En este video se expone un pequeño fragmento de el Libro: el Evangelio de los Esenios donde en el encontramos majestuosas enseñanzas de el Mesías, en esta ocasión nos sera reveladas las leyes de la vida,aquellas leyes con las que el Padre Eterno diseño todo lo creado, aquellas leyes que la mayoría de la humanidad ah dejado de contemplar y se han olvidado, pues Jesús les y dijo: "En verdad os digo que nadie puede ser feliz, excepto quien cumple la Ley".
Texto:
En verdad os digo qué felices son aquellos que cumplen las leyes de la vida y no vagan por los caminos de la muerte." Y cuantos le rodeaban escuchaban sus palabras con asombro, pues su palabra tenía poder y enseñaba de manera bien distinta a la de los sacerdotes y escribas. Y aunque el sol ya se había puesto, no se fueron a sus casas. Se sentaron alrededor de Jesús y le preguntaron: "Maestro ¿cuáles son esas leyes de la vida? Quédate con nosotros un rato más y enséñanos. Queremos escuchar tu enseñanza para que podamos curarnos y volvernos rectos". Y el propio Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: "En verdad os digo que nadie puede ser feliz, excepto quien cumple la Ley". Y los demás respondieron: "Todos cumplimos las leyes de Moisés, nuestro legislador, tal como están escritas en las sagradas escrituras"". Y Jesús les respondió: "No busquéis la Ley en vuestras escrituras, pues la Ley es la Vida, mientras que lo escrito está muerto. En verdad os digo que Moisés no recibió de Dios sus leyes por escrito, sino a través de la palabra viva. La Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas vivos para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley. Podéis hallarla en la hierba, en el árbol, en el río, en la montaña, en los pájaros del cielo, en los peces del mar; pero buscadla principalmente en vosotros mismos. Pues en verdad os digo que todas las cosas vivas se encuentran más cerca de Dios que la escritura que está desprovista de vida. Dios hizo la vida y todas las cosas vivas de tal modo que enseñasen al hombre, por medio de la palabra siempre viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas de los libros, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Se encuentran en vuestra respiración, en vuestra sangre, en vuestros huesos, en vuestra carne, en vuestros intestinos, en vuestros ojos, en vuestros oídos y en cada pequeña parte de vuestro cuerpo. Están presentes en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Todas os hablan para que entendáis la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero vosotros cerráis vuestros ojos para no ver, y tapáis vuestros oídos para no oír. En verdad os digo que la escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro Dios. ¿Por qué no escucháis las palabras de Dios que están escritas en Sus obras? ¿Y por qué estudiáis las escrituras muertas, que son la obra de las manos del hombre?" "¿Cómo podemos leer las leyes de Dios en algún lugar, de no ser en las Escrituras? ¿Dónde se hallan escritas? Léenoslas de ahí donde tú las ves, pues nosotros no conocemos más que las escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. Dinos las leyes de las que hablas, para que oyéndolas seamos sanados y justificados." Jesús dijo: "Vosotros no entendéis las palabras de la Vida, porque estáis en la Muerte. La oscuridad oscurece vuestros ojos, y vuestros oídos están tapados por la sordera. Pues os digo que no os aprovecha en absoluto que estudiéis las escrituras muertas si por vuestras obras negáis a quien os las ha dado. En verdad os digo que Dios y sus leyes no se encuentran en lo que vosotros hacéis. No se hallan en la glotonería ni en la borrachera, ni en una vida desenfrenada, ni en la lujuria, ni en la búsqueda de la riqueza, ni mucho menos en el odio a vuestros enemigos. Pues todas estas cosas están lejos del verdadero Dios y de sus ángeles. Todas estas cosas vienen del reino de la oscuridad y del señor de todos los males. Y todas estas cosas las lleváis en vosotros mismos; y por ello la palabra y el poder de Dios no entran en vosotros, pues en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu habitan todo tipo de males y abominaciones. Si deseáis que la palabra y el poder del Dios Vivo penetren en vosotros, no profanéis vuestro cuerpo ni vuestro espíritu; pues el cuerpo es el templo del espíritu, y el espíritu es el templo de Dios. Purificad, por tanto, el templo, para que el Señor del templo pueda habitar en él y ocupar un lugar digno de él.
Texto:
En verdad os digo qué felices son aquellos que cumplen las leyes de la vida y no vagan por los caminos de la muerte." Y cuantos le rodeaban escuchaban sus palabras con asombro, pues su palabra tenía poder y enseñaba de manera bien distinta a la de los sacerdotes y escribas. Y aunque el sol ya se había puesto, no se fueron a sus casas. Se sentaron alrededor de Jesús y le preguntaron: "Maestro ¿cuáles son esas leyes de la vida? Quédate con nosotros un rato más y enséñanos. Queremos escuchar tu enseñanza para que podamos curarnos y volvernos rectos". Y el propio Jesús se sentó en medio de ellos y dijo: "En verdad os digo que nadie puede ser feliz, excepto quien cumple la Ley". Y los demás respondieron: "Todos cumplimos las leyes de Moisés, nuestro legislador, tal como están escritas en las sagradas escrituras"". Y Jesús les respondió: "No busquéis la Ley en vuestras escrituras, pues la Ley es la Vida, mientras que lo escrito está muerto. En verdad os digo que Moisés no recibió de Dios sus leyes por escrito, sino a través de la palabra viva. La Ley es la Palabra Viva del Dios Vivo, dada a los profetas vivos para los hombres vivos. En dondequiera que haya vida está escrita la ley. Podéis hallarla en la hierba, en el árbol, en el río, en la montaña, en los pájaros del cielo, en los peces del mar; pero buscadla principalmente en vosotros mismos. Pues en verdad os digo que todas las cosas vivas se encuentran más cerca de Dios que la escritura que está desprovista de vida. Dios hizo la vida y todas las cosas vivas de tal modo que enseñasen al hombre, por medio de la palabra siempre viva, las leyes del Dios verdadero. Dios no escribió las leyes en las páginas de los libros, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Se encuentran en vuestra respiración, en vuestra sangre, en vuestros huesos, en vuestra carne, en vuestros intestinos, en vuestros ojos, en vuestros oídos y en cada pequeña parte de vuestro cuerpo. Están presentes en el aire, en el agua, en la tierra, en las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Todas os hablan para que entendáis la lengua y la voluntad del Dios Vivo. Pero vosotros cerráis vuestros ojos para no ver, y tapáis vuestros oídos para no oír. En verdad os digo que la escritura es la obra del hombre, pero la Vida y todas sus huestes son la obra de nuestro Dios. ¿Por qué no escucháis las palabras de Dios que están escritas en Sus obras? ¿Y por qué estudiáis las escrituras muertas, que son la obra de las manos del hombre?" "¿Cómo podemos leer las leyes de Dios en algún lugar, de no ser en las Escrituras? ¿Dónde se hallan escritas? Léenoslas de ahí donde tú las ves, pues nosotros no conocemos más que las escrituras que hemos heredado de nuestros antepasados. Dinos las leyes de las que hablas, para que oyéndolas seamos sanados y justificados." Jesús dijo: "Vosotros no entendéis las palabras de la Vida, porque estáis en la Muerte. La oscuridad oscurece vuestros ojos, y vuestros oídos están tapados por la sordera. Pues os digo que no os aprovecha en absoluto que estudiéis las escrituras muertas si por vuestras obras negáis a quien os las ha dado. En verdad os digo que Dios y sus leyes no se encuentran en lo que vosotros hacéis. No se hallan en la glotonería ni en la borrachera, ni en una vida desenfrenada, ni en la lujuria, ni en la búsqueda de la riqueza, ni mucho menos en el odio a vuestros enemigos. Pues todas estas cosas están lejos del verdadero Dios y de sus ángeles. Todas estas cosas vienen del reino de la oscuridad y del señor de todos los males. Y todas estas cosas las lleváis en vosotros mismos; y por ello la palabra y el poder de Dios no entran en vosotros, pues en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu habitan todo tipo de males y abominaciones. Si deseáis que la palabra y el poder del Dios Vivo penetren en vosotros, no profanéis vuestro cuerpo ni vuestro espíritu; pues el cuerpo es el templo del espíritu, y el espíritu es el templo de Dios. Purificad, por tanto, el templo, para que el Señor del templo pueda habitar en él y ocupar un lugar digno de él.
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