Enoc El primer seguidor de la Ley, el primer Sanador, el primer Sabio, el primer Sacerdote, 3D

Texto;  EL ANGEL DE LA VIDA ETERNA. 

Y Enoch caminó con Dios y El ya no estuvo más, porque Dios se lo llevó. Sobre la Tierra no hubo un hombre creado como lo fue Enoch, porque El fue llevado de la Tierra. El era como la estrella de la mañana en medio de una nube y como la luna en su plenitud; era El como el sol brillando sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris dando luz en las nubes resplandecientes, como la flor de las rosas en la primavera y como las ramas del árbol de incienso durante el verano y como un hermoso olivo dando su fruto y era como un ciprés que crece hasta las nubes. El primer seguidor de la Ley fue Enoch y El fue el primer sanador, el primer sabio, el primer hombre feliz, glorioso y fuerte, quien expulsó las enfermedades y desterró la muerte. 

El, obtuvo una cantidad de remedios para combatir las enfermedades y rechazar la muerte, para curar el dolor y quitar la fiebre, para desterrar el mal y la infección que el olvido de la Ley ha traído contra los cuerpos de los mortales. Invocamos a Enoch, el Maestro de la vida, el fundador de nuestra Hermandad, el hombre de la Ley, el más sabio de todos los seres, el más poderoso de todos, el más brillante de todos, el más glorioso de todos, el más digno de ser invocado entre todos los seres, el primero que meditó sobre lo que es el bien, el primero que habló sobre lo que es el bien, el primero que hizo lo que es bueno. El fue el primer sacerdote, el primer labrador de la tierra, el primero que conoció y enseñó la Palabra y la obediencia a la Ley Santa. A todos los Hijos de la Luz les dio todas las cosas buenas de la vida; El fue el primero que trajo la Ley. 

 Las palabras del patriarca Enoch quedaron escritas; ofrecemos sacrificios al Creador, al Padre Celestial y a los ángeles luminosos llenos de gloria. Ofrecemos sacrificios a los cielos esplendorosos, a la Sabiduría luminosa llena de felicidad y bienaventuranza que pertenece a los santos ángeles de la eternidad. 

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