LA SÉPTUPLE PAZ ESENIA. (PALABRAS DE JESÚS) (Audio libro y Texto)

Audiolibro explicativo:


Texto (ENSEÑANZAS DE JESÚS):
Y viendo a la multitud, Jesús subió a una montaña y sus discípulos vinieron a El y todos ansiaban sus palabras. Viéndolos reunidos, él abrió su boca y les enseñó diciendo: Paz traigo a vosotros, mis hijos, la Séptuple Paz de la Madre Tierra y del Padre Celestial.
Paz traigo a vuestro cuerpo, guiado por el Angel del Poder.
Paz traigo a vuestro corazón, guiado por el Angel del Amor.
Paz traigo a vuestra mente, guiado por el Angel de la Sabiduría.
A través de los ángeles del Poder, Amor y Sabiduría, vosotros conoceréis los Siete Caminos del Edén Infinito y vuestro cuerpo, vuestro corazón y vuestra mente serán una unidad en el Vuelo Sagrado al Mar Celestial de Paz.
Si, en verdad os digo, los caminos son siete a través del Edén Infinito y cada uno debe ser cruzado por el cuerpo, el corazón y la mente como Uno. No sea que vaciléis y caigáis en el abismo de la nada; pues como el ave no puede volar con un ala, así vuestra ave de sabiduría necesita dos alas de Poder y Amor para sobrevolar los abismos hacia el Arbol Santo de Vida. Pues el cuerpo solo, es como una casa abandonada vista de lejos, que parecía hermosa pero es ruina y desolación vista de cerca.
El cuerpo es como un coche hecho de oro y cuyo constructor lo coloca en un pedestal, renuente a dañarlo con el uso; pero, como un ídolo de oro, es feo y sin gracia, ya que únicamente en movimiento cumplirá su propósito.
Como la oscuridad profunda de una ventana –cuando el viento apaga su vela, es el cuerpo solo, sin corazón y sin mente para llenarlo de luz.
Y el corazón solo, es un sol sin tierra para iluminar; es una luz en el vacío, una bola de color ahogada en un mar de oscuridad. Ya que cuando un hombre ama, ese amor se transforma en su propia destrucción si no hay mano firme para hacer buenas obras y no hay mente para tejer con las llamas del deseo un tapiz de salmos.
Como un torbellino en el desierto es el corazón solo, sin cuerpo y sin mente para guiarlo cantando a través de los cipreses y pinos.
Y la mente sola, es un manuscrito santo que se ha deteriorado y debe ser enterrado, la verdad y la belleza de sus palabras no han cambiado, pero los ojos no pueden leer ya las inteligibles letras y se desmorona a pedazos en las manos.
Así es la mente sin el corazón para darle palabras y sin el cuerpo para hacer sus obras. Pues ¿de qué sirve la sabiduría sin un corazón para sentir y una lengua para darle voz? Estéril como el vientre de una anciana es la mente sola, sin corazón y sin cuerpo para llenarla de vida.
Pues, en verdad os digo, el cuerpo, el corazón y la mente son como un coche, un caballo y un cochero.
El coche es el cuerpo, creado con fortaleza para hacer la voluntad del Padre Celestial y la Madre Terrenal.

El corazón es el corcel brioso, glorioso y valiente que lleva el coche bravíamente, ya sea por un camino suave, o ya sea que haya piedras y palos atravesados en su camino.
Y el cochero es la mente, sosteniendo las riendas de la sabiduría, viendo desde arriba lo que hay en el horizonte lejano, diseñando el curso de las patas y las ruedas.
Prestad oído, oh vosotros cielos y hablaré; y escucha oh tierra, las palabras de mi boca.
Mi doctrina descenderá como lluvia, mi palabra destilará como el rocío, como la suave lluvia sobre la hierba tierna y como el chaparrón sobre el pasto.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es fuerte en cuerpo, pues será Uno con la Tierra. Celebrareis diariamente un banquete, con todos los dones del Angel de la Tierra:
El trigo y el cereal dorados, las uvas púrpura de otoño, los frutos maduros de los árboles, la miel de las abejas.
Buscareis el aire fresco del bosque y los campos y en ellos encontrareis El Angel del Aire. Quitaos vuestras sandalias y vuestras vestiduras, sentid el Angel del Aire que envuelve todo vuestro cuerpo. Respirad luego, larga y profundamente, para que el Angel del Aire pueda penetrar dentro de vosotros.
Entrad en el río fresco y fluido y sentid al Angel del Agua que abraza todo vuestro cuerpo. Abandonaos totalmente en sus acogedores brazos y al ritmo que mueve el aire con la respiración, moved con vuestro cuerpo el agua también.
Buscad al Angel del Sol y penetrad en ese abrazo que purifica con llamas santas.
Todas estas cosas son de la Sagrada Ley de la Madre Tierra, Ella quien te dio a luz.
El que ha encontrado Paz en el cuerpo ha construido un Templo Santo donde puede morar por siempre el Espíritu de Dios.
Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es de mente sabia, es un campo bien arado que produce a plenitud y en abundancia. Pues si muestras un puñado de semillas a un hombre sabio, él verá con los ojos de su mente un trigal dorado, y si le muestras un puñado de semillas a un necio, él verá únicamente lo que tiene enfrente y las llamará guijarros sin valor.
Y como el campo del hombre sabio que da grano en abundancia y el campo del necio da una cosecha solo de piedras, así, es con nuestros pensamientos. Como el trigo dorado permanece oculto dentro del diminuto grano, así está el Reino del Cielo, oculto a nuestros pensamientos; si ellos estuvieran plenos del Poder, el Amor y la Sabiduría de los ángeles del Padre Celestial, nos llevarían al Mar Celestial, pero si ellos están manchados de corrupción, odio e ignorancia, encadenarán nuestros pies a columnas de dolor y sufrimiento.
Ningún hombre puede servir a dos señores, ni pueden los pensamientos indignos permanecer en una mente llena con la Luz de la Ley. El que ha encontrado la Paz en la mente, ha aprendido a volar mas allá del Reino de los ángeles. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz, que es puro de corazón, ya que verá a Dios. Pues así como el Padre Celestial te ha dado su Espíritu Santo, y tu Madre Tierra su cuerpo santo, así daréis Amor vosotros a todos tus hermanos; y tus verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de su Padre Celestial y de su Madre Tierra.
Que tu Amor sea como el sol que brilla sobre todas las criaturas de la tierra y no prefiere una hierba mas que otra. Y este Amor fluirá como una fuente de hermano a hermano y cuando se consuma será restablecido, ya que el Amor es mas fuerte que la muerte. Y si un hombre no tiene Amor, construye un muro entre él y todas las criaturas de la tierra y con ello, él mora en soledad y dolor.
Oh, el hombre se puede convertir en un remolino violento que lleva a sus profundidades todo lo que flota demasiado cerca. Pues el corazón es un mar con olas poderosas y el Amor y la Sabiduría deben apaciguarlo, como el cálido sol penetra a través de las nubes y calma al mar inquieto.
El que ha encontrado la paz en sus hermanos, ha entrado al Reino del Amor y verá a Dios frente a frente. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz que construye en la Tierra el Reino del Cielo, pues él morará en ambos mundos. Seguirás la Ley de la Hermandad, que dice que nadie tendrá riqueza y nadie será pobre y todos trabajarán unidos en el Edén de la Hermandad.
Sin embargo, cada uno seguirá su propio camino y cada uno comulgará con su propio corazón, pues en el Edén Infinito hay muchas y diversas flores: ¿Quién dirá que una es mejor porque su color es púrpura, o que una es preferida porque su tallo es largo y delicado?
Aunque los hermanos sean de constitución diferente, aún así todos ellos trabajarán en la Viña de la Madre Terrenal y todos ellos elevarán sus voces unidas en oración al Padre Celestial. Y juntos partirán el Santo Pan y en silencio compartirán el alimento santo de acción de gracias.
No habrá paz entre los hombres, hasta que no haya un Edén de la Hermandad sobre la faz de la Tierra. Pues, ¿cómo puede haber paz cuando cada uno de los hombres busca su propio provecho y vende su alma a la esclavitud? Tu, Hijo de la Luz, reúnete con tus hermanos y luego id y enseñad los senderos de la Ley a todos los que quisieran oír. El que ha encontrado la paz en la hermandad del hombre se ha hecho a si mismo el compañero de la labor de Dios.
Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz que estudia en el libro de la Ley, ya que será como una lámpara en la oscuridad de la noche y una isla de verdad en un mar de falsedad. Pues sabed, que la palabra escrita que viene de Dios es un reflejo del Mar Celestial, así como las estrellas brillantes reflejan la Paz del cielo.
Como las palabras de los antiguos están grabadas con la mano de Dios en los manuscritos santos, así está la Ley grabada en los corazones de la fidelidad de quien los estudia. Pues como se dijo antes, que en el principio había gigantes en la Tierra y hombres poderosos de antaño, hombres de renombre. Y los Hijos de la Luz protegerán sus escrituras, para que no se conviertan otra vez como bestias y no conozcan el Reino de los ángeles.
Sabed también, que solo a través de las escrituras encontrareis la Ley que no está escrita, como la primavera que brota del campo tiene una fuente oculta en las profundidades secretas bajo la tierra; la Ley escrita es el instrumento por medio del cual la palabra escrita se entiende, como la rama muda de un árbol se convierte en melodiosa flauta en las manos del pastor.
Muchos hay que desearían estar en el valle tranquilo de la ignorancia, donde los niños juegan y las mariposas danzan al sol en sus cortas horas de vida, pero nadie puede permanecer allí mucho y ascender las sombrías montañas del aprendizaje; muchos hay temerosos de cruzar y muchos hay que han caído golpeados y sangrando de sus empinadas y abruptas cuestas. Pero la fe es el guía en el vacío del abismo y la perseverancia es el apoyo en las escabrosas peñas.
Mas allá de las heladas cumbres de lucha, yace la Paz y la belleza del Edén Infinito de conocimiento, donde el significado de la Ley se da a conocer a los Hijos de la Luz.
Aquí en el centro de su bosque, está plantado el Arbol de la Vida, misterio de los misterios. El que ha encontrado Paz en las enseñanzas de los antiguos, a través de la Luz de la mente, a través de la Luz de la naturaleza y a través del estudio de la Palabra Santa, ha entrado en la Mansión suprema de los antiguos, donde mora la Hermandad Santa, de quien nadie puede hablar.
Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado el Hijo de la Luz que conoce a su Madre Terrenal, pues Ella es la dadora de Vida. Entiende que Madre está en ti y tu estás en Ella; Ella te dio a luz y Ella te da la vida, Ella fue quien te dio cuerpo y a Ella se lo devolverás de nuevo un día.
Sabed que la sangre que corre en ti, nace de tu Madre Tierra, su sangre cae de las nubes, salta de las entrañas de la Tierra, murmura en los arroyos de las montañas, fluye en los ríos amplios de los llanos, duerme en los lagos, brama impetuosa en los mares tempestuosos.
Sabed que el aire que respiras nace del aliento de la Madre Tierra, su alimento se vuelve azul en las alturas de los cielos, suspira en las cimas de las montañas, susurra en las hojas del bosque, se mece sobre los sembrados, se adormece en los valles profundos, se calienta en el desierto.
Sabed que la dureza de tus huesos nace de los huesos de la Madre Tierra, de las peñas, de las rocas.
Sabed que la delicadeza de tu carne nace de la carne de tu Madre Tierra, Ella cuya carne se torna amarilla y roja en los frutos de los árboles.
La luz de tus ojos, la audición de tus oídos, éstos nacen de los colores y los sonidos de tu Madre Tierra, que te envuelve a ti como las olas del mar envuelven al pez, como el aire al pájaro.
En verdad te digo, el hombre es el hijo de la Madre Tierra y de Ella el Hijo del Hombre recibe su cuerpo total, así como el cuerpo de la criatura recién nacida viene del vientre de su madre.
En verdad te digo, que tu eres uno con la Madre Tierra, ella está en ti y tu estás en ella, de Ella naces, en Ella vives y a Ella regresarás de nuevo. Cumple por eso sus leyes, pues nadie puede vivir mucho, ni ser feliz, sino el que honra a su Madre Tierra y guarda sus leyes. Pues tu aliento es su aliento, tu sangre es su sangre, tus huesos son sus huesos, tu carne es su carne, tus ojos y tus oídos son sus ojos y sus oídos.
El que encuentra la Paz en su madre Tierra, nunca conocerá la muerte.
Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz que busca a su Padre Celestial, ya que tendrá Vida Eterna. El que mora en el lugar secreto del Supremo, morará bajo el amparo del todopoderoso. Pues El enviará sus ángeles sobre él para protegerle en todos sus senderos. Sabed vosotros que el Señor ha sido vuestra morada en todas las generaciones.
Antes que las montañas surgieran, por siempre, El ha formado la Tierra y el universo. Si por los siglos de los siglos ha existido Amor entre el Padre Celestial y sus hijos, ¿cómo este Amor se va a romper? Si desde el principio hasta el final de los tiempos la llama santa de Amor rodea las cabezas del Padre Celestial y los hijos de la Luz ¿cómo se extinguirá este Amor entonces?
Pues no es como una llama que se prende, ni aún como un fuego impetuoso en el bosque. Mirad, El arde con la llama de la Luz Eterna y esa llama no se puede consumir. Vosotros que amáis a vuestro Padre Celestial, haced pues su voluntad.
Caminad con sus ángeles santos y hallad la Paz en su Ley Santa, pues su Ley es la Ley total, si, es la Ley de Leyes. A través de su Ley ha hecho que la Tierra y los cielos sean uno, las montañas y el mar son sus apoyos. Con sus manos El nos formó y nos creó y nos dio el entendimiento para que aprendiéramos su Ley.
La Luz lo cubre como un manto, extiende los cielos como una cortina, hace de las nubes su vehículo, camina en las alas del viento, envía la primavera a los valles y su aliento está en los árboles poderosos. En su mano están los lugares recónditos de la Tierra, la fortaleza de los mares también es suya, el mar es suyo y sus manos formaron la tierra firme. Todos los cielos narran la Gloria de Dios y el firmamento muestra su Ley. Y a sus discípulos El les deja su Reino, a aquellos que caminan con sus ángeles y encuentran la Paz en su sagrada Ley.
¿Deseáis saber más, mis discípulos? ¿Cómo podremos expresar en nuestros labios aquello de lo que no se puede hablar? Es como cuando un mudo se come una granada, ¿cómo puede él hablarnos de su sabor? Si decimos que el Padre celestial mora en nosotros y luego se avergüenzan los cielos, es mentira si decimos que El mora en nosotros.
Es el ojo que escudriña el horizonte lejano y el ojo que ve los corazones de los hombres, El se comporta como un ojo.
El no se manifiesta, no se oculta, El no es revelado, ni es irrevelable. Mis discípulos, no hay palabras para decir lo que es. Lo único que si sabemos es que somos sus hijos y que El es nuestro Padre. El es nuestro Dios y nosotros los descendientes de su tierra de pastoreo y las ovejas de su rebaño.
El que encuentra la Paz en su Padre Celestial ha entrado al Santuario de la Sagrada Ley y ha celebrado un pacto con Dios, que perdurará por siempre.
Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Aunque el cielo y la tierra pasen, ni una letra de la Sagrada Ley cambiará o pasará; pues en el principio fue la Ley y la Ley estaba en Dios y la Ley era Dios.
La séptuple Paz del Padre Celestial sea siempre contigo. 

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