de la vida, multiplicando los árboles con sus flores listas a repetir la enseñanza del amor y del sacrificio. La naturaleza, por tanto, incluso manchada por el pecado, revelaba el misterio oculto del plan de la redención. Cada flor a desabotonar en medio de los espinos, en su corta vida de amor, era un símbolo del Salvador que nacería entre los espinos de la maldad, para consolar con su perfume el corazón de los afligidos.

 Semejante a la flor, el Mesías después de probar que el amor y el perdón son más fuertes que todos los vientos del odio; que la verdad y la justicia del reino de Dios son mayores que todos los engaños e injusticias del reino del enemigo, vertería la salvia de su vida, muriendo para redimir a los culpables. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario