El espacio entre Dios y el Mundo físico, Las sefirot y los 4 mundos

Una breve explicación sobre el espacio que hay entre el mundo físico y Dios, las 10 sefirot y la división del árbol en cuatro mundos o dimensiones. En Enoc 3, encontramos esta referencia: El Universo está compuesto de nueve círculos, inmensas y espléndidas esferas de incandescente Luz; Y sin todo es la esfera del Dios eterno, abarcando los otros mundos de creación.  

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EL Árbol de las sefirot representa el universo creado por dios constituido por  tres pilares: el izquierdo, que simboliza el rigor; el derecho, que  encarna la misericordia y el pilar central que corresponde al equilibrio. A lo largo de estos tres pilares de distribuyen los sefirot, las diez esferas o emanaciones de  la divinidad, que representan diez de sus atributos arquetípicos, y cuyos nombres son, de arriba abajo y de derecha  a izquierda: kether. la corona, que es la sefirot situado en la cúspide del árbol y representa a Dios; 

Chochmah, la sabiduría; binah, la inteligencia, chesed, la piedad, geburah, la fortaleza, tifereth, la belleza; netsach, la victoria; Hod, la gloría; Jesod, la justicia, y Malkuth, el Reino.


Los sefirot se agrupan en varios planos o niveles de existencia. Los superiores, aquellos próximos a la Divinidad, se consideran más ligeros y puros al contrario que los que están en niveles inferiores y cercanos, por ello al mundo físico o material.


Entre las sefirot Hay veintidós caminos que las unen, al igual que el número de letras del alfabeto hebreo, Cada una de las 22 letras hebreas del alef bet hebreo está asignada a un sendero entre las sefirot. Estos senderos facilitan un flujo en cualquier dirección, para generar diversos patrones dentro del Árbol. Los senderos también organizan los sefirot en triadas. Algunas se relacionan con funciones mentales e instintivas, mientras que otras lo hacen con el alma y el espíritu.


   Simboliza también la escalera de Jacob, la ascensión a la montaña Sagrada. 


 El conocimiento profundo del Árbol sefirótico facilita la ascensión sin peligro a través de los mundos de la Existencia. Es la clave y el mapa del camino. Sin todas las triadas y caminos el proceso estará incompleto y distorsionado.


El árbol de las sefirot se divide en en cuatro planos o mundos.


Los mundos del árbol de la vida son: el mundo de la emanación, el de la creación, la formación y la acción. 


Cada mundo se encuentra en un nivel dentro del árbol de la vida, situándose el primero en la cima y el cuarto en la base. Estos niveles hacen un recorrido entre el mundo físico y el divino o espiritual de forma ascendente y descendente


El mundo de la emanación: Atzilut

El primero es el plano de la emanación, llamado también “Atzilut” y pronunciado en hebreo como “Olam ha-atzilut”. Se trata del mundo que corona la cima del árbol de la vida, es su viga superior. Está formado por las sefirot Keter, Jokmah y Binah.


Atzilut nos evoca ese sentimiento interior de felicidad que nos producen nuestras raíces más profundas. Esas raíces muchas veces no son las más obvias, como nuestra familia o lugar de nacimiento, en ocasiones evocan otros lugares en los que nos sentimos plenamente felices de estar. Lugares o personas que nos producen una vibración especial. Unas raíces a partir de las cuales se irán formando los otros mundos o planos.


El mundo de la creación: Briah 


El segundo es el de la creación, llamado también “Briah” y pronunciado en hebreo como “Olam ha-briah”. Se trata de un plano que está en el eje central del árbol de la vida y es gobernado por las energías de niveles superiores. Fue formado por las sefirot Jesed, Gevurah y Tiferet.


Briah se corresponde con nuestra ética y código moral, con la capacidad para seguir nuestros impulsos y nuestro corazón. Guarda también cierto sentimiento de superioridad, que se debe a una falta de ecuanimidad total. Rechazando a aquellos que no se comportan bajo nuestro código moral. Esta ética es la que va construyendo nuestro “yo” interior. 


El mundo de la formación: Yetzirath


El tercer mundo es el llamado Yetrizath, el de la formación. En hebreo se pronuncia “Olam ha-yetzirath”. Se manifiesta sobre todo por el ánimo y el aplomo. Este tercer plano está formado por Netzaj, Hod y Yesod. 


Yetzirath es el plano de la formación porque en él se forma nuestro cuerpo. Se produce una lucha entre nuestros sentimientos y emociones para dar lugar a nuestra personalidad, marcada por el temple y la serenidad. En este mundo se producen nuestras fantasías, toman forma nuestros delirios de grandeza y se produce un choque con la realidad cuando los caminos nos llevan en otra dirección. Es lo que queremos ser frente a lo que somos.


En último lugar se encuentra “Assiyah”, pronunciado en hebreo como “Olam ha-assiyah” . Se encuentra en la base del árbol de la vida. Este último plano está gobernado por el Chakra mundano. Fue creado por la décima séfira Maljut.


En Assiyah se representa todo lo relativo a la supervivencia. Lo que realizamos para vivir: las obligaciones, el trabajo, los sufrimientos, las responsabilidades… pero también las diversiones y oportunidades que tenemos. Los budistas llaman a este mundo “Samsara” e incluyen en él a toda la humanidad, todos los animales y a todo el mundo vegetal, así como las relaciones que se dan entre sí.


El nombre de Dios, Yod-Hei-Vav-Hei, tiene directa relación con los Cuatro Mundos, representando el Yod al Mundo Arquetípico, la primera Hei al Mundo de la Creación, la Vav al Mundo de la Forma y la segunda Hei al Mundo de la Acción. 


¿Cómo pueden ayudarnos los cuatro mundos de la Cábala? 


Los cuatro mundos de la Kabala pueden ayudarnos ofreciéndonos una guía de acción sobre nuestro futuro. Nos muestran esas semillas que hemos ido plantando en el pasado y que se reflejarán en el futuro. Gracias a su estudio y comprensión podemos empezar a tomar las riendas de nuestra vida de una forma consciente y plena, para poder cambiar nuestro futuro.


El ser humano está llamado, según la Cábala, a ejercer una acción unificadora de estos cuatro mundos, ya que es el único ser de la Creación que los expresa a todos y que está constituido por todos ellos, reduciéndolos así a uno solo gracias a la quintaesencia que permite esta unificación. Este quinto aspecto es el Shin o voluntad espiritual, la aspiración de retornar la Creación a su Origen. Así el ser humano consciente y evolucionado se transforma en un colaborador activo de Dios.

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