EN BUSCA DE LO ETERNO VOLUMEN 1 MIS AVENTURAS INUSUALES EN LOS CINCO CONTINENTES EN BUSCA DE LO ETERNO - Edmound Bordeauz Szkely 0-99


EN BUSCA DE LO ETERNO VOLUMEN UNO MIS AVENTURAS INUSUALES EN LOS CINCO CONTINENTES EN BUSCA DE LO ETERNO PREFACIO 10 EL PRINCIPIO 11 ENSEÑANZAS ANTIGUAS DESDE EL PRINCIPIO DE LA HISTORIA LA HERMANDAD ESENCIA EN EL MAR MUERTO ST.
JERÓNIMO Y ST. BENEDICTO: CONSERVADORES DE LAS TRADICIONES ESENCIAS DEJAR A ST. FRANCISCO CANTA EN TU CORAZÓN LA CIUDAD ETERNA 15 LA LLEGADA A LA CIUDAD ETERNA - MI INVESTIGACIÓN EN LOS ARCHIVOS DEL VATICANO MI DESCUBRIMIENTO EN EL SCRIPTORIUM DEL MONASTERIO BENEDICTINO DE MONTE CASSINO UNA INOLVIDABLE DESPEDIDA DE MONSEÑOR MERC ATI LA CIUDAD DE LA LUZ 22 PARIS: LA EL RENACIMIENTO ESENO COMIENZA EN VERSALLES LA SEMILLA SE SIEMBRA EN LA SORBONA INVITACIÓN DEL MÍSTICO DE TOURETTE SUR LOUP ENCUENTRO A MI INMEMORABLE AMIGO, JEAN PIERRE EL RENACIMIENTO ESENO EN GRECIA LA ISLA DE COS: HIPÓCRATES Y LOS AESCULAPIONS NACIMIENTO DE NUESTRO BALNEARIO LITERARIO: SHAW, 

I l lli PEQUEÑA HERMANDAD ESENCIA EN EL SUR DE FRANCIA 44 NUESTRO CUARTETO DE CUERDA NOSTÁLGICO LOS ANARQUISTAS DE LA RIVIERA LOS ANARQUISTAS SE CONVIERTEN EN ESENIOS PLINIUS REDIVIVUS CON LOS HUNZAS EN LA CIMA DEL MUNDO 52 HOMENAJE A MI ANTEPASADO, EL PEREGRINO DEL HIMALAYA MI CONFERENCIA ÚNICA A LA SOCIEDAD REAL ASIÁTICA MI PELIGROSO VIAJE A ALTURAS PRECIPITAS LLEGADA A LA TIERRA DE LOS CENTENARIOS EL MILAGROSO MIR, GOBERNANTE DE LOS HUNZAS: EL ESPERANTO Y UN PIANO DE GRAN VIENE HUNZA VIVIENDAS Y REFRIGERACIÓN NATURAL HUNZA FOODS: SIMPLE,INTEGRAL Y NATURAL HUNZA ECOLOGÍA Y JARDINERÍA LA SINFONÍA DE LOS CÁRPATOS 62 EN BUSCA DE LOS DESCENDIENTES DE LAS LEGIONES DE TRAJANUS MIS COLABORADORES DE LA UNIVERSIDAD DE CLUJ LAS COLINAS BUCÓLICAS DE LOS CÁRPATOS ENTRO EN UNA COMUNIDAD HASIDICA SEGUIDORES MÍSTICOS DE BAAL SHEM MI PRIMER ENCUENTRO CON UN GRAN ZADDIK ME ENCUENTRO CON UNA PEQUEÑA “SAGRADA FAMILIA” REFERENCIAS ESENCIAS INESPERADAS EN UNA BIBLIOTECA INSÓLITA PUREZA Y ÉXTASIS JÁSIDICO - ECO TARDÍO DE LOS ESENCIALES ANTIGUOS NUESTRO INESPERADO DESCUBRIMIENTO DE UNA COMUNIDAD TOLSTOYANA EL SUEÑO ENCARNADO DE TOLSTOY EN LOS CÁRPATOS PERDEMOS NUESTRO LIVIU IMPENETRABLE PRIMERO BOSQUES - OSOS Y JABALÍES OVEJAS PACÍFICAS, PERROS FEROCES Y UN PASTOR DE LA ANTIGUA ROMA CONOCEMOS A URSU,LA CABEZA DE LOS PASTORES URSU TOMA PRESTADA MIEL DE UN OSO NUESTROS FASCINANTES ROMANOS DE LOS CÁRPATOS - UNA COMUNIDAD DE PASTOR UN BANQUETE DE PASTOR REAL: MAÍZ PRIMARIO MAMALIGA Y BRINZA QUESO DE OVEJA EL GIGANTE CUERNO DE PASTOR DE LOS CÁRPATOS UNA SINFONÍA CÓSMICA INOLVIDABLE DE CUERNOS,FUEGOS Y ESTRELLAS DORMIR EN LAS ALTAS LOS CÁRPATOS DELICIAS DE LOS CÁRPATOS ETNOLOGÍA Y PSICOLOGÍA DE LOS PASTORES DE LOS CÁRPATOS FILOLOGÍA DE LOS ALTOS CÁRPATOS LA MANERA DE VIVIR DE LOS PASTORES DE LOS ALTOS CÁRPATOS SEÑALES DEL ACERCAMIENTO DEL INVIERNO - DOLOROSA DESPEDIDA EL ARDUO RETORNO A LA CIVILIZACIÓN DE VUELTA A LA UNIVERSIDADFUEGOS Y ESTRELLAS DUERMEN EN LOS ALTOS CÁRPATOS DELICIAS DE LOS CÁRPATOS ETNOLOGÍA Y PSICOLOGÍA DE LOS PASTORES DE LOS CÁRPATOS FILOLOGÍA DE LOS ALTOS CÁRPATOS LA MANERA DE VIVIR DE LOS PASTORES DE LOS ALTOS CÁRPATOS SEÑALES DEL ACERCAMIENTO DEL INVIERNO - DOLOROSA DESPEDIDA EL ARDUO RETORNO A LA CIVILIZACIÓN DE VUELTA A LA UNIVERSIDADFUEGOS Y ESTRELLAS DUERMEN EN LOS ALTOS CÁRPATOS DELICIAS DE LOS CÁRPATOS ETNOLOGÍA Y PSICOLOGÍA DE LOS PASTORES DE LOS CÁRPATOS FILOLOGÍA DE LOS ALTOS CÁRPATOS LA MANERA DE VIVIRDE LOS PASTORES DE LOS ALTOS CÁRPATOS SEÑALES DE LA ACERCACIÓN DEL INVIERNO - DOLOROSA DESPEDIDA EL ARDUO RETORNO A LA CIVILIZACIÓN DE VUELTA A LA UNIVERSIDAD 

UNA FIESTA DE TÉ INOLVIDABLE LE SCANDALE INTERNATIONALE DU PACIFIQUE - MI VICTORIA COMPLETA LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DE PURCELL WEAVER EL NACIMIENTO DEL COSMOS, EL HOMBRE Y LA SOCIEDAD UNA REVISIÓN DEL COSMOS, EL HOMBRE Y LA SOCIEDAD 119 UNA ENCICLOPEDIA DE LA VIDA RADIACIONES CÓSMICAS REGENERACIÓN CELULAR EN SIETE MESES ÁTOMOS Y ESTRELLAS HOMBRE Y ÁRBOLES MUNDO CAOS Y CALAMIDADES EL MAYOR RENACIMIENTO EL MUNDO ESPIRITUAL DE LOS MARES DEL SUR 125 BROTES, PSICOMETRÍA Y MIGRACIONES BOUGAINVILLE Y EL CAPITÁN COOK DESCRIBEN A LOS POLINESIOS NIÑOS DEL PARAÍSO: TESOROS ESPIRITUALES Y PERFECCIÓN FÍSICA NUESTROS AMIGOS MAORÍES NOS SALVAN DEL NAUFRAGIO CAPTURADOS POR EL ¡EL AUTÓCRATA DEL AJEDREZ DE MANGAREVA M. L'ADMINISTRATEUR QUIERE LEGARME SU ISLA! RESOLVIENDO EL MISTERIO DE LOS MONUMENTOS MEGALITICOS DE ISLA DE PASCUA EL GOBIERNO CHILENO EN EL EXILIO Y PELIGRO DE MOTIN SUR DE CALIFORNIA: 

MI PRIMERA CONFERENCIA EN LOS ÁNGELES NOS INSTALAMOS PARA UNAS VACACIONES DE VERANO FRUCTIFICAS EN EL LAGO ELSINORE EL EVANGELIO DE PAZ AMERICANO ESSENE Y LA PRIMERA IGLESIA ESSENE EN LOS EE. UU. SEMINARIO BAHAÍS DE VERANO EN GEYSERVILLE TERMINANDO NUESTRAS VACACIONES DE VERANO EN EL SUR DE CALIFORNIA PREPARATIVOS PARA NUESTRO SEMINARIO DE INVIERNO EN RIO CORONA, MÉXICO EN JUE BOSQUE DE CAOBA DE RIO CORONA 153 NUESTRO FRANCO BRITÁNICO CONDUCE HACIA RIO CORONA LLEGADA Y ASENTAMIENTO EN EL BOSQUE DE CAOBA EN EL BORDE DEL MAJESTUOSO RIO CORONA ABUNDANCIA DE COMIDAS Y FRUTAS LOCALES LA LLEGADA GRADUAL DE ESTUDIANTES DE TODAS PARTES NUESTROS SEGUIDORES LOCALES:EL ALCALDE Y DOS PROFESORES EL EVANGELIO ESENIO DE LA PAZ EN ESPAÑOL EPISODIOS HUMOROSOS DEL SEMINARIO PREPARATIVOS PARA UN SEMINARIO DE VERANO EN INGLATERRA MI TRABAJO DE CAMPO ARQUEOLÓGICO 165 MI CAMPO ESPECIAL EN ARQUEOLOGÍA MIS MÉTODOS DE TRABAJO Y ORGANIZACIÓN CRIATURAS DEL BOSQUE SALVAJE EN LAS JUNGLAS TROPICALES UNA NOCHE CON UN SERPIENTE ENORME BAJO MI CAMA UN JAGUAR AGRESIVO MIS AYUDANTES CANINOS EL ENIGMA DEL ORIGEN DE LOS INDIOS TARASANOS MI CONOCIMIENTO CON EL PRESIDENTE CÁRDENAS LA MISIÓN “AZTECA” DE SAN IGNACIO LOS MANSOS COCHIMIS NO HEREDARON LA TIERRA EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO EN EL CAMPO INGLÉS 181 SIN PROBLEMAS PERO UN VIAJE ARTÍSTICO A INGLATERRA UNA EXPERIENCIA LINGÜÍSTICA DESTROZADORA MI CONOCIMIENTO CON SIR STAFFORD CRIPPS MIS CONFERENCIAS EN EL CENTRO INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN Y SALUD EL DISCÍPULO DE TOLSTOI - MI EDITOR BRITÁNICO CONOZCO A SU MAJESTADSWANMASTER CÓMO EVITÉ UN PELIGROSO VIAJE HIMALAYANO PARA UNA DISTINGUIDA ANCIANA TRISTE DESPEDIDA DE INGLATERRA Y DE UNA ERA DE PAZ.

 INTERLUDIO JAMAICANO 190

 MY NEIGHBOR, FRANCIS THE PATRIARCH THE BLACK ESSENES OF JAMAICA JOE LOUIS ELECTRIFIES THE ESSENE CONGREGATION A LONELY, FORSAKEN SYNAGOGUE IN THE WILDERNESS SIR STAFFORD CRIPPS’ VISIT AND THE GATHERING STORM SHIPWRECK AND SURVIVAL IN THE GULF OF MEXICO 197 MY INTRUSION INTO A BUREAUCRATIC SANCTUARY ENTER MY SAVIOR: THE MEXICAN CONSUL, MY CLASSMATE FROM THE SORBONNE OUR JOVIAL BOAT DISINTEGRATES IN THE STORM SWIMMING FOR MY LIFE THREE SURVIVORS ON A ROCKY ISLAND: THE COOK, THE CAPTAIN, AND ML HUNGER AND THIRST ON THE ROCKS GOOD OLD PLINIUS COMES TO MY RESCUE: WE LICK THE GRASS HAUNTED BY EGGS IN VERA CRUZ CROSSING AND AGONY IN THE SONORA DESERT 204 MY FATE IS DECIDED BY THE IMMIGRATION OFFICE DEUS EX MACHINA - DR. GAMIO TAKES ME UNDER HIS WING THE NAZI CONQUEST OF FRANCE SEALS MY DECISION TO STAY IN MEXICO MY GOAL: BAJA CALIFORNIA MY FIRST ENCOUNTER WITH THE U.S. IMMIGRATION THE FORBIDDING SONORA DESERT: THE SAHARA OF MEXICO AGONY IN THE DESERT - MY TWO GUARDIAN ANGELS ARRIVAL TO THE PROMISED LAND  


PREFACIO ¿Quién, yo? ¿Un desconocido escribiendo un prefacio a una obra tan monumental como estos tres volúmenes? Bueno, insiste el autor, ya que he sido i) amigo personal cercano suyo durante los últimos cuarenta años. Como consecuencia, dice, soy más competente para escribirlo que cualquiera de las celebridades mundiales que se han cruzado en su camino a lo largo de los años. ¿Qué puedo decir sobre el primer volumen: My Unusual Adventures < )i>ei' the Vive Continents in Search for the Ageless, incluso si ignoramos las partes más esenciales, que se ocupan de la investigación filosófica, etnológica y arqueológica descrita en este libro, aún queda la intrigante autobiografía de veinte cuentos, que conducen al líder fascinado del Vaticano y la Sorbona, a través de los Altos Cárpatos, India, la meseta de Pamir, África Central, los Mares del Sur, a California, México, América Central y los Territorios del Norte de Canadá, todos en busca de lo eterno. El segundo volumen: El Gran Experimento: La Conquista de la Muerte, involucra proporciones asombrosas. El Gran Experimento abarcó 33 años, 123.000 participantes, 5.600 conferencias impartidas por el autor, unas 30.500 consultas individuales por su parte, en un área de más de 1.200 hectáreas. Y entremezclado con estas abrumadoras estadísticas, hay más material autobiográfico, todo contado por primera vez, absolutamente fascinante y estimulante. El tercer volumen incluye los resultados fácticos, científicos y revolucionarios de su Gran Experimento. Ni siquiera intentaré lo imposible: explicar en pocas palabras su obra original y pionera en los campos de la ecología, la jardinería orgánica, la prolongación de la vida, y prevención de enfermedades y envejecimiento. Se llama, simplemente, La Química de la Juventud. Si quieres aplicar en tu vida los beneficios prácticos de medio siglo de logros inmensos, no dejes de leer estos libros. Cambiarán tu vida de una manera que nada de lo que hayas leído ha ayudado a hacer. Solo una pregunta persistente permanece en mi mente después de intentar absorber estos tres increíbles volúmenes. Hace cuarenta años conocí a mi amigo Edmond Bordeaux Szekely. Sé cuántos años tengo, y siempre pensé que sabía cuántos años tenía él. Pero después de leer sobre todas sus aventuras, logros y logros creativos, empiezo a preguntarme cuántos siglos hace que nació... 10 Martin Temple Si quieres aplicar en tu vida los beneficios prácticos de medio siglo de logros inmensos, no dejes de leer estos libros. Cambiarán tu vida de una manera que nada de lo que hayas leído ha ayudado a hacer. Solo una pregunta persistente permanece en mi mente después de intentar absorber estos tres increíbles volúmenes. Hace cuarenta años conocí a mi amigo Edmond Bordeaux Szekely. Sé cuántos años tengo, y siempre pensé que sabía cuántos años tenía él. Pero después de leer sobre todas sus aventuras, logros y logros creativos, empiezo a preguntarme cuántos siglos hace que nació... 10 Martin Temple Si quieres aplicar en tu vida los beneficios prácticos de medio siglo de logros inmensos, no dejes de leer estos libros. Cambiarán tu vida de una manera que nada de lo que hayas leído ha ayudado a hacer. Solo una pregunta persistente permanece en mi mente después de intentar absorber estos tres increíbles volúmenes. Hace cuarenta años conocí a mi amigo Edmond Bordeaux Szekely. Sé cuántos años tengo, y siempre pensé que sabía cuántos años tenía él. Pero después de leer sobre todas sus aventuras, logros y logros creativos, empiezo a preguntarme cuántos siglos hace que nació... 10 Martin Temple Solo una pregunta persistente permanece en mi mente después de intentar absorber estos tres increíbles volúmenes. Hace cuarenta años conocí a mi amigo Edmond Bordeaux Szekely. Sé cuántos años tengo, y siempre pensé que sabía cuántos años tenía él. Pero después de leer sobre todas sus aventuras, logros y logros creativos, empiezo a preguntarme cuántos siglos hace que nació... 10 Martin Temple Solo una pregunta persistente permanece en mi mente después de intentar absorber estos tres increíbles volúmenes. Hace cuarenta años conocí a mi amigo Edmond Bordeaux Szekely. Sé cuántos años tengo, y siempre pensé que sabía cuántos años tenía él. Pero después de leer sobre todas sus aventuras, logros y logros creativos, empiezo a preguntarme cuántos siglos hace que nació... 10 Martin Temple

EL PRINCIPIO LAS ENSEÑANZAS ANTIGUAS DESDE LOS PRINCIPIOS DE LA HISTORIA Desde las edades remotas de la antigüedad existió una enseñanza notable que es universal en su aplicación y eterna en su sabiduría. Fragmentos de él se encuentran en jeroglíficos sumerios y en azulejos y piedras que datan de unos ocho o diez mil años. Algunos de los símbolos, como el sol, la luna, el aire, el agua y otras fuerzas naturales, son de una época anterior al cataclismo que terminó con el período pleistoceno. Se desconoce cuántos miles de años antes de que existiera la enseñanza. Rastros de la enseñanza han aparecido en casi todos los países y religiones. Sus principios fundamentales fueron enseñados en la antigua Persia, Egipto, India, Tíbet, China, Palestina, Grecia y muchos otros países. Pero ha sido transmitido en su forma más pura por los esenios, esa misteriosa hermandad que vivió durante los últimos dos o tres siglos antes de Cristo y el primer siglo de la era cristiana en el Mar Muerto en Palestina y en el Lago Mareotis en Egipto. En Palestina y Siria, los miembros de la hermandad eran conocidos como esenios y en Egipto como Therapeutae, o curanderos. Cualquiera que sea su origen, lo cierto es que los esenios existieron durante mucho tiempo como una hermandad, quizás bajo otros nombres en otras tierras. La enseñanza aparece en el Zend Avesta de Zarathustra, quien la tradujo en una forma de vida que se siguió durante miles de años. Contiene los conceptos fundamentales del brahmanismo, los Vedas y los Upanishads; y los sistemas de Yoga de la India surgieron de la misma fuente. Más tarde, Buda presentó esencialmente las mismas ideas básicas y su sagrado árbol Bodhi está correlacionado con el Árbol de la Vida Esenio. En el Tíbet, la enseñanza una vez más encontró expresión en la Rueda Tibetana de la Vida. Los pitagóricos y los estoicos en la antigua Grecia también siguieron los principios esenios y gran parte de su forma de vida. La misma enseñanza antigua fue un elemento de la cultura adónica de los fenicios, de la Escuela de Filosofía de Alejandría en Egipto, y contribuyó en gran medida a muchas ramas de la cultura occidental, la masonería, el gnosticismo, la cábala y el cristianismo. Jesús lo interpretó en su forma más sublime y hermosa en las siete Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. LA HERMANDAD ESENIA EN EL MAR MUERTO Los esenios vivían a orillas de lagos y ríos, lejos de ciudades y pueblos, y practicaban una forma de vida comunitaria, compartiendo igualmente en todo. Eran principalmente agricultores y arboricultores,

teniendo un vasto conocimiento de cultivos, suelos y condiciones climáticas que les permitieron cultivar una gran variedad de frutas y verduras en áreas comparativamente desérticas y con un mínimo de mano de obra. No tenían sirvientes ni esclavos y se dice que fueron los primeros en condenar la esclavitud tanto en la teoría como en la práctica. No había ricos ni pobres entre ellos, siendo ambas condiciones consideradas por ellos como desviaciones de la Ley. Establecieron su propio sistema económico, basado totalmente en la Ley, y demostraron que todas las necesidades materiales y alimentarias del hombre se pueden alcanzar sin lucha, a través del conocimiento de la Ley. Dedicaron mucho tiempo al estudio, tanto de escritos antiguos como de ramas especiales del saber, como la educación, la curación y la astronomía. Se decía que eran los herederos de la astronomía caldea y persa y de las artes curativas egipcias. Eran expertos en profecía para lo cual se preparaban mediante ayunos prolongados. En el uso de plantas y hierbas para curar a hombres y bestias, eran igualmente hábiles. Vivían una vida normal y sencilla, levantándose cada día antes del amanecer para estudiar y estar en comunión con las fuerzas de la naturaleza, bañándose en agua fría como un ritual y vistiendo prendas blancas. Después de su trabajo diario en los campos y viñedos, compartían sus comidas en silencio, precediéndolas y finalizándolas con la oración. Eran completamente vegetarianos en su alimentación y nunca tocaron alimentos de carne ni líquidos fermentados. Sus tardes estaban dedicadas al estudio y la comunión con las fuerzas celestiales. La tarde era el comienzo de su día y su sábado o día santo comenzaba el viernes por la noche, el primer día de su semana. Este día se dedicó al estudio, la discusión, el entretenimiento de los visitantes y tocar ciertos instrumentos musicales, de los cuales se han encontrado réplicas. Su forma de vida les permitía vivir hasta edades avanzadas de 120 años o más, y se decía que tenían una fuerza y ​​una resistencia maravillosas. En todas sus actividades expresaron amor creador. Los registros de la forma de vida esenia nos han llegado a partir de los escritos de sus contemporáneos. Plinio, el naturalista romano, Filón, el filósofo alejandrino, Josefo Flavio, el historiador romano, Solanio y otros se refirieron a ellos como “una raza en sí misma, más notable que cualquier otra en el mundo”, “los más antiguos de los iniciados, que recibieron su enseñanzas de Asia Central”, “tradiciones perpetuadas a través de un inmenso espacio de edades”, “santidad constante e inalterable, en pensamiento, palabra y obra”. Desde su antigüedad,

las estrellas en sus cursos, lo mismo ahora que hace dos o diez mil años, y tan aplicable hoy como entonces. Algunas de las enseñanzas externas se conservan en prueba aramea en el Vaticano en Roma. Algunos en texto eslavo se encontraron en posesión de los Habsburgo en Austria y se dice que fueron traídos de Asia en el siglo XIII por sacerdotes nestorianos que huían de las hordas de Genghis Khan. Y, por supuesto, están los Rollos del Mar Muerto, encontrados por una cabra curiosa hace unos cuarenta años.Gracias a la sequedad de siglos en las cuevas donde fueron enterrados en el Mar Muerto, muchos rollos sobrevivieron y trajeron repentinamente la conciencia de los esenios a mediados del siglo XX. BENEDICTO: CONSERVADORES DE LAS TRADICIONES ESENCIAS Sin embargo, algunos de los rollos no fueron descubiertos a mediados del siglo XX. Fue a mediados del siglo IV cuando San Jerónimo comenzó a encontrar fragmentos de algunos manuscritos antiguos en posesión de ciertos anacoretas que vivían en pequeñas chozas en un valle escondido del desierto de Calcis. A medida que aprendió hebreo y arameo, comenzó a comprender el significado de los rollos fragmentarios y gradualmente adquirió más de ellos. De vez en cuando durante los años que siguieron, los tradujo al latín, y las enseñanzas contenidas en estos rollos afectaron profundamente el resto de su vida. Porque entre los rollos andrajosos que Jerónimo trabajó tan duro para traducir, adquiriendo dos idiomas difíciles para hacerlo y sacrificando su vida entera en una intensa devoción al "camino del desierto", estaba el Evangelio de la paz esenio. Después de la muerte de San Jerónimo, sus manuscritos fueron esparcidos, incluyendo sus traducciones al hebreo y al arameo, pero muchos de ellos alcanzaron el santuario en los Archivos Secretos del Vaticano. En el siglo siguiente, en su búsqueda de la verdad, el joven San Benito se topó en algún lugar con las traducciones de San Jerónimo, tal como el mismo Jerónimo se había topado con los rollos originales en su propia búsqueda de la verdad muchos años antes. Las enseñanzas esenias tuvieron un profundo efecto en el joven ermitaño, torturado como estaba por el amenazante caos mundial de la Edad Media. Inspirado por la visión de la Hermandad Esenia, Benito concibió la Santa Regla, esa obra maestra de orden y sencillez que dio origen a un sistema monástico que finalmente salvó a la cultura occidental de la extinción durante la Edad Media. Cuando Benito fundó su monasterio más famoso en Monte Cassino, ciertos pergaminos antiguos encontraron su camino a la seguridad detrás de esos muros pacíficos. Y allí dormían en los estantes de los Scriptoria, donde los monjes copiaban pacientemente pergamino tras pergamino, siglo tras siglo. También esperaron pacientemente, bajo capas de polvo en los Archivos Secretos del Vaticano. Tuvieron. 

sido escrito cientos de años antes por los propios esenios, la fuente misteriosa. Habían sido resucitados y traducidos en el siglo IV por San Jerónimo, el Arroyo. Habían sido la inspiración para la fundación de una orden que salvaría a la cultura occidental de la extinción por San Benito, el Río. Y ahora estaban a punto de ser redescubiertos por mí. DEJE ST. FRANCISCO CANTA EN TU CORAZÓN Surgió de una tesis que escribí sobre San Francisco, que leí a mi clase de graduados de la escuela secundaria como valedictorian. Se llamaba Deja que San Francisco cante en tu corazón, y expresaba mi amor y devoción por el gentil “santo pagano” que siempre había sido mi favorito. Estaba terminando mis años de escuela secundaria en un monasterio escolapio antes de irme a una universidad unitaria. (Mi madre, católica francesa, y mi padre, unitario de Transilvania, había llegado a un compromiso pacífico con respecto a mi educación). Mi tesis impresionó mucho a nuestro amado director escolapio, Monseñor Mondik, e inmediatamente después de mi graduación me llamó a su oficina con algunas noticias asombrosas. Yo había dicho en mi tesis que mi mayor deseo era aprender todo lo que pudiera sobre San Francisco, y ahora me dijo que me habían elegido para estudiar durante unos meses en los Archivos del Vaticano, para lograr precisamente eso. monseñor Mondik me dio una carta de presentación de su amigo de la infancia, Mons. Mercati, que ahora era prefecto de los Archivos Vaticanos. La única condición era que debía vivir en pobreza, castidad y obediencia, como un monje franciscano, durante el tiempo que debía estar en Roma, lo que significaba que debía vivir y vestirme de la manera más sencilla posible y comer solo pan negro, queso , frutas y vegetales. Por otro lado, Mons. Mondik me dijo que tendría un banquete espiritual todos los días, teniendo a mi disposición los inagotables tesoros de las edades en los Archivos y la Biblioteca del Vaticano. Desde mi perspectiva actual de muchos años después, todo resultó en que viviría como un esenio para estudiar acerca de alguien que era la encarnación misma del espíritu esenio, San Francisco. Y aunque no lo supe en ese momento, pronto sabría mucho más sobre los esenios que nadie en casi mil quinientos años.* todo resultó en que viviría como un esenio para estudiar acerca de alguien que era la encarnación misma del espíritu esenio, San Francisco. Y aunque no lo supe en ese momento, pronto sabría mucho más sobre los esenios que nadie en casi mil quinientos años.* todo resultó en que viviría como un esenio para estudiar acerca de alguien que era la encarnación misma del espíritu esenio, San Francisco. Y aunque no lo supe en ese momento, pronto sabría mucho más sobre los esenios que nadie en casi mil quinientos años.*

*La historia completa de mis aventuras en los Archivos Secretos del Vaticano se cuenta en mi libro, El Descubrimiento del Evangelio Esenio de la Paz: los Esenios y el Vaticano.


LA CIUDAD ETERNA LLEGADA A LA CIUDAD ETERNA MI INVESTIGACIÓN EN LOS ARCHIVOS DEL VATICANO Después de una muy olvidable primera noche en Roma, pasada en un hotelito muy ruidoso y sucio, me hice amigo de dos jugadores de ajedrez que me llevaron a su pensión, o pensión A la regordeta signora que era la propietaria y la dirigía le caí bien y me dejó tener una pequeña habitación en el techo, con muy pocas comodidades pero mucho aire fresco y una magnífica vista de parte de la ciudad. Al día siguiente me dirigí al Vaticano, aproximadamente una hora de caminata, y sosteniendo valientemente mi carta de presentación como un talismán, pasé con éxito la Guardia Suiza y llegué a la oficina exterior de Mons. Angelo Mercati, prefecto de los Archivos y amigo de la infancia de mi director. Ese primer día me dijeron que dejara mi carta y volviera a la mañana siguiente, ya que el Prefecto no pudo verme. Fue un golpe, pero había resuelto ser fiel y obediente, así que hice lo que me dijo. A la mañana siguiente comenzó mi primer día real en Roma, porque finalmente conocí a Mons. Mercati, una de las figuras más inolvidables que jamás conocería, un sabio amable y benévolo con ojos ardientes y una memoria sobrehumana que abarcaba, se decía, las veinticinco millas de largo de los largos estantes de los Archivos. Me dijo que había leído mi tesis y me preguntó por qué quería estudiar en los Archivos. Le hablé de mi deseo de conocer la fuente del conocimiento de San Francisco, de estudiar todo lo que había conocido el más original y único de todos los santos. Su respuesta para mí fue críptica y fascinante. Me dijo que San Francisco era el Océano, y yo debía encontrar el Río alimentándolo, tal como lo hizo él. Entonces debo buscar el Arroyo. Y entonces, si estoy firmemente en el Camino, encontraré la Fuente. Estaba tremendamente inspirado, no sólo por el desafío de sus palabras, sino también por su bondad hacia mí, esa compasión señorial que brillaba en sus ojos y me envolvía como un abrazo. Decidí encontrar la fuente a la que se refería, si eso me llevaría el resto de mi vida. Y cuando miré bien por primera vez los Archivos Secretos del Vaticano, comencé a pensar que me llevaría al menos ese tiempo. Había salas y corredores interminables, docenas de subdivisiones, una sala de índices con más de seiscientos índices escritos a mano y más de veinticinco millas de estanterías de rollos, pergaminos, manuscritos en papel y códices. ¡En una habitación cuadrada llena de polvo había más de diez mil paquetes de documentos sin examinar! Pero no estaba solo en mi desconcierto. Allí había estudiantes de todo el mundo y compartimos un ambiente fraterno de amistad y unidad. No siempre entendíamos el idioma del otro, pero teníamos en común una intensa dedicación a nuestros estudios y una inquebrantable devoción a Mons. Mercati, a quien todos amamos. Quizás fue mi fluidez en latín y griego, quizás mi lucha paciente con los índices polvorientos, pero un día Mons. Mercati me recompensó con otra de sus misteriosas afirmaciones: “Recuerda, hijo mío, el Océano Latino se nutre del Río Griego, que se nutre de la Corriente Aramea, que se origina en la Fuente Hebrea”. Y me asignó un monje francés para que me ayudara con mi arameo y hebreo, idiomas que no dominaba tanto como el latín y el griego. Sus palabras despertaron algo en mi mente, como un movimiento de ajedrez que de repente revela todo el patrón del juego, y no pasó mucho tiempo antes de que supiera que estaba en el camino correcto. Fue entonces cuando decidí descender por una misteriosa escalera circular que conducía a la parte más antigua de los Archivos Secretos, donde se guardaban los documentos más preciados y antiguos. También tenía el ojo puesto en una puerta permanentemente cerrada cerca del final del corredor inferior que va desde Msgr. La oficina de Mercati, de la que sólo él tenía la llave. Pero por el momento me concentré en esta parte más antigua de los Archivos, luchando como nunca antes con cuatro lenguas antiguas, operando tanto con la intuición como con un perseverante trabajo de detective. MI DESCUBRIMIENTO EN EL SCRIPTORIUM DEL MONASTERIO BENEDICTINO DE MONTE CASSINO Cuando finalmente tuve mi primera pista real, sentí una profunda y profunda satisfacción, y un deseo insaciable de saber más. Fui inmediatamente a Mons. Mercati y le pidió permiso para visitar los archivos del monasterio benedictino de Monte Cassino. Se lo concedió de inmediato, con un brillo en los ojos. Su carta de recomendación al abad estaba fechada el día anterior. Disfrutó de mi asombro. “Ve con Dios, hijo mío. Creo que has encontrado el río. Había encontrado el Río, pero mi primera visita a Monte Cassino no reveló el Arroyo. Sin embargo, después de pasar una semana en el monasterio, viendo a los monjes caminar en los bosques y trabajar en su jardín, comer juntos el pan y las frutas en sus comidas comunitarias, meditar en sus pequeñas celdas, cantar juntos sus hermosos cánticos por la mañana y por la noche, Sabía lo que tenía que encontrar en los Archivos del Vaticano, y sabía dónde buscarlo. Regresé a Mons. Mercati. Me armé de valor y le pedí la llave de su habitación cerrada. Hubo una larga pausa mientras sus ojos buscaban los míos, y luego me lo dio solemnemente, deseándome suerte y diciéndome que me asegurara de devolverlo a sus propias manos.  

Entré en la habitación secreta como un iniciado de antaño debe haber entrado en la cámara sagrada de la Gran Pirámide, y rebusqué solo entre los manuscritos polvorientos, usando todo mi conocimiento ganado con tanto esfuerzo para encontrar el camino. No pasó mucho tiempo antes de que encontrara lo que había estado buscando. Unos días después le devolví la llave a Mons. Mercati y pidió permiso para volver a Monte Cassino. Me miró a la cara y sonrió. “Me alegro de que hayas encontrado el Arroyo, hijo mío”, dijo. "Ahora espero que encuentres la Fuente". Y de nuevo me entregó una carta fechada el día anterior, esta vez pidiéndole al abad que me dejara usar las grandes vitrinas del Scriptorium. Me adentré en los archivos de Monte Cassino como un pez que vuelve al agua. El Río de San Benito me llevó, la Corriente de San Jerónimo, que había descubierto en el depósito precioso en la habitación cerrada, me animó a continuar, y estudié detenidamente las ediciones íntegras de Josefo, Filón y Plinio, junto con muchos otros clásicos latinos. Nuevamente miré a través de hermosos manuscritos de San Jerónimo. Muchas de estas obras de valor incalculable generalmente se habían considerado perdidas hace mucho tiempo, y leí y leí un tesoro de increíble riqueza. Supe que sobrevivieron otras copias de sus obras en otros monasterios benedictinos, como la biblioteca de San Salvatore, donde permaneció durante siglos una hermosa copia hasta que, con la destrucción de la abadía, llegó a la Biblioteca Laurenziana de Florencia, donde se encuentra ahora clasificado como el Evangelio Amiatino. Los manuscritos originales de San Jerónimo, que se creían perdidos en el siglo V, sobrevivieron afortunadamente en el monasterio benedictino de Monte Cassino y en los Archivos Secretos del Vaticano. Entre estos manuscritos se encontraba el texto completo del Evangelio esenio de la paz. Había encontrado la Fuente: Fragmentos hebreos del Evangelio esenio, cuya versión aramea acababa de leer de los estantes de Mons. La habitación cerrada de Mercati. Conocí ahora el origen de la luz interior que emanaba de aquella amada figura, y percibí en un relámpago de conciencia la heroica medida de su silencio. Ahora, ¿debería estar en silencio también? UNA INOLVIDABLE DESPEDIDA DE MONSEÑOR MERCATI Regresé al Vaticano y de inmediato me dirigí a Mons. La oficina de Mercati, ese estudio lleno de libros que había llegado a conocer y amar tanto. Cuando levantó la vista, vi algo nuevo en su expresión: mezclada con su mirada familiar de sabia compasión había una mirada indescifrable casi de conmiseración, de algo compartido que no había compartido con ninguna otra persona. "Has encontrado la Fuente", dijo en voz baja. "¿Cómo lo sabes?" Yo pregunté. 18 “Porque, hijo mío”, dijo, con un guiño, “tienes esa mirada”. Y otra vez esa extraña expresión cruzó su rostro: vi reflejada allí toda la sabiduría y la compasión de las edades, mezcladas con tierno humor y el compartir de un secreto indescriptiblemente precioso. Las lágrimas de repente picaron mis ojos. “¿Qué debo hacer, Padre?” Yo pregunté. “Deja que San Francisco cante en tu corazón”, susurró. Me arrodillé y besé su mano. Dijo solo una palabra, la palabra más corta de una letra en el idioma latino, "yo". Ir. Y me fui, y nunca más lo volví a ver. mezclado con humor tierno y el compartir de un secreto indescriptiblemente precioso. Las lágrimas de repente picaron mis ojos. “¿Qué debo hacer, Padre?” Yo pregunté. “Deja que San Francisco cante en tu corazón”, susurró. Me arrodillé y besé su mano. Dijo solo una palabra, la palabra más corta de una letra en el idioma latino, "yo". Ir. Y me fui, y nunca más lo volví a ver. mezclado con humor tierno y el compartir de un secreto indescriptiblemente precioso. Las lágrimas de repente picaron mis ojos. “¿Qué debo hacer, Padre?” Yo pregunté. “Deja que San Francisco cante en tu corazón”, susurró. Me arrodillé y besé su mano. Dijo solo una palabra, la palabra más corta de una letra en el idioma latino, "yo". Ir. Y me fui, y nunca más lo volví a ver.

LA CIUDAD DE LA LUZ PARÍS: EL RENACIMIENTO ESENIO COMIENZA EN VERSALLES La historia del Movimiento Renacentista Esenio realmente comienza con mi descubrimiento del Evangelio Esenio de la Paz, en 1923. La historia de este descubrimiento se cuenta en mi libro El Descubrimiento del Evangelio Esenio de la Paz, subtitulado Los esenios y el Vaticano. Mi traducción literal al francés del Evangelio esenio de la paz del arameo y el hebreo fue impresa en París por el editor Felix Alcan, hace más de cincuenta años. Esta impresión apareció simultáneamente con mi tratado sobre el descubrimiento del Evangelio esenio que entregué a mis compañeros de clase en la Universidad de París en 1925, y que más tarde se convirtió en el libro descrito anteriormente. Tanto mi tratado como el Evangelio esenio causaron una gran impresión en algunos de mis compañeros de clase, todos buenos amigos míos entre las edades de veinte y veintiséis años, e inspiró a un grupo de nosotros a formar una pequeña iglesia basada en el Evangelio Esenio de la Paz, para comenzar una dieta de frutas crudas, vegetales crudos, nueces y semillas germinadas, y tratar de vivir de acuerdo con las sugerencias del Evangelio esenio. Lo único que no estaba del todo de acuerdo con el estilo de vida sencillo de los antiguos esenios era la ubicación de nuestra iglesia. El padre de uno de nuestros miembros era el superintendente de los terrenos de Versalles, esa finca más lujosa del mundo, la corte de Luis XIV, repleta de pabellones, estatuas, lagos y un sinfín de fuentes, y uno puede imaginarse cómo nos sentimos cuando nuestro ¡Un amigo nos dijo que su padre nos invitó a venir todos los domingos y usar cualquier parte de Versalles que deseáramos para nuestros servicios religiosos! Así que durante más de tres años un buen grupo de nosotros íbamos todas las semanas a Versalles, donde en medio de los fantasmas de reyes y reinas, rodeados de la increíble belleza natural de ese antiguo centro cultural de Europa, creamos nuestro propio son et lumiere, comunicándose con los Ángeles del Sol, el Agua y el Aire, compartiendo la meditación, la música y las experiencias en el camino de la Vía Esenia. También quedamos profundamente impresionados por los cambios que encontramos en nuestros organismos, todos para mejor, provocados por nuestra adopción de una dieta 100% de frutas, vegetales y nueces crudas. Por supuesto, habíamos comenzado a comer de esa manera por razones espirituales, porque eran los alimentos descritos en el Evangelio esenio, pero nos sorprendió gratamente descubrir la salud y el bienestar tremendamente mejorados que siguieron. LA SEMILLA SE SEMBRÓ EN LA SORBONA Quiero tomarme un momento para explicar el excelente método de estudio comunitario que teníamos en la Sorbona, porque conducía directamente al núcleo nexi esenio en Francia. En nuestra clase, a todos se les asignó un estudio, y luego cada uno de nosotros leyó a toda la clase los resultados de su estudio. De esta manera, cada estudiante en esa clase conocía: la tarea y el campo de todos los demás, lo que fuera que se presentara. (Mi campo era el área extremadamente exclusiva de la cosmogonía y la cosmología: lo que las civilizaciones antiguas pensaban sobre el origen, la estructura y la función del universo). Y como la mayoría de nosotros quería un registro permanente de estos informes tan instructivos e interesantes, después de la presentación de una tesis fuimos todos a ver a M. Du Bois. M. Du Bois tenía una pequeña imprenta, aunque alguien familiarizado con una imprenta moderna probablemente no la reconocería como tal. Estaba ubicado en una calle lateral, con una entrada discreta marcada por una puerta muy alta que conducía a un patio. En medio del patio había una gran fuente, rodeada de loros y todo tipo de otras aves tropicales colgando en jaulas de pájaros y un tumulto de flores por todas partes. Cuando pasabas por los arcos de los pasillos, veías una pequeña puerta en el lado izquierdo que daba a la imprenta de M. Du Bois. Y allí, bajo un techo muy alto, estaba el propio M. Du Bois en todo su esplendor, sentado a una mesa sobre la que descansaba una máquina de escribir Hammond, ese antiquísimo prototipo de las modernas máquinas vari-typer, ya que fue el primero en utilizar un cilindro tipográfico que se movía e imprimía las letras; representó el último logro en el progreso tecnológico en ese momento. Luego, en otra mesa, había un mimeógrafo que trabajaba con esténcil y tinta. Era un Gestetner, uno de los primeros modelos, y si pudiera resucitar, probablemente estaría hoy en un museo. Todo el personal de M. Du Bois estaba formado por un niño de doce años que hacía girar a mano el mimeógrafo. Como éramos trescientos en la clase, cada uno contribuiría con un franco y una delegación de nosotros sería enviada a M. Du Bois con los manuscritos y el dinero. A cambio, el propio M. Du Bois mecanografió la tesis en una plantilla, la colocó en la duplicadora y el niño le dio trescientas manivelas a la máquina. Tenía una máquina grapadora que usaba para sujetarlos después de doblarlos, y cada uno tenía una copia de la tesis. Hicimos unas cuantas más para que nuestro profesor pudiera tener una copia, y siempre hacíamos tres o cuatro copias para los archivos de la Sorbona. Fue así como se imprimió por primera vez mi tesis sobre el descubrimiento del Evangelio esenio de la paz. INVITACIÓN DEL MÍSTICO DE TOURETTE SUR LOUP Unas tres semanas después recibí una carta de cierto caballero, una ocasión histórica, ya que esa persona más tarde desempeñó un papel muy importante en la propagación de las tradiciones y la filosofía esenia y en la fundación de la primera iglesia esenia en el sur de Francia. El escrito procedía de Tourette Sur Loup, en papel con el nombre de La Magdalene, y estaba firmado por Jean Pierre Weiller. En la carta había un boleto para Tourette Sur Loup, junto con una invitación para visitar liini durante mis próximas vacaciones con el propósito de discutir mi trabajo de investigación en el Vaticano. No hace falta decir que me impresionó mucho y me enorgulleció que alguien quisiera discutir estos asuntos conmigo, y le llevé la carta de inmediato a mi profesor, quien era una especie de hermano mayor para mí. Le pregunté qué pensaba de la carta y si debía ir allí. Después de hojearlo, me dijo que definitivamente debería ir a visitar a M. Weiller. Debo haber parecido curioso acerca de su aprobación sin reservas porque continuó diciendo que, aunque nunca había conocido a M. Weiller, era muy famoso y ciertamente había oído hablar de él. Luego procedió a contarme esta increíble historia. Durante la Primera Guerra Mundial, Jean Pierre Weiller fue un excelente piloto francés en el frente alemán. Derribó una buena docena de aviones alemanes (no una actividad muy esenia, pero en ese momento no sabía nada sobre los esenios) y se le asignaron tareas cada vez más difíciles hasta que finalmente su misión fue volar un depósito de municiones extremadamente grande. En el camino hacia su objetivo se encontró con dos aviones alemanes, uno de los cuales escapó, el otro lo liquidó en una pelea de perros. Sin más incidentes alcanzó su objetivo y dejó caer su bomba en el depósito de municiones. Todo se desencadenó en un enorme holocausto visible desde muchas millas, y en este sentido su misión fue un éxito. Sin embargo, la fuerza de la explosión fue tan poderosa que dañó su avión y perdió el control del mismo. Se estrelló contra un granero y sobrevivió milagrosamente. Pero el ruido de la explosión había dañado irremediablemente sus tímpanos y Jean Pierre quedó sordo como una piedra por el resto de su vida. Sin embargo, en ese momento se alegró de estar vivo y salió del granero demolido, se dirigió a las líneas francesas durante la noche y fue recibido como un gran héroe. Se llevó a cabo una recepción de gala en su honor en París, y recibió el tributo más alto de su nación cuando se convirtió en Chevalier de la Legion d'Honneur. Pero Jean Pierre era un hombre diferente después de esa experiencia, y no tuvo nada que ver con su pérdida de audición. Dijo que en el intervalo entre la explosión y su aterrizaje forzoso en el granero, tuvo una especie de revelación interna, un Hash de comprensión de que toda su vida hasta ese momento no había tenido sentido. Cuando descubrió que por la gracia de Dios había sobrevivido al accidente, decidió dejar el ejército y desde entonces dedicar su vida a la búsqueda espiritual, el estudio del misticismo, el estudio de la filosofía, la exploración de muchas ramas del conocimiento de todos los lados. Se retiró a un hermoso lugar de su propiedad, La Magdalene, en Tourette Sur Loup en el sur de Francia, y dejó instrucciones a todas las editoriales importantes de Francia e Inglaterra para que le enviaran cualquier libro que publicaran sobre misticismo, filosofía, arqueología, etc. Con estos libros construyó una biblioteca que con el tiempo llegó a tener más de cincuenta mil volúmenes. Cualquier libro que no le interesaba lo donaba a la pequeña biblioteca de la ciudad de Tourette Sur Loup. Esa pequeña biblioteca, que comenzó con unos doscientos libros, terminó con más de quince mil, bastante para una pequeña y tranquila ciudad del sur de Francia. Mi profesor cerró esta notable historia diciendo que Jean Pierre era muy rico y muy excéntrico, pero que definitivamente debería ir a verlo. CONOZCO A MI MEMORABLE AMIGO, JEAN PIERRE Así que fui. Primero llegué a Niza y de allí tomé un autobús para Tourette Sur Loup. Al llegar allí, pedí indicaciones para llegar a la finca de M. Weiller. La respuesta invariable fue una caricia en la barbilla y un meditativo, “ah… ¡La Magdalena!” lo cual no me hizo más sabio. Finalmente encontré un fiacre que me llevó allí, pero me sorprendí cuando el conductor se detuvo unos metros antes de la puerta y no siguió adelante. Le pregunté por qué no conducía hasta la entrada. "Oh, no", dijo, "no quiero tener nada que ver con él, il est fou!" (¡Es un loco!) Yo estaba desconcertado porque esta opinión no coincidía con la de mi profesor, pero decidí que un pequeño paseo no vendría mal, así que pagué al cochero y me dirigí a pie hacia las puertas de La Magdalena. Resultó que M. Jean Pierre Weiller definitivamente no era un loco, pero su casa tampoco era exactamente común y corriente. En esa enorme mansión de estilo mediterráneo no había más que estanterías y estanterías y más estanterías de libros. Había libros por todas partes: en su oficina, en su sala de estar, en su dormitorio, en su sótano, en su ático, incluso en su baño, no había nada más que libros. Me saludó calurosamente y puso una libreta y un lápiz en mis manos. Pronto me di cuenta de por qué la gente supersticiosa del pueblo pensaba que estaba loco. Aunque dependía de la palabra escrita para recibir la comunicación, de ahí la libreta y el lápiz, respondía al escritor hablando. Y no pudiendo oír el sonido de su propia voz, los sonidos que hacía eran ciertamente extraños, muy agudos y extraños, y fue esto lo que les dio a sus vecinos la impresión de que estaba loco. ¡Oh, la locura de los prejuicios humanos! Me dijo que había leído la edición de Alcan de mi traducción del Evangelio esenio de la paz, y que de alguna manera mi tesis sobre el descubrimiento del Evangelio esenio también había llegado a sus manos. Me dijo que había quedado tan impresionado por el Evangelio esenio que empezó de inmediato a comer los alimentos recomendados en él y que en tan sólo unas pocas semanas se sintió mucho más joven. Allí mismo procedió a mostrarme todo tipo de ejercicios increíbles que podía realizar después de seguir esta dieta, un espectáculo realzado por su apariencia por lo demás digna, barba larga, etc. Bueno, me impresionó, pero no pude evitar preguntarme si esto era lo que me había llamado desde París para observar. Pero pronto quedó claro el motivo de nuestro encuentro. EL RENACIMIENTO ESENIO EN GRECIA Me dijo que tenía un amigo en Grecia, en la isla de Cos, el hogar de Hipócrates, el padre de la medicina, y que este amigo, un médico de nombre Dr. Damoglou, también había leído el Esenio. Evangelio de la Paz y habían fundado una gran congregación en la isla de Cos. Tenían reuniones bajo un plátano enorme y muy antiguo, el mismo árbol bajo el cual Hipócrates daba sus conferencias hace unos dos mil años. Le había escrito a Jean Pierre, adjuntando fotos del grupo, el plátano y las ruinas de los esculapios que salpicaban la isla, y pidió que lo pusieran en contacto conmigo porque quería saber de una fuente autorizada si estaba dirigiendo su iglesia esenia de la manera correcta. Bueno, en esto me sentí casi tan importante como el Vaticano y dije que estaría feliz de cooperar de cualquier manera. Le pregunté a Jean Pierre qué sugeriría. Me sonrió y me dijo: “Mira, amigo mío, no le digamos lo joven que eres, porque se puede desilusionar. Pero ambos escribiremos la carta y la firmaremos, ya que él me conoce y confía en mi juicio”. Y así compilamos una larga carta para el enérgico Dr. Damoglou. Así comenzó mi amistad con Jean Pierre, una amistad que floreció y perduró durante muchos, muchos años, hasta que la guerra puso un continente entre nosotros. LA ISLA DE COS: HIPÓCRATES Y LOS AESCULAPIONS La historia del Dr. Damoglou y la Iglesia Esenia en la isla de Cos tienen algunas luces laterales interesantes. Uno es la conexión con el gran filósofo griego Hipócrates, reconocido como el padre de la medicina pero muy alejado del triste estado de la medicina moderna. Fue Hipócrates quien dijo: “Que la comida sea tu medicina y la medicina sea tu alimento”. Practicó la helioterapia, la hidroterapia y el tratamiento con hierbas, la respiración adecuada, la dieta sencilla, etc. Enseñó a sus alumnos bajo aquel hermoso plátano de la isla de Cos, y escribió tratados sobre sus ideas, llamando a sus terapias los aires, las aguas, etc. Su estatua existe en cada institución médica en un lugar destacado y sus libros son continuamente citado, pero muy raramente leído. De hecho, cada médico al graduarse toma el Juramento Hipocrático, 

La otra historia interesante es el origen de las ruinas por toda la isla de Cos, las ruinas de los esculapios. El nombre proviene de Esculapio, el dios griego de la salud, cuya estatua siempre marcaba la entrada de un esculapio. En la antigua Grecia, al igual que hoy en día, la gente que vivía en las ciudades solía tener problemas de salud, y cuando estaban muy cansados ​​y agotados iban a visitar un esculapio, que era un gran terreno en el campo, cubierto de huertas. , atravesado por muchos arroyos, y poblado de cabras que pastan en la rica hierba. Los médicos allí eran genios de la sencillez en sus métodos de tratamiento. Primero, le dijeron al paciente que caminara hasta que se cansara. Cuando estaba cansado, debía acostarse y descansar bajo cualquiera de los innumerables árboles grandes y sombreados. Cuando estuvo descansado, le dijeron que caminara de nuevo, y así. Si sentía frío, se le decía que se tumbara al sol con el cuerpo expuesto hasta que sintiera calor. Y este caminar, descansar, tomar el sol y nuevamente caminar y descansar, continuó alternativamente a lo largo del día. Cuando tuvo hambre, le dieron una olla de barro y le dijeron que ordeñara una de las cabras que estaba pastando y que luego recogiera algunas frutas de los árboles. Esta rutina por lo general duraba dos o tres semanas, y en ese momento el paciente se sentía fuerte y saludable, listo para enfrentar nuevamente el estrés de la vida en la ciudad. Me impresionó mucho mi estudio de los esculapios, y considero que nunca en la historia se inventó una forma más sencilla de construir el cuerpo humano, ni más placentera. Nada puede ser más placentero, además de saludable, que alternar caminar y descansar en un bello entorno natural, comiendo higos y almendras de los árboles y bebiendo leche fresca de cabra. Fue la combinación de Hipócrates, las ruinas de la escula piones con su herencia de genio en la simplicidad terapéutica, y la lectura del Evangelio Esenio de la Paz, lo que inspiró a un médico griego moderno, el Dr. Damoglou, a fundar su iglesia esenia, que existió durante muchos años. Después de nuestra correspondencia inicial, en la que Jean Pierre ayudó a hacerme parecer mayor y autoritario, también nos hicimos buenos amigos y mantuvimos el contacto durante mucho tiempo. De hecho, cuando fundé Mille Meditations* unos cuarenta años después, fue el Dr. Damoglou quien me envió en una hermosa urna tierra de la tumba de Platón, para que pudiera enterrar esa tierra en los terrenos de nuestro robledal reconstruido de Platón. (La famosa Academia de Platón consistía en un bosque de robles en el que caminaba con sus discípulos mientras practicaba diálogos socráticos y les enseñaba; la palabra "peripatético" significa caminar bajo los robles). Así que la congregación del Dr. Damoglou en la isla de Cos se convirtió en la segunda iglesia esenia de nuestra historia. *La historia de Mille Meditations, the Mountain ofa Thousand Meditations, está plegada en V oIudh Two de Search for the Ageless: The Great Experiment: the Conquest of Death.


NACIMIENTO DE NUESTRO BALNEARIO LITERARIO: SHAW, MAETERLINCK, GIDE, MARINETTI Mientras tanto, mi amigo Jean Pierre estaba lleno de ideas. El primero, inspirado y desafiado tal vez por su amigo griego, fue fundar una iglesia esenia. Y esto lo hizo, donando un área muy hermosa de su tierra para el uso de unas dos docenas de sus amigos, donde se reunían una vez por semana y leían el Evangelio esenio, discutían las enseñanzas esenias y hablaban de sus experiencias al seguir un sencillo y la vida natural y la dieta. Me expresó su segunda idea de esta manera: “Sabes, mi querido Edmond, hasta ahora hemos estado trabajando con las enseñanzas esenias desde la base. ¿Por qué no empezamos ahora desde arriba? Debo haber parecido algo desconcertado, porque pasó a explicar su idea. “Edmond, te sugiero que organices un “spa literario” para escritores, poetas, pintores, escultores, compositores, donde pueden reunirse para pasar sus vacaciones y seguir escribiendo o pintando o componiendo y mientras tanto siguen los ideales esenios de una vida sencilla y natural. Combinarían la disciplina artística con una dieta de alimentos simples y vida natural, todo infundido con el elemento espiritual. Sería verdaderamente una fusión de todos los más altos ideales a los que el hombre puede aspirar. Y tendremos los puntos más importantes y más activos del universo al servicio de algo bueno. ¡Sin mencionar el hecho de que el Evangelio esenio se propagará mucho más efectivamente!” Bueno, fue un argumento muy impresionante. De hecho, nunca he podido resistirme a una buena idea. Así que el siguiente paso fue que Jean Pierre me pusiera en contacto con uno de sus amigos, lo que se convirtió en una especie de broma permanente entre nosotros, porque si había una cualidad de Jean Pierre que lo distinguía más, era que conocía a todo el mundo. Fue increíble. Cuando quise investigar un poco acerca de una pregunta oscura sobre los Caballeros de Malta, simplemente hizo una pequeña nota y unos días después me dio exactamente la información que necesitaba. "Oh", dijo, en respuesta a mi sorpresa, "acabo de escribirle a un amigo mío que es Caballero Templario de Malta". Cuando quise alguna planta rara de un lugar desconocido de África Central, inmediatamente me puso en contacto con el gobernador británico de esa zona, que también era amigo suyo. Así que no era de extrañar que cuando discutíamos cómo conseguir el terreno que necesitábamos para nuestro balneario literario, que habíamos decidido que debería estar en Aspremont para aprovechar el excelente clima de la Riviera, dijo sin dudarlo un momento: "Lo pondré en contacto con mi buen amigo, el Sr. Yelland". El Sr. Yelland era un caballero de Inglaterra que había fundado en Aspremont un centro de Esperanto. El esperanto es una lengua internacional inventada por un oftalmólogo ruso llamado Dr. Zamenhoff, también 30 filólogo que hablaba dieciocho idiomas y consideraba que no habría barreras lingüísticas entre hombre y hombre y ....... y nación si todos hablaran el mismo segundo idioma. Esta idea interna, que él llamó interna ideo, pensaba que uniría a la humanidad y la difusión del espíritu fraterno. Inspirado por estos ideales, el Sr. Yelland había establecido un centro al que acudía gente de todas partes del mundo para hablar esperanto. También tenía un hermoso valle que no usó en absoluto. Así que mi amigo Jean Pierre lo convenció de que pusiera el valle a nuestra disposición para la noble causa de nuestro balneario literario. Estaba más que dispuesto, con la única condición de que se le permitiera dar una conferencia sobre esperanto una vez por semana a todos los grandes y famosos que, le aseguró Jean Pierre, pronto inundarían todo el valle. Así que establecimos el primer spa literario del mundo. La belleza del entorno natural era insuperable: prados ondulantes y árboles altos, un arroyo que atravesaba el valle, un buen pozo, un huerto de frutas y un clima perfecto. Jean Pierre tenía otro amigo, el Sr. Gottland, quienes construyeron unas dos docenas de pequeñas cabañas de un material parecido al asbesto llamado fihrocement, y fueron excelentes pequeñas viviendas esenias. Jean Pierre comenzó a escribir a algunos de sus amigos más, y dentro de tres meses y todos los veranos después de eso, el valle estaba realmente rebosante de grandes y casi grandes. Un invitado eminente fue George Bernard Shaw, quien entretuvo a todos con su ingenio seco ya veces cáustico. Uno de sus chistes más populares, aunque sospecho que lo decía en serio, era afirmar que cada vez que tenía insomnio podía curarlo con éxito y quedarse dormido en unos minutos con solo abrir mi libro sobre astrofísica y leer algunas páginas. También disfrutó de las maravillosas caminatas que permitieron nuestras montañas, y por supuesto le gusto mucho la comida ya que el ya era vegetariano y no era necesario convertirlo. De hecho, siempre ponía pequeños adhesivos en su correspondencia que decían: Sé amable con los animales, no te los comas. Luego estaba Maurice Maeterlinck, otro buen amigo de Jean Pierre. Este hombre tranquilo y gentil escribió tantos libros hermosos y místicos, algunos de los cuales se hicieron muy populares, como The Bine Bird; otros, no tan conocidos, fueron aún más significativos, como Le Grand Secret, en el que describió las hermosas enseñanzas de la antigua India, los Upanishads, los Vedas y muchas otras escrituras místicas. Otro visitante frecuente fue André Gide, el gran escritor, humanista y moralista francés, quien años más tarde en 1947 ganaría el premio Nobel de literatura. Se mantuvo muy reservado, caminando durante horas solo por los hermosos senderos que serpentean a través de las estribaciones de los Alpes. En su presencia sentí mucho de la tradición clásica del siglo XVII, y su escritura también reflejaba esa integridad y nobleza de pensamiento, cuya pureza y armonía de estilo le otorgaron un lugar permanente entre los grandes maestros de la literatura europea. De algún modo, nunca se deseaba molestarlo, y aunque invariablemente era cortés y educado, sus ojos siempre estaban fijos en algún milagro lejano, y en sus venas parecía latir el ritmo de otro siglo. Luego estaba Marinetti, quien más tarde se convirtió en el director de la Academia Italiana de las Artes. Fue el fundador del futurismo y escribió extraños poemas. Si la principal actividad de Shaw era el senderismo y la escritura de Maeterlinck, la principal ocupación de Marinetti era la payasada. Recuerdo una vez cuando le tocó a él dar una conferencia. Allí llegó, precedido por dos fornidos musculosos vestidos de legionarios romanos que portaban un enorme libro de acero que colocaron sobre una mesa. Luego, mientras Marinetti leía sus poemas del libro de acero, los dos legionarios pasaban las páginas con gran esfuerzo. Fue muy divertido, pero cuando le preguntamos después si no era más sencillo imprimir sus poemas en un libro de papel, dijo: “¡Oh, no, mi viejo amigo Horacio dijo exegi Monumentum aere perennius!”, lo que significa: ¡He erigido un monumento que será más perenne que el hierro! Era una cita bastante inmodesta teniendo en cuenta que estaba hablando de sus propios poemas. Continuó diciendo que el uso de acero en lugar de papel seguramente garantizaría que sus poemas quedaran para la posteridad. Aunque era una persona maravillosa, y contaré en breve la manera muy divertida en que nos conocimos por primera vez. Así que teníamos un gran conglomerado de las personas más extrañas, grandes genios y excéntricos, y la vida nunca era aburrida. Lo más interesante fue que, aunque las opiniones eran muy diferentes sobre prácticamente todo, todos aceptaron como terreno común el Evangelio Esenio de la Paz y no objetaron la dieta de frutas y verduras y la forma de vida sencilla y sin adornos. Todos ellos estaban acostumbrados a un estilo de vida lujoso, pero en el spa vivían felices en una pequeña cabaña de asbesto, acostados en una cama de madera, con solo una mesa y una silla como muebles. Y se lo pasaron de maravilla y regresaron a casa con mucha mejor salud. ZARATHUSTRA EN EL SIGLO XX Hay otra aventura relacionada con mi amigo Jean Finn, que vale la pena contar. Surgió cuando le mencioné una vez que me había interesado en investigar el Zend Avesta de Zarathust'-tM. Ahora bien, la mayoría de la gente nunca había oído hablar de ese antiguo scriplum de Zarathustra, pero como de costumbre, Jean Pierre no solo los conocía, sino que los conocía. Tpd que visito a un amigo suyo! (Debería haberlo sabido.) Su amigo

al menos doce pies de altura, y una enorme puerta de hierro cubierta con tallas de todo tipo de figuras sumerias y persas antiguas. Había una pequeña abertura en la puerta y un nicho donde se adjuntó una nota que decía: en caso de que tenga algún motivo serio para discutir con nosotros, por favor deje una nota, vuelva mañana y encontrará en este cuadro la hora de su cita. Bueno, dejé allí la carta de recomendación de Jean Pierre y volví a París. Al día siguiente volví a eso de las diez de la mañana y noté que mi nota había desaparecido de la caja. Llamé a la puerta y cuando se abrió, revelando una antigua aparición persa, no me sorprendió mucho, recordando a mi viejo amigo Horatius, quien dijo nil adrnirari (nunca te sorprendas). Así que entré y le expliqué a la aparición, quien a segunda vista vi que era un joven afable, que me gustaría hablar con M. Jules Costes. “Oh, sí”, dijo el joven, “le dimos tu nota a mi abuelo y se alegrará mucho de verte. Mi abuelo decía que 'les amis de nos amis sont aussi nos amis'. (Los amigos de nuestros amigos también son nuestros amigos.) Y me llevó a la biblioteca donde me pidió que esperara. Como uno puede haber adivinado, la biblioteca también estaba llena de arte antiguo persa y sumerio, y apenas había comenzado a mirar más de cerca algunas de las figuras y pinturas cuando una figura muy notable entró en la habitación. Aunque sabía, según la razón, que debía ser M. Costes, mis ojos vieron a alguien que parecía recién salido de una antigua pintura persa: un anciano caballero digno con un atuendo persa resplandeciente, auténtico hasta el último hilo, con una barba larga y cabello largo y ojos muy vivos, una figura definitivamente no de este siglo. Me pidió que me sentara y luego me dijo sin preámbulos que había leído en mi carta de presentación de nuestro mutuo amigo Jean Pierre que yo estaba muy interesado en leer la edición Anquetil-Duperron del Zend Avesta de Zaratustra. Respondí que ese era 34 ciertamente mi deseo. Sus ojos brillaron cuando dijo: "No deseo ser grosero, ¡pero será absolutamente inútil para ti!" Le pregunté, bastante sorprendido, qué quería decir. Sus ojos brillaron nuevamente cuando dijo: “Joven, no eres el primero en venir aquí. Muchas veces en el pasado han venido curiosos a ver mi edición del Zend Avesta, y después de haberlo visto se van y no pasa nada. Ahora estás aquí, y por supuesto tendrás que volver varias veces porque te das cuenta de que nunca dejaré que ese libro salga de esta casa, así que volverás y lo leerás y lo leerás, y por supuesto eres bienvenido a hacerlo. , tanto como quieras hasta que lo hayas terminado. Pero, repito, ¡no harás nada al respecto!” Sus palabras resonaron en silencio por unos momentos, y luego le pedí pacientemente que por favor explicara su significado más claramente. Me miró largamente y dijo con seriedad: “Amigo mío, el Zend Avesta no es solo una pieza de museo arcaica, es un mundo en sí mismo. Contiene información sobre cómo vivir, cómo comer, cómo meditar, cómo hacer crecer un jardín y mucho más que no podría empezar a describir, y ustedes, teóricos y escolásticos, ¡nunca hacen nada al respecto! Bien, parecía que estaba decidido sobre la verdad de su declaración, pero le pedí que por favor no tuviera prejuicios. "METRO. Costes”, dije, “todavía no sé qué haré al respecto, pero siento que haré algo, siento que hay un conocimiento muy importante en ese libro”. De nuevo los ojos centelleantes. “¡Claro que hay un conocimiento importante!” el exclamó. “¡Es el libro sagrado más antiguo de la humanidad y es una enciclopedia! ¡Tiene todo lo que necesitamos saber!” Luego se recompuso y pareció recordar que yo era amigo de su amigo, pues sonrió y sugirió que antes de que me sentara a leer, le gustaría mostrarme su extenso patrimonio. UN PATRIARCA EXCÉNTRICO EN EL JARDÍN DEL EDÉN Salimos de la biblioteca y entramos en una hermosa recreación sobrenatural de la antigua Persia. Vi maravillosos huertos, huertas, flores de todo tipo, y azulejos tallados y figuras de piedra esculpidas que representan antiguos símbolos sumerios. Vi a varias personas con atuendos persas, cuidando los árboles frutales, haciendo jardinería, haciendo compost y haciendo todo tipo de otras actividades menos familiares. Me acompañó hasta cuatro de ellos y dijo que le gustaría que conociera a su nieto. Le dije que ya nos conocíamos, que era su nieto quien me había recibido en la puerta. Mi anfitrión sonrió y dijo que recordaba. Junto a su nieto trabajaba una joven encantadora a quien presentó como la esposa de su nieto. Entonces conocí a su nieta y su esposo. Comenté lo saludables y felices que parecían estar los cuatro, y cuánto parecían disfrutar de sus actividades creativas en este antiguo microcosmos persa. Me aseguró que sí, y me dijo que aunque su hijo y su hija no tenían mucho en común con él y estaban trabajando para el gobierno en algunas altas oficinas burocráticas, sus hijos, la próxima generación, habían acudido a él. “Y aquí están”, dijo con orgullo. “Mis nietos vinieron a mí, para seguir mi forma de vida”. Regresamos a la biblioteca. Me senté en una mesa y comencé a leer la edición más valiosa y rara, traducida por el escurridizo y enigmático Anquetil-Duperron, quien desertó de la Legión Extranjera para pasar su vida en Persia persiguiendo la tarea casi imposible de traducir lo más mínimo. conocida pero la más universal y profunda de todas las sagradas escrituras de la antigüedad: el Zend Avesta de Zaratustra. Regresé todos los días durante varios días a esa habitación tranquila y llena de libros, donde inexplicablemente, tan cerca de París, residía el espíritu de la antigua Sumeria y Persia. Tomé notas que luego formaron la base de varios libros míos sobre Zaratustra y me llevaron a adquirir mi propia copia de la edición de Anquetil-Duperron. Después de aproximadamente una semana de mis visitas, un día le llevé a M. Costes mi traducción francesa del Evangelio esenio de la paz. Lo miró y dijo que parecía interesante, y que si lo dejaba sobre la mesa, lo leería y me daría su opinión al día siguiente. Cuando me fui, no pude evitar recordar cómo había dejado mi nota de presentación original de la misma manera. A la mañana siguiente sucedió algo extraño: mi anfitrión me invitó a almorzar con él. Entramos en una sala soleada con una mesa repleta de fruta fresca de la huerta, tomates maduros, almendras, avellanas, y una hermosa variedad de otros alimentos frescos. Cuando le expresé mi admiración, sonrió. “Si sigues lo que tradujiste”, dijo, “entonces estos son más o menos los alimentos que comes”. Le dije que eran. Por primera vez, vi un brillo en sus ojos. "Sabes, mi querido Edmond, ¡quizás hagas algo al respecto!" Y luego festejamos, disfrutando de un banquete tanto espiritual como gastronómico. M. Costes adoptó amablemente el Evangelio esenio de la paz, aunque se apresuró a señalar varios pasajes del Zend Avesta en los que las tradiciones esenias podían rastrearse desde la cultura vástica de la antigua Persia. Pasamos varias horas en la biblioteca esa tarde estudiando detenidamente una gran cantidad de volúmenes, y me demostró sin lugar a dudas que los fssenes tenían sus raíces en la antigua Persia y Sumeria. Y ambos admitimos que probablemente las mismas tradiciones avesticas se remontaban mucho más atrás que eso. Nos hicimos muy buenos amigos, y M. Costes, sus nietos y sus esposas, todos abrazaron con entusiasmo el Evangelio de la Paz Hssene. Por supuesto, era básicamente la misma filosofía 36 que seguían de todos modos, pero les gustaba mucho la atmósfera espiritual del Evangelio esenio. Formaron un pequeño núcleo que se convirtió en un centro para las enseñanzas esenias. Una nota al pie: cuando finalmente le di a Jean Pierre un informe de todo lo que había sucedido, sonrió y exclamó: “¡Ves! ¡Te dije que es un excéntrico! Y su tono de voz implicaba que no era algo tan malo, después de todo. sus nietos y sus cónyuges abrazaron con entusiasmo el Evangelio Hssene de la Paz. Por supuesto, era básicamente la misma filosofía 36 que seguían de todos modos, pero les gustaba mucho la atmósfera espiritual del Evangelio esenio. Formaron un pequeño núcleo que se convirtió en un centro para las enseñanzas esenias. Una nota al pie: cuando finalmente le di a Jean Pierre un informe de todo lo que había sucedido, sonrió y exclamó: “¡Ves! ¡Te dije que es un excéntrico! Y su tono de voz implicaba que no era algo tan malo, después de todo. sus nietos y sus cónyuges abrazaron con entusiasmo el Evangelio Hssene de la Paz. Por supuesto, era básicamente la misma filosofía 36 que seguían de todos modos, pero les gustaba mucho la atmósfera espiritual del Evangelio esenio. Formaron un pequeño núcleo que se convirtió en un centro para las enseñanzas esenias. Una nota al pie: cuando finalmente le di a Jean Pierre un informe de todo lo que había sucedido, sonrió y exclamó: “¡Ves! ¡Te dije que es un excéntrico! Y su tono de voz implicaba que no era algo tan malo, después de todo. Cuando finalmente le di a Jean Pierre un informe de todo lo que había sucedido, sonrió y exclamó: “¡Ves! ¡Te dije que es un excéntrico! Y su tono de voz implicaba que no era algo tan malo, después de todo. Cuando finalmente le di a Jean Pierre un informe de todo lo que había sucedido, sonrió y exclamó: “¡Ves! ¡Te dije que es un excéntrico! Y su tono de voz implicaba que no era algo tan malo, después de todo.

CONOZCO AL FUNDADOR DEL FUTURISMO EL FANTASMA DE CORNARO, EL NOBLE VENECIANO Una mañana estaba visitando a mi amigo Jean Pierre en su casa de Tourette Sur Loup, y le comentaba algunos planes que tenía para ciertas conferencias, mientras él inauguraba la correo del día. Nuestras conversaciones duraron un poco más de lo habitual, ya que tuve que escribir todo lo que quería decirle debido a su problema de audición. Entonces, cuando terminé de escribir mi nota y se la entregué, noté que estaba muy concentrado en una carta que acababa de abrir con un impresionante sello de cera. Lo leyó todo, luego me lo entregó para que lo mirara, diciendo que era algo que podría interesarme. Leí la hermosa letra gótica, invitando a Jean Pierre a ser uno de los oradores de honor en el quincuagésimo aniversario de Cin quenale de Milán, una famosa feria internacional organizada bajo los auspicios del gobierno italiano. De hecho, había oído hablar del Cinquenale y siempre había tenido la intención de ir a uno, aunque nunca lo había hecho. La carta continuaba diciendo que, dado que esta era la celebración muy especial del quincuagésimo aniversario, el tema también sería especial, y se le pidió a Jean Pierre que disertara sobre algún gran italiano, ya fuera filósofo, artista, autor o lo que sea. Cuando terminé de leer la carta, Jean Pierre dijo que al parecer no sabían sobre el estado de su oído, ni que tenía una voz aguda desagradable no apta para dar conferencias. Y me preguntó si me gustaría dar la conferencia en su lugar. Bueno, lo pensé, y como nunca había estado en un Cinquenale, me pareció una buena idea, especialmente porque faltaban varias semanas y no tenía que preparar una conferencia de inmediato. Jean Pierre me preguntó de qué gran italiano hablaría. Consideré eso también, y de repente me vino a la mente un nombre: el de un noble italiano muy inusual del siglo XV que introdujo una filosofía y una forma de vida muy interesantes, y le dije que estaba seguro de que el 99% de los italianos viven. hoy nunca había oído hablar de él: Luigi Cornaro, y la Escuela de Medicina de Salerno.* Después de que Jean Pierre leyera mi nota con esta declaración, dio un grito y dijo que seguramente no era uno de esos 99% porque era el orgulloso propietario de un libro muy importante del mismo Luigi Cornaro! Lo acompañé a uno de sus cientos de estantes de libros y, efectivamente, había una edición antigua, muy rara, del libro de Cornaro Discurso sobre la sobriedad, completo con una hermosa imagen del mismo Cornaro en la portada, luciendo extremadamente impresionante en su atuendo adornado. Dijo que probablemente este era un libro sobre llantas del que quería hablar. Le dije que lo era y mencioné 4 Escribí extensamente sobre Cornaro en mi libro La ciencia esenia del ayuno y el arte de la guía solnímica para la regeneración en la salud y la enfermedad, 38 algunas de las cosas que mencionaría en la conferencia, conectando la Escuela de Medicina de Salernian con el monasterio benedictino de Monte Cassino. Al mirar la foto de Cornaro, Jean Pierre dijo que le recordaba que se suponía que todos los oradores del Cinquenale iban vestidos de noche y yo no debía olvidarme de sacar el mío de las bolas de naftalina, pues sabía bien que a mí me desagradaba arreglarme. Le aseguré que sería el hombre mejor vestido de la celebración, y ahí dejamos el tema por el momento, Jean Pierre me dijo antes de irme que notificaría al comité que en vista de su condición auditiva me había pedido, como autor y arqueólogo, que pronunciara la conferencia en su lugar. LA MOTO Y YO - DESTRUCCIÓN DE UN CARRITO DE HELADOS Una hermosa mañana, varias semanas después, estaba probando mi nueva motocicleta, paseando de un lado a otro frente a mi casa en Aspremont, en las afueras de Niza. El agente me lo había dado a modo de prueba de 24 horas y ahora estaba esperando mientras yo subía y bajaba para escuchar mi opinión. Tengo que añadir que no era lo que conocemos hoy en día como moto. Aunque le dimos ese nombre, en realidad era solo una bicicleta robusta con un pequeño motor adjunto, lo que hoy podría llamarse una motocicleta. Me pareció muy práctico para mis necesidades, ya que era capaz de atravesar los pequeños caminos sinuosos donde un automóvil no podía ir, usaba cantidades extremadamente pequeñas de gasolina, no olía mal y era fácil de manejar. Entonces, cuando frené hasta detenerme, el agente me preguntó si estaba interesado en comprarlo o no. Quería saber porque en caso de que yo decidiera no hacerlo, quería llevárselo durante una semana a la Cinquenale que empezaba ese mismo día en Milán, y estaba seguro que después de demostrarlo allí podría vender al menos unas cuantas docenas de ellos. Después de que pronunció "Cinquenale", apenas escuché otra palabra porque me di cuenta, horrorizada, de que hoy era el día de mi conferencia, y esa misma noche se suponía que yo estaría en Milán en el Cinquenale en el estrado en traje de noche exponiendo sobre ¡Luigi Cornaro! Mi mente repasó rápidamente las diferentes posibilidades de transporte, primero rechazando mi propio coche —estaba en mi casa de París y era imposible llegar a tiempo— y luego eliminando el autobus, que era demasiado lento. De repente me di cuenta de que la providencia había puesto en mis manos la pequeña motocicleta para este propósito. Así que compré la máquina, me puse mi mejor traje de noche y me fui por la autopista a Milán. Todavía era de mañana y calculé que, dado que no estaba programado hasta la tarde, podría hacerlo maravillosamente. Iba conduciendo, disfrutando del aire fresco y el hermoso paisaje de la ruta y felicitándome por recordar la conferencia a tiempo y descubrir un modo de transporte tan agradable, cuando justo antes de llegar a la frontera italiana, ocurrió el desastre. Un vendedor de helados se materializó de repente en medio de la carretera, justo al final de una curva, y no había manera de evitarlo. Tuvimos una colisión bastante espectacular, pero afortunadamente ninguno de los dos resultó herido. Sin embargo, su pequeño carrito de helados fue demolido y yo no tenía ni un minuto que perder quedándome para arreglar el asunto. Le di mi nombre y tomé el suyo, le dije que lo vería en dos días en Niza, volví a subir a mi bicicleta, que me alivió ver que aún funcionaba, y continué mi camino a Milán. Terminé el resto del viaje a un ritmo algo más lento, porque después de esa experiencia cabalgué con mucho más cuidado. MI TEMPESTUOSA ENTRADA AL FAMOSO CINQUENAL Llegué apenas veinte minutos antes de mi conferencia al gran salón donde se desarrollaba la celebración del Cinquenal. Estacioné mi bicicleta y subí corriendo las escaleras hasta el segundo piso, pasando invitados en el camino, todos ataviados resplandecientemente, y todo, Me di cuenta con una súbita premonición, mirándome con mucha curiosidad. ¡Y por primera vez desde el accidente, miré mi chaqueta y mis pantalones de noche, que para mi horror estaban cubiertos de manchas de helado de todos los colores del arcoíris! Afortunadamente, nunca he sido de los que entran en pánico en una situación seria, así que pensé un momento y, mirando alrededor, tomé del brazo al primer caballero que pasó y que parecía de mi tamaño. "Disculpe", le dije, "¿podría decirme dónde está el baño de hombres?" Dijo que por supuesto, y se ofreció a mostrarme el camino. Cuando llegamos a la puerta, me dirigí a él nuevamente. "Disculpe, pero ¿podría venir conmigo por unos minutos, ya que necesito su ayuda y le explicaré todo?" Ahora me miró no solo con curiosidad sino también con suspicacia, así que pasé rápidamente a explicar que tenía previsto dar una conferencia en unos minutos, pero ciertamente no podía subir al estrado del orador con este traje multicolor que fue el resultado de una colisión con un vendedor de helados en la calle. autopista, y si fuera tan amable de cambiar su traje por el mío solo para la conferencia, ¡le estaría eternamente agradecido! Bueno, después de este asombroso discurso, se echó a reír como si hubiera oído un chiste maravilloso y, con una reverencia cortés, me hizo señas de que fuera delante de él al baño de hombres, donde nos cambiamos de traje. El suyo estaba impecable y era justo de mi tamaño, y me apresuré a dar mi conferencia, después de asegurarle que estaría de vuelta en media hora. Llegué a la sala de conferencias solo tres o cuatro minutos antes de la hora prevista para hablar. Mi conferencia fue un gran éxito. Ensalcé el valor inestimable de la literatura, las artes y la filosofía italianas, y presenté a un gran italiano, l.uigi Cornaro, del que el 99% de mi audiencia nunca había oído hablar, tal como yo sospechaba. Recibí una fuerte ovación y muchas felicitaciones, que agradecí con gracia pero bastante rápido, porque tenía prisa por volver con mi buen samaritano que esperaba en el baño de hombres con mi traje cubierto de helado. EL GRAN POETA ITALIANO EN EL SANTUARIO CATABOLICO Cuando llegué allí, mi nuevo amigo estaba sentado en una mesita leyendo tranquilamente un libro de Benedetto Croce, un autor que conocía, que escribía sobre estética y arte. Bueno, ¡tenía que admirar la presencia de espíritu de este caballero, para pasar el tiempo leyendo una obra literaria como esa en el baño de hombres, mientras un completo extraño se escapaba con su traje de noche! Levantó la vista de su libro y sonrió, diciendo que se alegraba de que no tuviera la naturaleza de un bromista, en cuyo caso podría haber regresado a Niza y haberlo dejado eternamente en el baño de hombres. “Pero”, prosiguió, “veo que eres una persona concienzuda y te lo agradezco”. Protesté, diciendo que por el contrario era yo quien debía agradecerle, por haberme salvado la vida. Luego me sugirió que en lugar de usar el baño de hombres como vestidor, que era muy pequeño e incómodo, subiéramos a su hotel, que era el mismo hotel donde tenía planeado quedarme, y allí podríamos vestirnos de manera más civilizada. alrededores. Estuve de acuerdo, salimos del edificio y entramos en su auto que esperaba. Durante nuestro viaje al hotel me presenté, pensando que ya era hora, y le pregunté con quién tenía el placer de compartir estos hermosos trajes de noche. Se rió y dijo que era Marinetti. Lo miré. "¿Los Marinetti?" Pregunté, "¿el fundador del futurismo?" Estaba muy complacido de que yo supiera de él y me preguntó si había leído sus poemas. Le dije que efectivamente había leído varios, y comenzamos una discusión larga y fascinante que abarcó una gran cantidad de temas, incluidas diferentes tendencias en poesía, literatura y la situación política general en el mundo, y todavía estábamos hablando mucho después de haber terminado. se cambiaron de ropa y cenamos juntos en el hotel. Finalmente, cuando al día siguiente estuve listo para regresar a Niza, le dije que la única forma en que podía expresar mi gratitud era invitarlo a pasar un tiempo como huésped en mi spa literario. Estaba intrigado, y cuando le dije algunos nombres de invitados frecuentes, como Bernard Shaw, Maeterlinck, Andre Gide, etc., estaba muy interesado en conocerlos y amablemente aceptó mi invitación. Como ya he relatado, Marinetti no sólo contribuyó a la vida intelectual del balneario, sino que también proporcionó algunos de sus momentos más divertidos. Era un excéntrico, es cierto, y su genio asumió algunas manifestaciones extrañas, pero también fue un pensador muy original y un excelente poeta, y a través de su papel como presidente de la Academia Italiana de las Artes, influyó profundamente en el curso moderno de la literatura en esa época. país.


ENCONTRAR A MI VÍCTIMA EN LA ESTACIÓN DE POLICÍA - UN FINAL FELIZ Cuando llegué a Niza, no perdí tiempo en ir a ver al Jefe de Policía, que era amigo mío, para contarle mi aventura con el helado y ofrecerle una reparación. para resolver el asunto del accidente de una manera amistosa. Me preguntó cómo ocurrió la colisión y le di los detalles. Él asintió y dijo que había alguien que ya había ido varias veces a verlo y que ahora mismo estaba sentado en el pasillo. Le dijo a su secretaria que llamara a la persona y en unos momentos apareció en la puerta el vendedor de helados, acompañado por un policía. El jefe de policía le pidió que se sentara y le dijo con bastante severidad que ahora sabía todo sobre el accidente y que todo era su culpa. como yo había estado en el lado derecho de la carretera y él había estado en el lado equivocado. Y no solo no tenía derecho a ninguna indemnización, sino que como había infringido las leyes de tránsito había una buena posibilidad de que tuviera que pagar una multa si decidiera llevar el caso a los tribunales, e incluso podría pasar una semana o dos en prisión. Pues el pobre diablo se molestó mucho, y empezó a quejarse de que con cárcel o sin cárcel, no tenía dinero y qué haría para ganarse la vida si no conseguía al menos unos francos para reparar su carreta y reponer su mercadería. . Así que pensé que era hora de intervenir en el asunto. Le dije que realmente no importaba de quién fuera la culpa, con tal de que en el futuro hubiera aprendido a observar las leyes de tránsito, y le di quinientos francos. Los ojos del pobre hombre desaliñado se iluminaron y tomó los quinientos francos, y salió corriendo de la habitación antes de que cambiara de opinión. Cerró la puerta con un golpe y luego, un segundo después, la abrió de nuevo y nos sonrió. "Monsieur, si en algún momento en el futuro desea destruir mi carrito de helados y pagarme quinientos francos, ¡será muy bienvenido a hacerlo!" El Jefe de Policía se reía detrás de su bigote, y yo también, y dimos por cerrado el asunto. Así fue como conocí a Marinetti, el fundador de la Escuela Futurista de Poesía en Europa, y uno de los poetas modernos más famosos de nuestro tiempo. Y aunque siempre estuve agradecido con el vendedor de helados por presentarnos, desde entonces mantuve mi pequeña motocicleta en las sinuosas y estrechas carreteras de Niza y no volví a tentar al destino con ninguna bicicleta de larga distancia.


LA PEQUEÑA HERMANDAD ESENCIA DEL SUR DE FRANCIA NUESTRO CUARTETO DE CUERDA NOSTÁLGICO Una hermosa tarde de verano estaba visitando a mis amigos, los de Yelski, en su villa de la Riviera con vista al Mediterráneo. El Conde y la Condesa de Yelski eran descendientes de dos antiguas familias polacas de la nobleza, y habían comprado esta villa en la Riviera muchos años antes, para tener un cambio agradable de los fríos inviernos polacos. Pero cuando llegó la revolución comunista, la villa se convirtió en un refugio para sus propias vidas. Escaparon a Francia con algunas joyas de la familia que pudieron vender, lo que les proporcionó una holgada renta. Desde el punto de vista material, teniendo en cuenta que tenían una hermosa casa y suficiente dinero, eran muy afortunados; pero esta gente encantadora, pequeña y delicada como camafeos de marfil de otra época, vivió sólo en el sentido físico en Francia. Sus corazones y almas estaban en su Polonia natal, viviendo y reviviendo aquella época perdida y mágica de los castillos y los caballos blancos. Sentían una especie de afinidad conmigo, ya que las propiedades de mi padre en Transilvania también se habían ido (aunque no me molestaba en lo más mínimo), y durante horas recordaban, hablando con voces suaves y tristes, el maravilloso aroma del heno antes. la cosecha de otoño, los potros retozando y pastando en los verdes campos, los campesinos cosechando el trigo, las deliciosas comidas polacas y rusas, que no sabían igual en Francia aunque las recetas se siguieran fielmente, la recolección de frutos de sus abundantes huertos acompañados por el canto de las viejas canciones, sus melodías flotando en el aire de finales de verano, y los inviernos blancos y relucientes de los cascabeles y las troikas amortiguados. También eran músicos talentosos, y formamos un cuarteto de cuerda improvisado: el conde de Yelski tocando el violonchelo, yo tocando el violín, la condesa de Yelski como segundo violín y la viola tocada por un amigo ruso emigrado llamado Korilenko. No estaba tan bien económicamente como los De Yelski, pero tenía un buen trabajo en algún lugar de Niza, y disfruté enormemente de verlo con humor mientras jugábamos juntos, porque era muy alto y flaco, haciendo un encantador contraste con él. el conde y la condesa en miniatura mientras se inclinaba sobre su viola con abandono ruso mientras los de Yelski tocaban sus instrumentos con precisión aristocrática. Y, de hecho, ¡hicimos música excelente juntos! En esta tarde en particular, tocábamos los compases finales de uno de los últimos cuartetos de Beethoven en el balcón, al mismo tiempo que disfrutamos de la puesta de sol sobre el Mediterráneo, cuando su ama de llaves, una señora mayor muy simpática que había venido con ellos desde 44 Polonia, entró bastante alterada, diciendo que no le gustaba corrompernos, pero que había algunos visitantes con los que no se sentía preparada para tratar. Continuó diciendo que era una especie de delegación cuyos miembros pedían hablar conmigo y que acababan de llegar de Tourette Sur Loup, donde Jean Pierre les había dicho dónde podían encontrarme. Todos nos miramos un poco desconcertados, porque lo último en el mundo que esperaba era una delegación de cualquier tipo. Finalmente, el conde de Yelski le pidió a su ama de llaves que regresara y les preguntara quiénes eran y qué querían. Así que ella se fue, y en un momento volvió con la asombrosa información de que eran un grupo de anarquistas. Ahora bien, esta no era una palabra para alegrar los corazones de la aristocracia rusa y polaca, y las caras de mis amigos se reflejaron en una gran consternación. Korilenko se emocionó mucho y, agitando su arco, dijo que ya habían tenido suficientes problemas con estas personas en Rusia, y pensó que finalmente se habían escapado por completo de ellos y ahora aparecían como fantasmas en esta parte pacífica de la hermosa Francia libre. LOS ANARQUISTAS DE LA RIVIERA Esto comenzó a ponerse interesante, así que lo calmé un poco y le pedí al ama de llaves que les preguntara qué querían discutir conmigo. Después de que se fue, mis amigos me advirtieron que tuviera cuidado, que todos habían pasado por muy malas experiencias con estos terroristas en Rusia y Polonia, y uno nunca sabía lo que estaban haciendo. Todavía estaban así cuando el ama de llaves regresó con una historia muy interesante. Parecía que habían escuchado una de mis conferencias en la Société Naturiste de Culture Hurricane en Niza, y estaban muy ansiosos por conocer mis ideas y sugerencias sobre el establecimiento de algunas granjas creativas de subsistencia en el área periférica del país. Al escuchar esto, el Conde y la Condesa se relajaron un poco, pero nuestro amigo Korilenko aún no estaba satisfecho. Le pidió al ama de llaves que volviera una vez más y les preguntara si eran seguidores de Bujarin o del príncipe Kropotkin. Todos lo miramos con cierta sorpresa cuando la buena ama de llaves hizo otro viaje y regresó con la información de que eran seguidores del Príncipe Kropotkin. Ahora Kori lenko parecía más feliz, diciendo que los discípulos del príncipe Kropotkin eran definitivamente más gente pacífica que los seguidores de Bujarin, que querían hacer una tabula rasa de la civilización occidental. Le dije que tenía razón, pero que no olvidara que incluso Bujarin, cuando escuchó la Novena Sinfonía de Beethoven, dijo que cuando destruyeran toda la civilización, de alguna manera lograrían preservar esa gloriosa pieza musical. Entonces el conde de Yelski dijo que aunque él y su esposa disfrutarían en cualquier momento de esta discusión sobre los diversos aspectos de la filosofía anarquista, ¿No pensamos que sería una buena idea dejar entrar a estas personas y finalmente obtener toda la historia de ellos, ahora que habíamos determinado que no vinieron con malas intenciones? Así que el ama de llaves fue de nuevo a la puerta y esta vez regresó con tres jóvenes, todos de poco más de veinte años. Nos estrecharon la mano solemnemente a cada uno de nosotros, presentándose como Marcel, un joven fornido de cabello oscuro; Andre, rubio y larguirucho con ojos soñadores detrás de sus lentes; y Renee, una joven vivaz con el pelo corto y una franqueza moderna. Marcel parecía ser su vocero, y se disculpó por dar la apariencia de sospechar, pero no podían mentir sobre sus creencias, y en realidad eran seguidores de la filosofía anarquista del Príncipe Kropotkin, que no creían en la destrucción sino en la ayuda mutua. Me disculpé a mi vez por sospechar de ellos, pero continué explicando que mis tres amigos eran emigrados que habían tenido muy malas experiencias con los anarquistas. Los tres jóvenes se alegraron de que finalmente todo se aclarara y todos nos relajamos e intercambiamos algunas bromas. Entonces la condesa de Yelski amablemente les pidió que se sentaran y comenzaron a contarme su historia, que fue más o menos así: “Nosotros representamos una organización anarquista de unas tres docenas de jóvenes. Nuestro sueño es ser completamente independientes de la sociedad, asociados entre sí pero cada uno de nosotros viviendo una vida independiente, ya que consideramos que el valor más alto en la vida es la libertad, y no queremos estar restringidos por reglas, regulaciones y leyes que obstaculizar nuestra libre evolución individual. Escuchamos la conferencia que diste el domingo pasado, y nos impresionaron mucho varias de sus afirmaciones —primero, cuando citó al filósofo griego que decía que la única libertad real consiste en el mínimo de necesidades— y segundo, cuando dijo que el único camino que conduce a la libertad real es la sencillez de vivir, y que cuando seguimos el camino de la razón entonces todo saldrá bien en nuestras vidas. También apreciamos su afirmación de que podemos cometer dos errores con las cosas materiales: uno es tener demasiado, ya que entonces nos convertimos en esclavos de nuestras posesiones materiales, y el otro es no tener lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades básicas. Y sobre todo, nos impresionó lo que dijo al final de su conferencia, que la organización de nuestras vidas individuales debe tener este punto de partida: saber cuáles son nuestras necesidades reales, y no sacrificar valores reales como la salud, la tranquilidad y el tiempo libre, para adquirir cosas superfluas nocivas, a las que llamaste autoexplotación. Y también citaste a Zaratustra diciendo que la más noble de todas las profesiones es la del jardinero de la tierra, y que es posible producir todo lo que uno podría necesitar en un pedazo de tierra extremadamente pequeño. Bueno, hemos descubierto un terreno disponible, unas dos hectáreas, unos treinta kilómetros al norte de Tourette Sur Loup, donde vive tu amigo Jean Pierre, y queremos repartirlo entre nosotros e intentar poner en práctica las ideas que explicaste en tu conferencia. ” Me conmovió mucho esta declaración, y los De Yelski aparentemente quedaron tan impresionados por la sinceridad de los tres jóvenes que, para mi gran sorpresa, los invitaron a compartir nuestra cena, y Korilenko incluso secundó la moción. Aceptaron felices y nos sentamos a compartir una comida polaca saludable y deliciosa. Cuando terminamos nuestra cena, me contaron diferentes aspectos de sus planes, y acepté ir con ellos la semana siguiente para ver su tierra y hacer todas las sugerencias prácticas que pudiera para una organización exitosa de su plan. Andre habló en este punto y dijo que con el debido respeto les gustaría evitar cualquier organización, ya que Romain Rolland había dicho que “la organización es la muerte de la idea”. Me estaba riendo y les dije que conocía personalmente a Rolland, y aunque el novelista ganador del premio Nobel era una persona encantadora y un filósofo profundo, sin embargo, una granja subsistente nunca podría comenzar sin un poco de organización. Una vez establecida, señalé, entonces si lo deseaban, podían eliminar las reglas y la organización porque su vivienda tendría una estructura y unos cimientos sólidos. Me dieron las gracias con entusiasmo y se despidieron dando las gracias a los De Yelski y a Korilenko, quien comentó después de que se fueron que nunca supo que los anarquistas pudieran ser tan encantadores y (sin duda pensando en Renee) ¡personas tan guapas! LOS ANARQUISTAS SE CONVIERTEN EN ESENCIAS No olvidé mi promesa, ya la semana siguiente seguí su pequeño mapa hasta su propiedad. Dos hectáreas son aproximadamente cinco acres de tierra, y estaba nivelado con buena tierra, aparentemente muy apropiado para sus propósitos, con algunos árboles, un buen pozo y espacio para jardines y futuros huertos. Dividimos la tierra martillando pequeños palitos en cuadrados de 20 x 25 pies, luego numeramos los cuadrados y rifamos pedazos de tierra entre los participantes, quienes estaban allí ese día. Cuando terminó, cada miembro de su comunidad tenía su propia pequeña parcela de tierra, y fue un momento muy emocionante. Había una vieja casa abandonada en el terreno, y sugerí que usaran la mitad para una pequeña biblioteca comunal, y la otra mitad para un taller comunal, así cada vez que necesitaran un poco de dinero podrían crear algo, venderlo. , y utilizar ese ingreso para satisfacer sus necesidades simples. Por ejemplo, les sugerí que compraran una radio, para saber qué estaba pasando en el mundo, y quizás un gramófono y algunos discos para disfrutar de buena música. Les advertí que no excluyeran ocho mil 47 años de cultura de su comunidad, ya que la cultura ya era parte de la naturaleza humana, y los buenos libros, el arte y la música eran tan importantes como la buena comida, el sol, el agua y el aire. También sugerí que hicieran un periódico mural donde todos pudieran escribir sus ideas y experiencias basadas en la ayuda mutua, como Kropotkin describió tan bellamente en su libro, y que se reunieran regularmente para intercambiar pensamientos e ideas y disfrutar de la compañía de los demás, como los antiguos Los esenios lo hicieron. Les expliqué que como no podrían comer nada de lo producido en su tierra durante la primera temporada, tendrían que usar algunos métodos poco ortodoxos, y les mostré la técnica de germinar semillas y hacer brotes. Brotando y germinando se podrían cosechar cada cuatro o cinco días. También les enseñé cómo cultivar verduras tiernas en cajas pequeñas, vegetales pequeños y tiernos que crecerían hasta una altura de tres pulgadas en cuestión de una semana o dos, y cortándolos con unas tijeras, crecerían una y otra vez. Vieron que mediante el uso inteligente de brotes, germinación y verduras tiernas en cajas portátiles, podrían sobrevivir durante el primer mes o seis semanas hasta que sus jardines comenzaran a producir suficientes productos.* Les dije que siempre había una manera tener una dieta sana y equilibrada sin depender de la sociedad. (La palabra “dependiente” era como una bandera roja para ellos, y harían cualquier cosa para evitar la dependencia de cualquier persona o cosa. ) Les dije además que si siempre seguían los principios esenios al pensar, vivir y comer, serían independientes de los médicos y de los servicios de salud externos, y siempre serían capaces de producir todo por sí mismos para sus propias necesidades simples. Estaban muy agradecidos por mi consejo, y cuando nos despedimos, acepté intentar visitarlos cada tres meses, cuando vería lo que habían logrado, les indicaría qué se podía mejorar y haría sugerencias constructivas. PLINIUS RE 'VIVUS Y los visité al menos dos veces al año, observando su crecimiento constante y saludable durante mucho tiempo. Andre, Marcel y Renee siguieron siendo los portavoces del triunvirato, manejando maravillosamente los problemas inevitables que aquejaban a cualquier comunidad nueva, particularmente a una tan poco ortodoxa. A veces estos tres venían a verme a mi casa y nos hicimos muy buenos amigos. Jean Pierre fue realmente un ángel, pidiéndome que seleccionara de su biblioteca esos cien grandes libros de la literatura universal que siempre recomendaba a mis alumnos para leer Mti el tercer volumen de esta serie, La química de la juventud, las instrucciones completas se dan como hasta la germinación y brotación de semillas, la creación de jardines portátiles en miniatura de Iwhy greens, y muchas otras formas útiles y poco ortodoxas de recrear la nutrición vital que prolonga la vida de los antiguos esenios, en el siglo XX. 


(esa lista apareció más tarde en mi libro Books, Our Eternal Companions). Cuando los elegí, los llevamos a la comunidad y comenzamos la fundación de una excelente biblioteca comunal, presidida por el amante de los libros Andre. Con gran entusiasmo construyeron sus pequeñas cabañas, cada una de tres por cuatro yardas, basándose en la descripción de Plinio, el historiador natural romano, de las cabañas donde vivían los antiguos esenios en el Mar Muerto. Parecían ser perfectamente amplios para su estilo de vida. Cada cabaña tenía una puerta y dos ventanas al frente, y un techo inclinado que permitía que el agua durante la temporada de lluvias se acumulara en una cisterna en el punto más bajo del techo. Cada uno tenía una cama de madera, una mesa de madera, una silla y en la pared del fondo algunos estantes de almacenamiento para guardar sus sencillas herramientas de jardín y para germinar trigo y almacenar reservas. Fue sorprendente ver lo bien que funcionaron estas antiguas ideas de los esenios descritas por Plinio con este grupo de jóvenes, la mayoría de los cuales habían crecido en las clases media y media alta francesas. Fue la originalidad y la simplicidad de la idea lo que los mantuvo unidos, no las reglas y regulaciones. No era realmente una comunidad en absoluto, sino un grupo de individuos absolutamente y completamente independientes y subsistentes, un grupo de buenos vecinos, que en caso de necesidad siempre estaban dispuestos a ayudarse unos a otros, según el principio de ayuda mutua de Kropotkin. No sólo vivían en absoluta libertad, que era su ideal anarquista, sino que además su salud era perfecta, porque trabajaban al aire libre en sus minihuertas y huertos frutales, comiendo los alimentos más sanos, y respirando el aire puro del campo. Siempre era un placer visitarlos, y de vez en cuando traía a los de Yelski y Korilenko, quienes realmente estaban enamorados de estos jóvenes y su idealismo que habían traducido con trabajo duro en realidad. Cuando no podía visitarlos, me escribían largas cartas diciéndome lo agradecidos que estaban por mi ayuda y consejo iniciales para establecer su simbiosis, y que ciertamente era una lástima que el Príncipe Kropotkin no hubiera visualizado una forma tan práctica, basada en las leyes. de la naturaleza, para realizar la libertad. Su pequeño paraíso fue brutalmente interrumpido por el holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Como sucedió con muchas visiones ideales, las botas crueles de los nazis pisotearon a la pequeña hermandad bajo sus talones. Ya había dejado Europa cuando el torbellino de la guerra desarraigó toda Francia, y las noticias que recibí fueron desgarradoras. Andre se unió a la clandestinidad y los nazis le dispararon, Marcel fue deportado a un campo de trabajo de Europa del Este y Renee logró escapar a alguna isla de las Indias Occidentales. fue un hermoso sueño, 

realizado brillantemente, pero finalmente destruido en el océano de la violencia, en la tolerancia, el odio y la destrucción. Pero nunca olvidaré la profunda sinceridad de esos jóvenes sanos: Marcel, con su temperamento rápido y su risa cordial, siempre el que trepaba a la copa del manzano para sacudir las primicias de la temporada, Andre, con sus sueños. y visiones, la mayoría de las veces con su cabeza rubia enterrada en un libro durante horas en la pequeña biblioteca, y Renee, con su determinación y optimismo, sin dejarse intimidar por los obstáculos, un día regañando al pequeño petirrojo que vino a robar el trigo germinando de su jardín, al día siguiente alimentándolo de su mano. No solo tenían el sueño, sino también la capacidad para el trabajo duro, el amor y el humor, y a menudo me pregunto si volveré a encontrarme con alguien como ellos. Siento que este es un lugar apropiado, al final de un capítulo sobre un trío idealista de jóvenes pacifistas, para decir unas palabras sobre mi querido amigo y símbolo virtual del pacifismo de principios del siglo XX, Romain Rolland. Rolland provocó una tormenta de protestas tanto en Francia como en Alemania cuando instó a ambos países en 1915 a respetar la verdad y la humanidad a lo largo de su lucha, en una serie de artículos recopilados en Au-dessus de la Melee. Pero su voz siguió siendo escuchada y, finalmente, por la publicación de estos artículos y por su novela épica Jean Christophe, Rolland ganó el Premio Nobel de Literatura. Jean Christophe —(¡o cuántos jóvenes ha sido esta novela excepcional un despertar a la edad adulta, una invitación a una vida llevada en el ideal heroico de la fraternidad y la fidelidad a la verdad artística! Traducida a una treintena de idiomas, ha inducido a los jóvenes de todo el mundo a reflexionar sobre la vida y sus problemas, y les ha infundido, a través del propio fracaso de sus héroes, valor para vivir noblemente. Para Rolland, el desarrollo en él de la amistad entre un joven alemán y un joven francés simbolizaba esa “armonía de los opuestos” que el hombre debe esforzarse por establecer primero dentro de sí mismo, luego entre los individuos y, finalmente, entre las naciones. Nadie que haya leído a Jean Christophe podrá olvidar la memorable escena hacia el final del libro cuando el compositor Christophe, después de haber perdido todo lo que amaba, incluida durante mucho tiempo su inspiración musical, escucha la voz de Dios. dentro de él cuando el repentino viento cálido de la primavera se precipita a través de su ventana abierta. Siente el poder de la vida inundando su alma vacía, vida que había cerrado a través de su dolor. En las frases más hermosas del libro, Dios le habla: 50 “Yo no soy todo lo que es. Soy la Vida luchando contra la nada -Yo no soy la nada. Soy el Fuego que arde en la noche, no soy la noche. Soy la Luz Eterna; No soy un destino eterno volando por encima de la lucha. Soy el Libre Albedrío que lucha eternamente. ¡Lucha y arde conmigo!” Romain Rolland fue alguien que luchó toda su vida para promover la hermandad entre los hombres y la paz entre las naciones. Que lo hiciera a través de tan exquisitas obras de arte literario es algo por lo que todos sus innumerables amigos siempre estarán agradecidos. No soy un destino eterno volando por encima de la lucha. Soy el Libre Albedrío que lucha eternamente. ¡Lucha y arde conmigo!” Romain Rolland fue alguien que luchó toda su vida para promover la hermandad entre los hombres y la paz entre las naciones. Que lo hiciera a través de tan exquisitas obras de arte literario es algo por lo que todos sus innumerables amigos siempre estarán agradecidos. No soy un destino eterno volando por encima de la lucha. Soy el Libre Albedrío que lucha eternamente. ¡Lucha y arde conmigo!” Romain Rolland fue alguien que luchó toda su vida para promover la hermandad entre los hombres y la paz entre las naciones. Que lo hiciera a través de tan exquisitas obras de arte literario es algo por lo que todos sus innumerables amigos siempre estarán agradecidos. 

CON LOS HUNZAS EN LA CIMA DEL MUNDO “Al dar los tesoros espirituales de su rica vida a millones, nunca puede morir, incluso cuando sus días hayan llegado a su fin. Despojándose de sus restos terrenales, se convierte en espíritu vivificante. Y aun cuando se desvanece en el tiempo y el espacio, Él sobrevive: Luz Pura, Eterna e Infinita... ” —Vorosmarty: Oda a Alexander C. de Kotos Creo que fue durante el verano de 1928 o 1929 cuando recibí en Me envió una carta de la Royal Asiatic Society, invitándome a participar en la celebración del centenario de mi antepasado, Alexander Csoma de Koros, quien cien años atrás había sido Bibliotecario de la Royal Asiatic Society. Iba a celebrarse en Calcuta, y en la carta se adjuntaba un billete de Francia a la India y los gastos de viaje. La razón por la que querían que hablara era para tener un representante de su familia que lo describiera como persona, además de sus logros científicos. Estaba bastante sorprendido y complacido con la idea e hice planes para aceptar la invitación. HOMENAJE A MI ANTEPASADO, EL PEREGRINO DEL HIMALAYA Seguramente no hubo nadie en la historia de la Royal Asiatic Society tan merecedor de honores como Alexander Csoma de Koros. Nació en Transilvania en 1784, y pasó los primeros treinta y cinco años de su vida preparándose para el sueño de su vida: penetrar en Asia Central en busca del origen de su nación. Aunque siempre pobre en cosas materiales, logró una brillante educación, y cuando regresó a su tierra natal de la Universidad de Gottingen, un académico acabado, le esperaban honores y emolumentos. Una tutoría en la familia de un aristócrata, una cátedra en una universidad, la seguridad de una cátedra de primera clase en el colegio donde había pasado su juventud, a todas estas tentadoras ofertas Csoma hizo oídos sordos. En cambio, en medio de las nieves de febrero de 1819, salió de Transilvania a pie, con un bastón y un pequeño bulto en la mano, con el rostro puesto hacia Oriente y el viaje de su vida por Asia. Pero en lugar de llevarlo a la cuna de su nación, ese viaje, debido a los inexplicables giros de la fortuna de la vida, lo llevó a los altos Himalayas, y los siguientes veintitrés años de su vida los dedicó a sentar las bases de un nuevo departamento. del conocimiento humano: no menos de 339 volúmenes, que representan el corazón de las enseñanzas del budismo tibetano, hasta ahora desconocidas en Occidente, copiado por Csoma en el helado mundo de los lamasterios del alto Himalaya, traducido por él, con sus lúcidos comentarios 52, y ahora residiendo en la Royal Asiatic Society, seguramente los clásicos de la literatura tibetana. Reunió y escribió una gramática tibetana, un diccionario tibetano-inglés de más de 40.000 palabras y un relato de la literatura tibetana, con muestras de sus libros y una breve historia del país. Y lo hizo todo sin un centavo de apoyo de nadie, luchando solo contra enormes obstáculos con un idioma extraño en un país extraño, penetrando en la tierra desconocida del Tíbet armado solo con coraje, determinación y la capacidad de vivir con intensa privación y soledad. Durante los inviernos de un frío indescriptible, cuando no tenía fuego y sólo el suelo duro para dormir, de alguna manera se las arregló para producir material más valioso de lo que todos los eruditos bien alimentados y bien pagados antes que él fueron incapaces de hacer. Csoma era una de esas raras naturalezas cuya existencia entera se centra en la realización de una gran obra, y para quienes es un mero accidente si la realizan en medio de la riqueza y la comodidad, o en el aislamiento y la miseria. Él basó su gran trabajo en los esfuerzos a medias de nadie más; exploró por sí mismo los vastos almacenes del tibetano clásico, redujo el idioma a un diccionario y una gramática, y lo convirtió en propiedad común del mundo. Nadie ha mejorado aún lo que él logró; su logro sigue siendo el único. Cuando murió en 1842, por fin había comenzado a ser apreciado por la Royal Asiatic Society, que, como tantas otras organizaciones y países, Sólo se empieza a valorar a un gran genio cuando ya es demasiado tarde. Pero lo enterraron en una imponente ladera del Himalaya y levantaron un pilar sobre su tumba con un noble epitafio. El monumento ahora está inscrito en la lista de tumbas de Grandes Hombres, que el Gobierno Británico mantiene para siempre a cargo del público. El epitafio dice: Aquí está el pico superior; la multitud de abajo Vive, porque pueden, allí: Este hombre decidió no Vivir sino Saber— ¿Enterrar a este hombre allí? Aquí, aquí está su lugar, donde caen meteoros, se forman nubes, se sueltan relámpagos, . ¡Las estrellas van y vienen! ¡Que la alegría rompa con la tormenta! ¡Paz que mande el rocío! Los designios elevados deben cerrarse en efectos similares: mintiendo con arrogancia, déjalo, aún más elevado de lo que el mundo sospecha, viviendo y muriendo. Pero lo enterraron en una imponente ladera del Himalaya y levantaron un pilar sobre su tumba con un noble epitafio. El monumento ahora está inscrito en la lista de tumbas de Grandes Hombres, que el Gobierno Británico mantiene para siempre a cargo del público. El epitafio dice: Aquí está el pico superior; la multitud de abajo Vive, porque pueden, allí: Este hombre decidió no Vivir sino Saber— ¿Enterrar a este hombre allí? Aquí, aquí está su lugar, donde caen meteoros, se forman nubes, se sueltan relámpagos, . ¡Las estrellas van y vienen! ¡Que la alegría rompa con la tormenta! ¡Paz que mande el rocío! Los designios elevados deben cerrarse en efectos similares: mintiendo con arrogancia, déjalo, aún más elevado de lo que el mundo sospecha, viviendo y muriendo. Pero lo enterraron en una imponente ladera del Himalaya y levantaron un pilar sobre su tumba con un noble epitafio. El monumento ahora está inscrito en la lista de tumbas de Grandes Hombres, que el Gobierno Británico mantiene para siempre a cargo del público. El epitafio dice: Aquí está el pico superior; la multitud de abajo Vive, porque pueden, allí: Este hombre decidió no Vivir sino Saber— ¿Enterrar a este hombre allí? Aquí, aquí está su lugar, donde caen meteoros, se forman nubes, se sueltan relámpagos, . ¡Las estrellas van y vienen! ¡Que la alegría rompa con la tormenta! ¡Paz que mande el rocío! Los designios elevados deben cerrarse en efectos similares: mintiendo con arrogancia, déjalo, aún más elevado de lo que el mundo sospecha, viviendo y muriendo. Aquí está el pico superior; la multitud de abajo Vive, porque pueden, allí: Este hombre decidió no Vivir sino Saber— ¿Enterrar a este hombre allí? Aquí, aquí está su lugar, donde caen meteoros, se forman nubes, se sueltan relámpagos, . ¡Las estrellas van y vienen! ¡Que la alegría rompa con la tormenta! ¡Paz que mande el rocío! Los designios elevados deben cerrarse en efectos similares: mintiendo con arrogancia, déjalo, aún más elevado de lo que el mundo sospecha, viviendo y muriendo. Aquí está el pico superior; la multitud de abajo Vive, porque pueden, allí: Este hombre decidió no Vivir sino Saber— ¿Enterrar a este hombre allí? Aquí, aquí está su lugar, donde caen meteoros, se forman nubes, se sueltan relámpagos, . ¡Las estrellas van y vienen! ¡Que la alegría rompa con la tormenta! ¡Paz que mande el rocío! Los designios elevados deben cerrarse en efectos similares: mintiendo con arrogancia, déjalo, aún más elevado de lo que el mundo sospecha, viviendo y muriendo. 

Y en el monumento erigido en su honor en Darjeeling, están estas palabras: Desde las montañas Szekely, a la lejana Asia, viajó a su hogar ancestral. Sobre su cabeza está el Antiguo y Sagrado Himalaya, tan eterno como el tiempo mismo. MI INUSUAL CONFERENCIA A LA ROYAL ASIATIC SOCIETY Así que llegué a Calcuta y me dirigí a la imponente sala de conferencias de la Royal Asiatic Society. Estaba pensando en mi antepasado y estaba en un estado mental muy armonioso, lleno de amor fraternal por mi prójimo en general y la Royal Asiatic Society en particular, por brindar esta oportunidad de celebrar la unidad y la amistad de los eruditos en todas partes, unidos en la búsqueda común de la paz y el conocimiento. Y así, mi conmoción fue aún más aguda cuando entré en la gran sala de conferencias para ver las primeras filas de cómodos sillones ocupados por filólogos, etnólogos y científicos de todo tipo de Inglaterra, Francia, Alemania, etc., mientras que en los balcones superiores, abarrotados como sardinas con sólo sitio de pie, se encontraban los hindúes, ciudadanos de la nación anfitriona. Me sentí muy incómodo, como descendiente de alguien cuyo centenario de asociación con una organización que se suponía representaba la iluminación, al ver un caso tan flagrante de discriminación irreflexiva. La mía fue la primera conferencia, y después de haber hablado durante varios minutos sobre mi antepasado como ser humano, descarté el resto de mi texto preparado y conté en su lugar la siguiente leyenda: Un día Dios decidió convocar a los representantes de todas las grandes naciones. , preguntando qué había logrado cada uno hasta ahora en la historia, cómo habían usado el tiempo que Él les había dado en este planeta. Así que primero vino el representante de Inglaterra, diciendo a Dios que habían llevado la cultura hacia los cuatro rincones de la tierra, habían dado a los primitivos continentes un lenguaje común civilizado, y mencionaban el gran sistema de justicia británico, etc. Entonces vino el representante de Francia, y le dijo a Dios que había llevado la idea de la libertad a todas las naciones con la Revolución Francesa, y había hecho conocidas en todo el mundo las palabras Liberté, Egalite, Fraternite. El representante alemán habló sobre su contribución a la ciencia y la música, y el representante italiano habló con orgullo sobre el Renacimiento y el genio de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci. Y, por supuesto, el representante estadounidense elogió el genio inventivo y el poder industrial y las oportunidades para que personas de todas las naciones y credos ascendieran al top 55 en esa tierra prometida. Y la lista seguía y seguía. Finalmente, al final de la fila, apareció un hombrecito moreno, desnudo excepto por un taparrabos. Miró a Dios con tristeza y dijo: “Oh Señor, me temo que mi nación, la India, no ha logrado ninguna de las grandes cosas descritas por mis eminentes colegas. ¡Por favor, perdónanos, pero estábamos demasiado ocupados tratando de representarte, oh Señor, en este planeta! Y entonces Dios se agachó y tomó la mano del pequeño hindú y lo colocó a su lado en el Trono Celestial. Cuando terminé, ¡tuve un tremendo aplauso desde el balcón! No puedo decir lo mismo de los ocupantes de los sillones de las primeras filas, pero mezcladas con las miradas de desaprobación había muchas expresiones de vergüenza. Después de que terminó la reunión, salí de la sala de conferencias y me envolvieron los hindúes que esperaban que vinieron a estrecharme la mano e invitarme a sus hogares. Me lo pasé muy bien conversando con ellos, y al final acepté la invitación de un maestro de escuela para almorzar en su casa en una zona tranquila de las afueras de la ciudad. Y fue allí, en su casa, donde se produjo mi introducción a los Hunza. Después de nuestra buena comida, estuvimos discutiendo mi trabajo y aventuras y los muchos lugares a los que había viajado. De repente se levantó, fue a un estante de libros y trajo lo que parecía ser solo una hoja de papel doblada en dos. "Aquí hay algo que apuesto a que no sabes", sonrió. "Pero con tu interés en las civilizaciones antiguas y primitivas, puedo imaginar que lo harás en poco tiempo". Tomé el papel con interés y vi que era un diccionario primitivo, no más de 150 palabras simples, en el idioma Hunzukut. Ciertamente estaba intrigado, y le pedí a mi anfitrión que me dijera algo sobre esta gente, llamada Hunzu kuts en su propio idioma, y ​​Hunzas por los forasteros. Me dijo que vivían en lo alto de las montañas que rodean la meseta de Pamir, no lejos del Tíbet, en una región casi inaccesible. Afirmaron ser los descendientes del ejército invasor macedonio bajo Alejandro Magno. Según su historia, un destacamento de ese ejército se perdió tratando de regresar, por lo que secuestraron a algunas mujeres de la región y subieron a lo alto de las montañas y allí se establecieron. Continuó diciendo que los relatos de quienes los visitaron describían una raza totalmente diferente a cualquiera de sus vecinos asiáticos, y además un pueblo muy sano sin enfermedades de ningún tipo y con una longevidad casi increíble. MI VIAJE PELIGROSO A TRAVÉS DE ALTURAS PRECIPITAS Mi amigo hindú tenía razón: después de esa descripción, tuve que ir a verlos por mí mismo. Así que contacté a las autoridades y obtuve un permiso para visitarlos, aunque no sin algunas dificultades. Al principio pensaron que podría ser una especie de espía, ya que el área era muy sensible y poco conocida cerca de las fronteras de Rusia, China e India. Y cuando finalmente los convencí de que mi interés era puramente científico, recibí todo tipo de terribles advertencias sobre los peligros que podría encontrar en el viaje, pero las descarté, recordando todos mis peligrosos viajes del pasado y el éxito que había tenido en sobreviviéndolos. Así que con la ayuda de mis amigos hindúes conseguí una mula, me equipé con comida, un guía y provisiones y comencé mi viaje desde el último puesto de avanzada británico. No pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta de la validez de la advertencia de las autoridades. Mientras subíamos a vertiginosas alturas en esas inhóspitas y desoladas montañas de roca, pasé por diferentes etapas de irritación, alarma y luego horror mientras intentábamos atravesar un camino inexistente. Porque realmente no había ningún camino, simplemente rocas anchas y planas excavadas en la ladera de la montaña, con miles de pies de pura nada a un lado y espacio para poco más que nuestro pequeño grupo de viaje y la mula, si entrábamos. archivo único cuidadoso. Estas rocas estaban colocadas de tal manera que se superponían, como un saliente, y a menudo ocurría que una o dos de ellas faltaban repentinamente, especialmente después de una de esas tormentas repentinas y violentas que ocurren con tanta frecuencia en las montañas. Luego no había nadie a quien pedir ayuda y teníamos que arreglarlos nosotros mismos si queríamos continuar. Y a veces la mula simplemente se negaba a moverse, lo que considerando el precipicio de 10,000 pies que estaba siempre ante nuestros ojos y bajo nuestros pies, de hecho no era más que buen juicio. De hecho, a medida que nos acercábamos al final de nuestro viaje, en muchas ocasiones consideré seriamente la posibilidad de quedarme con los Hunza por el resto de mi vida, ¡solo para evitar el viaje de regreso! Pero, en buen estilo bíblico, al final de las montañas desoladas y de todos los peligros de la precaria jornada, la tierra de los hunzas se despliega finalmente ante nuestros ojos en verde y florida gloria. No imagines que vivían en un valle escondido, como el Shangri-La imaginario. De hecho, el área que ocupaban era una meseta tan fría e inhóspita como las montañas que acabábamos de ascender. Pero a través de generaciones de arduo trabajo habían creado áreas fértiles con terrazas ingeniosamente construidas, y aunque me hubiera imaginado que estábamos por encima de la línea de árboles, todavía vi una gran cantidad de pequeños árboles frutales, especialmente albaricoques, y muchas flores y vegetales, ya que tuvimos la suerte de estar allí en verano. Cada lugar disponible se utilizó para cultivar algo debido a la escasez de suelo, y con su método de jardinería intensiva se produjo una cantidad increíble de alimentos en un lugar muy pequeño. aún así vi una gran cantidad de pequeños árboles frutales, especialmente albaricoqueros, y muchas flores y hortalizas, ya que teníamos la suerte de estar allí en verano. Cada lugar disponible se utilizó para cultivar algo debido a la escasez de suelo, y con su método de jardinería intensiva se produjo una cantidad increíble de alimentos en un lugar muy pequeño. aún así vi una gran cantidad de pequeños árboles frutales, especialmente albaricoqueros, y muchas flores y hortalizas, ya que teníamos la suerte de estar allí en verano. Cada lugar disponible se utilizó para cultivar algo debido a la escasez de suelo, y con su método de jardinería intensiva se produjo una cantidad increíble de alimentos en un lugar muy pequeño. 

LLEGADA A LA TIERRA DE LOS CENTENARIOS Cuando llegué, fui recibido con gran calidez y hospitalidad, y mi primera impresión del pueblo hunza fue la de campesinos centroeuropeos, un espectáculo extraño en esta tierra asiática. Eran mucho más altos que los hindúes, tenían tez blanca e incluso vi algunos ojos azules. No había velos faciales en las mujeres, ni ningún otro signo de estatus inferior como había visto en algunas sociedades asiáticas. Vestían con sencillez, de acuerdo con el clima frío, y se veían extremadamente saludables. Mientras vivía con ellos, noté cada vez más su excelente condición, increíble resistencia y físico musculoso. No era raro ver gente de ochenta, noventa, hasta cien años de edad, corriendo arriba y abajo de las laderas de las montañas como cabras, cargando pesadas cargas de leña, pequeñas ramas de arbustos, que pesaban hasta ochenta libras. Mis amigos tenían razón: no parecía haber ninguna enfermedad y una estructura social que no tenía una palabra para el crimen, porque no había ninguna. Su sociedad estaba gobernada muy libremente por un líder, llamado Mir, y su juicio estaba sujeto a un grupo de ancianos, que alcanzaban su posición a través de la edad y la experiencia. Parecían ser personas muy bien adaptadas y felices, contentas de respirar el aire enrarecido de su nido de montaña de 15,000 pies, dejando que el resto del mundo se apresurara en búsquedas inútiles muy abajo. EL MILAGROSO MIR, GOBERNANTE DE LOS HUNZAS: ESPERANTO Y UN GRAN PIANO VIENESO Al principio, todos se reunían alrededor y me hacían preguntas, lo cual fue inútil porque a pesar de que había estudiado a fondo el pequeño “diccionario”, no entendía ni una sola palabra de lo que decían. Así que entre gesticulaciones y muchas risas amistosas me llevaron a la casa de los Mir. Todas las casas de los Hunza estaban hechas de piedra, y la casa de los M ir era como las demás, solo que mucho más grande. La decoración principal en el interior, como en todas sus casas, era una ventana colocada de manera que se asomaba a una vista absolutamente impresionante desde la cima del mundo. Ninguna pintura de ningún viejo maestro, por exquisita que sea, podría haber igualado la belleza de ese panorama de picos nevados y nubes que, a diferencia de cualquier otro punto de vista en el mundo, se encuentra debajo de nuestros pies en lugar de sobre nuestras cabezas. El Mir era un oso jovial de un hombre con un enorme bigote ligeramente levantado en las puntas. Llevaba el mismo sombrero alto y redondo que los demás hombres, cubierto con bordados multicolores, y las mismas ropas de lana bellamente tejidas. Había alfombras de piel de oveja en el suelo de piedra, nos sentamos sobre ellas y tratamos de encontrar un lenguaje común. Me di cuenta de que era un hombre educado, porque comenzó a hablar por lo menos en media docena de idiomas diferentes, y por supuesto que yo también, pero para nuestra consternación, todavía no podíamos comunicarnos porque los que yo sabía, él no los conocía. 't, y viceversa. Finalmente, desesperada, le pregunté en esperanto: “¿Cu vi pamla.s Esperanto?” (¿Hablas esperanto?) Sus ojos se iluminaron y dijo: “¡Jes, Samideano!” (¡Sí, hermano!) Y nos abrazamos y comenzamos a hablar un hilo azul, él me preguntaba todo sobre mis aventuras y experiencias en el mundo de abajo, yo descubría más sobre su historia y estilo de vida. En un momento le pregunté cómo aprendió esperanto en este lugar aislado. Me dijo que un día el servicio de correo británico le había traído un librito, de unos dos por tres pulgadas en papel fino de cebolla, llamado Esperanto Key. Contenía un diccionario de esperanto de unas mil palabras y una gramática de dos páginas, que dominó con entusiasmo en pocos días. Después de eso, adquirió una nueva afición de mantener correspondencia con personas de todo el mundo, ya que había (y hay) asociaciones de esperanto en prácticamente todos los países. Luego, durante una pausa en nuestra conversación, mis ojos vagaron por la habitación y se encontraron con algo que al principio no creían. De hecho, me froté los ojos para asegurarme de que no estaba soñando, porque allí, en la esquina de esa habitación de piedra en la cima del mundo, había un hermoso, ¡Un piano de cola vienés de doce pies de largo! Pregunté asombrado a la Mir cómo había subido aquel piano por el tortuoso y estrecho sendero que bordea la montaña, ¡recordando que apenas había sitio para nosotros y la mula! Él respondió que sinceramente no sabía, que el piano había estado allí en su sala cuando él creció, y que su padre y hasta su abuelo lo habían tenido. Lo consideraba como una de las maravillas del mundo, más grande que las Pirámides de Egipto o la Torre de Pisa, y todavía es un misterio para mí cómo ese piano de cola llegó a posarse tan serenamente en el palacio de la Mir, a 15.000 pies de altura. por encima de su lugar de origen en la lejana Viena. VIVIENDAS DE HUNZA Y REFRIGERACIÓN NATURAL Todas las familias de la comunidad de Hunza querían que me quedara con ellos, así que complací a todos quedándome unos días con cada uno. Las casas estaban construidas masivamente de dos pisos, con paredes de piedra de al menos cuatro pies de espesor. Durante el verano vivían en el piso superior y en el invierno en el piso inferior. Debajo de cada casa había un sótano, del tamaño de toda la casa. En el sótano había un pozo, de diseño inusual. Había un poste de pie, con otro poste horizontal en contacto con él en el medio pero capaz de moverse libremente hacia arriba y hacia abajo. En un extremo de este poste libre había una piedra atada con una cuerda y en el otro extremo un balde que bajaba al pozo. Cuando querían agua, simplemente echaban el balde dentro del pozo y cuando estaba lleno de agua 59 subía por sí solo, ya que el peso de la piedra era el mismo que el peso del agua. Era muy ingenioso, y como no requería esfuerzo físico pudieron, y lo hicieron, envía a un niño a traer agua. ¡Y qué agua tan deliciosa, fría y pura era aquella! En invierno, el agua estaba naturalmente fría, y en verano el pozo estaba lleno de hielo que habían recogido durante el invierno, y debido al clima semiártico en esa bodega, el hielo permaneció durante todo el verano, proporcionando también refrigeración para cualquier alimento que quisieran conservar. Otra costumbre con el agua que me impresionó fue la forma en que atrapaban la nieve derretida con las piedras de borde de las pequeñas terrazas, creyendo que esta agua de nieve contenía minerales solubles en agua, limo y otras sustancias valiosas para la tierra de su jardín. ALIMENTOS HUNZA: SENCILLOS, ENTEROS Y NATURALES Los alimentos Hunza eran muy simples pero muy deliciosos. Como muchas personas aisladas, dependían en gran medida de sus ovejas para la alimentación y el vestido. Hicieron un producto de leche fermentada que no se parecía a ninguno que hubiera probado nunca, no como el yogur, el kéfir o el suero de leche. Era más bien como un champán con leche, porque lo guardaban en una vasija grande de barro, añadiéndole siempre la leche sobrante para que estuviera en constante estado de sana fermentación. Tenía un sabor maravilloso, sutil, nada fuerte. Pudieron sembrar un poco de trigo en sus huertas en terrazas, y con él hacían tortas chatas, como tortillas, moliendo una pequeña cantidad de trigo con piedras en cada comida y tostando las tortas en el fuego según las necesitaban. Y luego, por supuesto, estaban los albaricoques, la fruta que siempre asocié con los Hunzas. Eran, con mucho, los mejores albaricoques que había probado, pequeños, de color naranja intenso, llenos de rico sabor. Los comieron profusamente en el corto verano, y guardaron los huesos de albaricoque en sus bodegas. Luego, en todas y cada una de las comidas tenían semillas de albaricoque. La primera vez que probé esta comida me sorprendió un poco porque un niño simplemente se me acercó y me dio un puñado grande de huesos de albaricoque y dos huesos pequeños. Se esperaba que abriera los pozos con las piedras, y así lo hice, después de observar el ejemplo de mis anfitriones. Dentro del hueso estaba la semilla de albaricoque, y nunca me había dado cuenta de lo sabroso y nutritivo que era este pequeño fruto seco parecido a una almendra. Lo único que no me gustó fue una curiosa mantequilla amarga, que era extremadamente fuerte. Para ser cortés, siempre fingí comer una cucharadita, pero nunca desarrollé el gusto por ella. HUNZA ECOLOGÍA Y JARDINERÍA Además de compartir sus comidas, seguí a muchos de ellos en sus tareas diarias y me volví bastante ágil, subiendo y bajando montañas detrás de ellos. Aprendí mucho sobre jardinería de 60 de ellos, técnicas que más tarde adapté a las condiciones de menor altitud en mi libro The Ecological Health Garden and the Book of Survival. Disfruté mucho de su forma de vida simple y natural y de la aparente tranquilidad y comodidad en la que vivían, a pesar de que se necesitaba un arduo trabajo diario para sobrevivir en ese ambiente inhóspito. Dicho sea de paso, eran vegetarianos, no quizás por elección, sino porque sus ovejas eran demasiado valiosas para ellos como fuente de lana y productos lácteos. Asistí a algunos de sus festivales que celebraban de vez en cuando, y disfruté de su canto y baile, también con un aroma muy parecido a las canciones y bailes de Europa central, con variaciones menores. No tenía duda de que sus leyendas eran ciertas, que de hecho eran los descendientes del ejército de Alejandro Magno, y la ironía era que de todos sus vanos intentos de crear un imperio propio duradero, una pequeña civilización suya había sido creada por accidente, y sus tesoros de salud y felicidad eran mucho mayores que cualquiera de los reinos mundanos que Alejandro había tratado en vano de conquistar. Desde la perspectiva de la actualidad, me alegro de haber descubierto a los Hunzas en 1928, mucho antes de que los "científicos" en busca de sensaciones aprovecharan las condiciones de viaje mejoradas posteriores para ir allí y escribir informes y libros superficiales sobre estas personas maravillosas. Por ahora, su apacible nido ha sido invadido por helicópteros que traen los alimentos refinados y mediocres que son los precursores de la destrucción de un estilo de vida natural y simple, sólo es posible fuera de la contaminación química y tecnológica del siglo XX. Pero para terminar mi aventura... Pasó casi todo el verano antes de reunir el valor suficiente para descender las montañas, pero finalmente lo hice, no deseando pasar el invierno a 15,000 pies, a pesar de la decepción de mi Anfitriones de Hunza. Esta vez estaba al menos preparado para las dificultades que encontré en nuestro viaje de regreso, y finalmente llegué a París después de un verano extremadamente agitado y emocionante, todo ocasionado por una pequeña leyenda que conté sobre Dios y los hindúes en la conferencia. salón de la Royal Asiatic Society. no deseando pasar el invierno a 15.000 pies, a pesar de la decepción de mis anfitriones de Hunza. Esta vez estaba al menos preparado para las dificultades que encontré en nuestro viaje de regreso, y finalmente llegué a París después de un verano extremadamente agitado y emocionante, todo ocasionado por una pequeña leyenda que conté sobre Dios y los hindúes en la conferencia. salón de la Royal Asiatic Society. no deseando pasar el invierno a 15.000 pies, a pesar de la decepción de mis anfitriones de Hunza. Esta vez estaba al menos preparado para las dificultades que encontré en nuestro viaje de regreso, y finalmente llegué a París después de un verano extremadamente agitado y emocionante, todo ocasionado por una pequeña leyenda que conté sobre Dios y los hindúes en la conferencia. salón de la Royal Asiatic Society.


LA SINFONÍA DE LOS CÁRPATOS EN BUSCA DE LOS DESCENDIENTES DE LAS LEGIONES DE TRAJANO Mi aventura comenzó un hermoso día de junio en la Universidad de París. Caminaba por los pasillos, pensando en mis próximas vacaciones de verano y en lo que iba a hacer, cuando pasé por un tablón de anuncios que me llamó la atención. Publicaron todo tipo de comunicaciones misceláneas que el secretario de nuestra administración pensó que serían de interés para los estudiantes: ofertas de trabajo, avisos para estudiantes graduados y correspondencia diversa de todas partes del mundo que no era lo suficientemente importante como para ser presentada en una junta. reunión, pero tenía suficiente interés para ser publicado para lectura pública. Fue entre esta correspondencia que descubrí la carta que iba a señalar el comienzo de mi memorable aventura de verano. Era de la Universidad de Bucarest en Rumania, firmado por el Dr. Fischer Galati, solicitando a la Universidad de París participar en un proyecto etnológico enviando un representante o grupo de investigación para participar en un esfuerzo por demostrar que los rumanos habían habitado Transilvania durante mucho tiempo. antes de que otras migraciones, particularmente las de los húngaros, llegaran a Europa central. Leí la carta con gran interés porque conocía los antecedentes de su proyecto. La tesis oficial de la etnología rumana era que cuando César Trajano decidió abandonar Transilvania, que la antigua Roma llamaba Dacia Trajana, buena parte de la tropa de las legiones romanas optó por quedarse en la tierra boscosa que había llegado a amar, y se casó con mujeres dacias nativas. Después de que la mayoría de las legiones romanas se fueran, este remanente se retiró a las regiones más altas de los Cárpatos para protegerse de las invasiones de las diferentes migraciones que inundan Europa central, y los que habitan la actual Transilvania son sus descendientes. La versión húngara oficial es bastante diferente. Según la tesis etnológica húngara, tras la muerte de Atila el huno, los hunos regresaron a Asia desde Europa central pero dejaron grupos de colonos en Transilvania. Según ellos, cuando los húngaros aparecieron más tarde en la cuenca central de Europa, ya encontraron allí parientes ancestrales asentados en Transilvania. Esta batalla de teorías etnológicas se prolongó durante muchos años hasta que finalmente el Dr. Galati, de la Universidad de Bucarest, un científico objetivo con un deseo solo de la verdad, decidió intentar organizar un grupo de etnólogos para realizar el difícil viaje a las regiones más altas de los Cárpatos, ya que para establecer la validez de los hallazgos, era esencial estudiar grupos de personas que vivían tan lejos de los 62 poblados áreas como sea posible. Se decía que ciertos pequeños grupos de pastores existían en lo alto de las regiones boscosas casi totalmente inaccesibles de los Cárpatos, y estas eran las personas que el Dr. Galati quería enviar a un equipo de investigación para observar: recopilar palabras de su idioma, estudiar sus hábitos de vida. , su vestimenta, su apariencia física, en definitiva, observar por completo su forma de vida para probar o refutar de una vez por todas la validez del concepto rumano. Sin embargo, pronto descubrió que encontrar a dos o tres etnólogos imparciales en Transilvania era casi imposible, y las exigencias físicas de un viaje así hacían su tarea aún más difícil. No había muchos etnólogos, ni siquiera los imparciales, que tuvieran la resistencia física para ascender a esa inmensidad forestal casi legendaria llamada los Altos Cárpatos. Y por eso apelaba a la Universidad de París, conociendo la larga tradición de erudición y excelencia científica imparcial de la Sorbona, haciendo un último esfuerzo antes de desistir del proyecto. La carta me interesó también por motivos personales. Mi antepasado, Alexander Csoma de Koros, nació en Transilvania, y el gran sueño de su vida fue descubrir el origen de su pueblo. En esta búsqueda de la verdad, salió de Transilvania en 1819 a pie, decidido a descubrir a sus parientes lejanos de Asia y el hogar común de la raza. Su búsqueda del hogar de su pueblo en Asia estaba predestinada al fracaso, pero en su increíble viaje a pie al Tíbet, y los largos años de trabajo abnegado que pasó allí, sentó las bases de un nuevo departamento del conocimiento humano. , escribiendo el primer diccionario tibetano-inglés y gramática tibetana, y dando por primera vez al mundo occidental las enseñanzas del budismo tibetano. Pero aunque el mundo lo consideraba un santo erudito y uno de los más grandes exploradores filosóficos de todos los tiempos, yo sabía, como descendiente suyo, que su sueño de desentrañar el misterio de Transilvania no se había realizado. Recordé las últimas líneas de una carta que había escrito a mi familia: “He partido y debo buscar el origen de mi nación, evitando los peligros que puedan sobrevenir, ni la distancia que deba recorrer”. Le conté esta historia al secretario de administración y le dije que, aunque un viaje a los Altos Cárpatos sería solo una exploración en miniatura en comparación con la empresa asiática mucho más ambiciosa de mi antepasado, sentía que tendría éxito en ella. teniendo como otras ventajas conocimientos de húngaro y rumano y conociendo la topografía general de la región, ya que pasé muchos veranos en la finca transilvana de mi padre cuando era niño. Lo más importante de todo era que conocía perfectamente el latín y sería capaz de reconocer instantáneamente cualquier evidencia de origen romano en los habitantes de los Altos Cárpatos. El secretario quedó muy complacido con mi oferta, pues aún no había respondido a la carta. Él 63 se dio cuenta de que el propósito principal del Dr. Galati al hacer su pedido fue encontrar un equipo de investigación imparcial en Francia; pero el hecho era que encontrar un equipo así que cumpliera con todos los requisitos intelectuales y físicos sería casi imposible. Así que me dio una carta de recomendación y me deseó suerte. MIS COLABORADORES DE LA UNIVERSIDAD DE CLUJ Llegué a Bucarest a mediados de junio, y cuando me puse en contacto con la oficina del Dr. Galati, me dirigieron a un lugar bastante inusual para realizar asuntos oficiales. Era una especie de cafetería, llamada Capsa, a imitación de los originales vieneses y parisinos, donde se reunía en ruidosa confusión una gran variedad de intelectuales, artistas, escritores, políticos, en fin, todo un caleidoscopio de gente variopinta. Pero fue una confusión encantadora y pintoresca, y comprendí después de algunos minutos de observación por qué era un hito en la ciudad. Por algún milagro encontré al Dr. Galati allí y nos gustamos al instante. A pesar de la atmósfera bastante poco académica de la cafetería, inmediatamente reconocí en él ese espíritu puro de ciencia que no se satisface con nada menos que la verdad. Cuando discutimos el proyecto, también parecía nostálgico, como si deseara poder emprender la tarea él mismo. Pero además de los requisitos intelectuales, que ciertamente tenía, la juventud y la resistencia física eran vitales para que la expedición tuviera éxito, y el Dr. Galati ya no era un hombre joven. Después de un delicioso almuerzo, fuimos juntos a Cluj, la capital de Transilvania, conocida en húngaro como Kolozsvar y en alemán como Klausenburg. En la hermosa Universidad King Ferdinand, una de las más antiguas del mundo, el Dr. Galati me presentó a tres profesores, todos muy involucrados en el proyecto: Dr. Virgil Barbat, profesor de Sociología y Etnología, Dr. Stefanescu Goanga, profesor de Psicología, y el Dr. Stefanescu Marin, profesor de Filología y Filosofía. Los tres eran personalidades inolvidables. El Dr. Barbat era rotundo y jovial, con una cara de luna redonda que siempre estaba sonriendo. Fue muy cálido y entusiasta con el proyecto, y pude entender por qué todos sus alumnos lo amaban. El Dr. Goanga era su opuesto físico: alto, con un bigote elegante y un aire algo pomposo. También era un plato de moda, lo que llevó a sus alumnos a llamarlo “el pavo real” en privado. Pero todos respetaban profundamente su mente altamente científica y su amor por la precisión en todas las cosas. El mayor de los tres, el Dr. Marin, era un gran admirador de la cultura francesa, y al mismo tiempo un ferviente nacionalista. También era un verdadero idealista y sostuvo el proyecto con una reverencia casi mística por lo que significaría para el avance del conocimiento etnológico en Rumania. Tenía otro hábito que me hizo querer: hablaba casi exclusivamente en proverbios latinos.

 Pero no aprendí todo esto de inmediato. En nuestra primera reunión, nuestro tema más importante fue el proyecto y, en respuesta a sus preguntas, les conté sobre mi fluidez en latín y que sería capaz de detectar las raíces latinas de cualquier palabra que pudiera recopilar. También les dije que había adquirido en Alemania el mejor equipo disponible para acampar, que consistía en tiendas de campaña aisladas, tres pares de zapatos fuertes para escalar montañas, bastones con extremos puntiagudos y diferentes accesorios, así como ciertas cuerdas especiales y anclas livianas, y tres mochilas especialmente diseñadas para la escalada en montaña, donde era necesaria la distribución uniforme del peso para asegurar que se pudiera llevar el máximo con el mínimo esfuerzo. En respuesta a su pregunta sobre cuándo estaría listo para partir, les dije que cuanto antes mejor, ya que el invierno llegaba temprano a esas regiones altas de los Cárpatos, y una vez que comenzara, esa área sería impenetrable. Cuando me preguntaron si necesitaba algo de ellos, les pedí una cosa, o más bien dos: quería la ayuda de dos estudiantes inteligentes y dedicados en perfectas condiciones físicas, y ellos fueron de lo más cooperativos para que esto fuera posible. Al día siguiente me concertaron un encuentro con un buen número de candidatos, entre ellos sus mejores alumnos. Estuvimos medio día entrevistándolos y finalmente me decidí por dos hermanos, Víctor Moldo veanu, de 21 años, y su hermano menor, Liviu, de 20. Eran unos jóvenes ilusionados que quedaron fascinados con el proyecto y me aseguraron su absoluta lealtad y cooperación. También eran muy inteligentes y excelentes atletas en óptimas condiciones físicas. Después de varias conferencias con los profesores, y de pasar un tiempo adquiriendo las cosas adicionales necesarias que pensamos que necesitaríamos para el viaje, finalmente partimos para nuestra gran aventura, en dirección noreste con buen ánimo y un optimismo ilimitado. LAS COLINAS BUCÓLICAS DE LOS CÁRPATOS Tan pronto como dejamos la última estación de ferrocarril civilizada, caminamos y caminamos durante días y días. Cuando llegamos a las estribaciones de los Cárpatos, la naturaleza estaba en la cima de su abundancia. Nos dimos un festín con todo tipo de bayas silvestres, avellanas, peras silvestres y manzanas silvestres. Vimos ardillas moviéndose grotescamente saltando de árbol en árbol, tímidos conejos que huían de nosotros, aquí y allá pequeños grupos de venados corriendo graciosamente en el horizonte, y desde una distancia respetable vimos a veces un oso de movimiento lento, a menudo una vista bastante amenazante. Sin embargo, nos dimos cuenta de que a medida que el bosque se volvía más salvaje, los osos parecían menos peligrosos, ya que el hombre no los amenazaba tanto. Incluso vimos algunas veces uno de los espectáculos más extraños que el bosque tenía para ofrecer: los niños de un pequeño pueblo 65 comían bayas de un lado de un arbusto mientras un cachorro de oso masticaba bayas del otro lado. Tanto los niños como el oso parecían encontrarlo como la cosa más natural del mundo y confiaban el uno en el otro por completo. Los halcones y las águilas volaban en círculos sobre nuestras cabezas y, de vez en cuando, se lanzaban en picado a una velocidad impresionante para atrapar a una pequeña criatura desafortunada que habían visto desde arriba. Por la noche, a menudo escuchamos los espeluznantes gritos de los lobos desde algún lugar más alto en las montañas. Hicimos un uso extensivo de los mapas que habíamos obtenido de la universidad, siempre buscando pequeños senderos para evitar zonas escarpadas y partes extremadamente densas del bosque. Sabía que necesitaríamos todas nuestras fuerzas para más tarde, cuando los mapas fueran inútiles y tuviéramos que usar nuestro ingenio y nuestra suerte. Durante una subida bastante empinada, nos encontramos por accidente con un guardabosques del gobierno que nos saludó calurosamente y nos dijo que no muy lejos había un pueblo muy pequeño, y que debíamos estar preparados para que las personas que vivían allí no estuvieran demasiado dispuestas a salir. intrusos Pero continuó diciendo que si fuéramos discretos y respetuosos, probablemente no seríamos mal recibidos, especialmente porque eran personas muy piadosas. Bueno, esto ciertamente despertó mi curiosidad y, efectivamente, en unas pocas millas pudimos ver desde la distancia un pequeño pueblo bien escondido, compuesto por quizás unas pocas docenas de casas. Había algo en el aspecto de esa pequeña comunidad que me impresionó incluso desde lejos, un aura de otro mundo que me atraía mucho. Decidí seguir mi intuición y instalé a mis ayudantes en un campamento improvisado junto a un hermoso arroyo donde crecían avellanos y frutos silvestres. Les dije que me esperaran allí, aunque no volviera en uno o dos días. Les prometí que obtendría información sobre cómo encontrar los mejores caminos hacia el norte y mientras tanto deberían tener un buen descanso. Estaban obedientemente alegres y se despidieron cuando partí hacia el pequeño y misterioso asentamiento. ENTRO EN UNA COMUNIDAD JASIDICA La primera persona que conocí fue un niño pequeño, y aunque no nos entendíamos muy bien, nos comunicábamos en el nivel universal de los eternamente jóvenes, y pronto éramos buenos amigos. Le pedí en una mezcla de idiomas si me llevaría con alguien que pudiera hablarme de su pueblo, algún adulto en una posición de importancia. Cuando finalmente me entendió, tomó mi mano con solemnidad y me condujo en un pequeño viaje a través de todos los lugares ocultos de un pueblo que los niños aman: entre y detrás de las casas, caminos laterales, la parte superior de las paredes, sobre troncos de árboles muertos, hasta que llegamos. Llegué a una casa, de madera como las demás, con un techo de tejas de madera ligeramente levantado en las esquinas. Llamó a la puerta y le abrió un señor de aspecto muy imponente, vestido con un largo caftán negro, pantalón negro hasta la rodilla, pesadas botas negras y un extraño sombrero de piel. Tenía una barba impresionante y dos largos rizos de cabello que le caían frente a las orejas. Pareció bastante desconcertado cuando sus ojos se encontraron con los míos cuando se abrió la puerta, pero luego cayeron al nivel del niño que sostenía mi mano, y su expresión se suavizó. Empezó a hablarle al niño en un tipo de alemán muy extraño y aparentemente mi pequeña escolta avaló mi carácter porque el caballero con gorro de piel comenzó a sonreír y estrecharme la mano, deseándome la bienvenida. El niño salió corriendo y empezamos a conversar, yo en una mezcla de húngaro, rumano y alemán, y él en ese curioso idioma que se parecía al alemán pero era más suave y melódico. En respuesta a mis preguntas, me dijo que se trataba de una pequeña comunidad de hasidim, judíos no ortodoxos que se habían separado de las comunidades judías circundantes de las estribaciones de los Cárpatos para seguir su fe y forma de vida sencillas y alegres. SEGUIDORES MÍSTICOS DE BAAL SHEM Los jasidim consideraban al Baal Shem Tov como su fundador, y él desempeñó un papel en la historia no muy diferente al de San Francisco. Tanto el Baal Shem como San Francisco se esforzaron por despojar a la religión de dogmas, rituales y fórmulas excesivamente complicadas y devolverla a la comunicación directa entre el hombre y el Creador. El jasidismo enfatizó la conciencia del hombre de Dios, la fraternidad comunitaria, la oración extática y el canto y el baile alegres. Para el jasid, como para el franciscano, todo lo creado era santo, porque todo lo creado era de Dios. El Baal Shem dijo: “No hay nada en el mundo en el que no haya vida, y cada uno ha recibido de su vida la forma en que se presenta ante tus ojos. Y he aquí, esta vida es la vida de Dios. Eventualmente descubrí durante nuestra conversación que mi nuevo amigo era la vergüenza del pueblo, o asistente del rabino, un puesto muy importante en la comunidad. Le pregunté si me sería posible ver al rabino. Una mirada de gran reverencia apareció en su rostro y dijo que el rabino Teitelbaum no solo es un rabino, sino también un gran zadik (hombre santo) y no sabía si podría tener una cita o no, pero lo intentaría. Me dijo con elaborada modestia que si bien no era competente para explicar todos los detalles de su teología y creencias, una visita al rabino me haría entender todo sobre el propósito y la forma de vida del pequeño grupo. Luego me llevó a otra casa, que noté que era un poco más grande que las demás, y en nuestro camino escuchamos murmullos respetuosos de “vergüenza, vergüenza, y me mira con curiosidad pero amistosamente. Cuando entramos a la casa, me dijo que me sentara, y después de que el rabino terminara su baño y oraciones, lo vería y trataría de obtener una cita. Señaló un banco en lo que parecía una sala de espera, hice lo que dijo y esperé pacientemente. Disfruté observando todos los detalles de la habitación sencilla y rústica, las paredes encaladas y los bancos toscos, llenos de una paz y una serenidad casi palpables. Poco a poco, la sala se fue llenando de hombres y mujeres, todos muy robustos, de aspecto sano, vestidos con sencillez. Aunque probablemente yo era el primer extraño que veían en mucho tiempo, parecían dar por sentada mi presencia; en la casa del rabino todo es posible. Después de aproximadamente una hora, las vergüenzas reaparecieron y me dijeron que el rabino tenía que ver primero a estas personas que habían venido por varios problemas, pero que si tenía paciencia para esperar, apenas terminara con sus citas, me vería a mí. Así que esperé, y uno por uno los que esperaban conmigo fueron a través de la puerta para ver al rabino Teitelbaum, y después de un tiempo cada uno salía, el rostro radiante de alegría. Y comencé a sentir una verdadera anticipación y anhelo de conocer a este hombre a quien tanta gente buena veneraba como un hombre santo. MI PRIMER ENCUENTRO CON UN GRAN ZADDIK Finalmente aparecieron las vergüenzas cuando en la sala de espera sólo estaba yo, y con gran ceremonia me condujo a través de la puerta a otra parte de la casa a la que se acercó como si fuera el lugar santísimo. "Por favor, recuerda ser breve", susurró, “el rabino es un hombre muy ocupado y pasa la mayor parte de su tiempo en contemplación, meditación y oración”. Le agradecí mucho su amabilidad y entré por la puerta de una habitación bastante grande que inmediatamente reconocí como una biblioteca, pero que contenía libros como nunca antes había visto. La mayoría eran volúmenes enormes encuadernados en piel de animal y parecían extremadamente viejos. Había mesas en la habitación con algunos libros abiertos sobre ellos, y sentado detrás de una mesa en una silla grande estaba el rabino Teitelbaum, quien me sonrió, con ojos brillantes y benévolos, y cortésmente me pidió, en perfecto alemán, que por favor me sentara. . Luego disfrutamos del silencio por unos momentos, cada uno reconociendo en el otro un lazo fraterno que iba más allá de las palabras. Era, en efecto, un hombre santo, pero de ninguna manera un monje recluso, como la vergüenza me haría creer. Supe de inmediato que estaba totalmente absorto en la vida de su pequeña comunidad, compartiendo sus alegrías y tristezas, consolándolos y sosteniéndolos, comiendo con ellos, cantando canciones de alabanza con ellos y elevando a cada persona tanto como sea posible a sí misma. nivel de santidad. Finalmente, el rabino habló, preguntándome el propósito de mi viaje y cómo había llegado a encontrar su pequeño pueblo. Le di una breve descripción de las diferentes teorías etnológicas y lo que estábamos tratando de lograr y hacia dónde nos dirigíamos finalmente. Se interesó mucho y pronto estábamos discutiendo una amplia gama de temas diferentes. Descubrí con gran sorpresa que, además de su erudición hebraica, conocía a muchos autores romanos, y eso me llevó a relatar mi investigación en los archivos del Vaticano y mi interés por los esenios. Sus ojos de repente brillaron con gran intensidad cuando mencioné a los esenios. Me preguntó si me interesaría saber acerca de los esenios de una fuente completamente diferente, la del Talmud y de otros eruditos hebreos olvidados hace mucho tiempo. En lo que sin duda era una subestimación, le dije que estaría encantado y me dijo que volviera al día siguiente cuando hubiera seleccionado aquellos libros que tenían pasajes interesantes sobre los esenios. Luego llamó a los vergüenzas, que me miraron con mayor respeto después de mi larga audiencia sin precedentes con el rabino, y le pidió que me acomodara con una de las familias de la comunidad donde pudiera pasar la noche hasta la cita del día siguiente. CONOZCO A UNA PEQUEÑA “SAGRADA FAMILIA” Las vergüenzas me llevaron a una casita apartada de la carretera y me presentaron a la familia, un hombre y su esposa y dos niños, uno de los cuales vi, para mi gran placer, era mi primer conocido en el pueblo, el niño pequeño. Me recibieron calurosamente y me hicieron sentar mientras se hacían los últimos preparativos para la cena. Dejé que mis ojos recorrieran la sala de estar y el comedor de una habitación, tan absolutamente simples y sin pretensiones. Los muebles eran gruesos y toscos, no un poco más de lo que se necesitaba. No había cortinas, ni alfombras, ni adornos de ningún tipo. Pero la habitación era cálida y limpia, con una ventana que daba al adorno más hermoso de todos: una magnífica vista de los altos árboles del bosque circundante. El hombre tenía un pequeño huerto y un jardín donde crecían principalmente plantas de ajo y cebolla, algunas gallinas y su posesión más preciada, una vaca. Estas buenas personas eran totalmente autosuficientes, obteniendo todo lo que necesitaban en forma de alimentos, ropa y necesidades básicas a través de sus propios esfuerzos. Eran personas felices, tanto individualmente como en familia, obviamente amándose y cuidándose unos a otros en todo momento. La hija pequeña ayudó a su madre con la cena mientras el niño hablaba seriamente de algo con su padre, y cuando todos nos sentamos en la mesa larga, sentí como si hubiera sido parte de su familia durante años. Y debo mencionar la comida que se sirvió en esa comida, porque aunque fue hace unos cincuenta años, todavía puedo saborear lo buena que estaba. El plato principal era una especie de frijoles horneados, mezclados y horneados junto con un cereal molido parecido al pan que no pude identificar, y aunque solo contenía dos o tres ingredientes, tenía un sabor maravilloso y sutil y una suculenta corteza marrón. Me dijeron que este fond se ponía en el horno el viernes por la tarde donde se cocía lentamente, y luego durante el sábado de vez en cuando lo comían, ya que el sábado estaba dedicado a la contemplación, adoración y unión con el Creador, y lo hacían. no hacer ningún trabajo en ese día. Explicaron que esto era lo que sobró del sábado y se disculparon porque no podían ofrecer nada más elaborado. Traté de asegurarles que nunca había comido nada tan delicioso, y era la verdad. Le pregunté a mi anfitriona cómo se llamaba el plato y dijo algo que sonaba a sholent, y parecía ser uno de sus alimentos básicos. Después de que todos comiéramos un tazón grande, el hombre trajo algunas manzanas del huerto y esta fue la suma total de nuestro banquete, que consideré extremadamente satisfactorio. Me ofrecieron un pequeño dormitorio que aparentemente pertenecía al niño, quien alegremente se mudó a otro lugar para pasar la noche, y dormí un sueño maravilloso, sin sueños, respirando el aire fragante de la pequeña ventana que daba al jardín. Por la mañana me senté con ellos a desayunar, que consistía en huevos recién puestos y unas rebanadas de pan casero. Después de la comida, mi anfitrión se ofreció amablemente a ir a ver las vergüenzas y averiguar cuándo era mi cita. Todos parecían muy impresionados de que tuviera una segunda cita para ver al rabino, ya que ellos también dijeron que era un hombre santo y rara vez veía pasar a los visitantes, y nunca dos veces. Aproximadamente a la media hora regresó para darme la buena noticia de que el rabino Teitelbaum estaba listo para verme. REFERENCIAS ESENCIAS INESPERADAS EN UNA BIBLIOTECA INUSUAL Esta vez encontré la casa yo mismo, y cuando entré en la biblioteca del rabino vi sobre la mesa como media docena de libros grandes que él había sacado previamente de la estantería. Abrí uno y observé una vista maravillosa: en cada página gigante había letras muy grandes en la parte superior, luego muchos cuadrados diferentes con tipos de otros tamaños en el interior, y finalmente en la parte inferior, letras de tamaño muy pequeño. Todos los tamaños diferentes tipográficos estaban iluminados con florituras medievales y los encontré muy pintorescos, así como tipográficamente impresionantes. Entonces el rabino entró y me saludó, disfrutando de mi reacción a los libros. Me dijo que las letras grandes representaban el texto principal, luego en el cajas eran las diferentes interpretaciones que habían aparecido a través de los siglos y probablemente durante miles de años, y las notas a pie de página consistían en las opiniones de diferentes grandes eruditos hebreos con respecto a los comentarios anteriores. Amablemente me dio papel y una botella de tinta con una antigua pluma de ganso, y me señaló en los seis o siete grandes volúmenes los diferentes pasajes relacionados con los esenios. Dijo que podía quedarme todo el tiempo que quisiera y tomar todas las notas que quisiera, y luego se fue a sus otras ocupaciones. El día pasó volando mientras estaba sentado en su biblioteca en ese éxtasis académico conocido por un arqueólogo que descubre la esquina de una ruina enterrada hace mucho tiempo. o un músico que encuentra en el baúl de un desván un manuscrito supuestamente perdido de un gran maestro: tuve ese mismo sentido exaltado de asombro e inevitabilidad mientras exploraba esos libros antiguos y encontré un enfoque completamente diferente de los esenios que el de los manuscritos que había visto. en los archivos del Vaticano y el monasterio benedictino de Monte Cassino. Había mucho sobre la misteriosa ciencia de la angelología, que se derivaba del uso esenio de la palabra “Ángel” para describir una fuerza natural o espiritual. También me quedó clara la correlación definitiva entre el Árbol Esenio de la Vida y el posterior Árbol Sefirot de la Cábala, la gran enciclopedia mística de la Edad Media. Vi que virtualmente todo lo de mayor valor filosófico y místico en las actuales tradiciones cabalísticas y masónicas se remontaba directamente a los esenios. PUREZA Y ÉXTASIS JÁSIDICO - ECO TARDÍO DE LOS ANTIGUOS ESENIOS No sólo pasé ese día en su biblioteca, sino también el siguiente, y cuando terminé todas mis notas, me reuní nuevamente con el rabino. Me dijo que en gran medida había afinidad entre la forma de vivir y pensar de su pueblo y la de los antiguos esenios. Los jasidim creían que los rituales eran mucho menos importantes que la pureza interior de nuestras vidas, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, y según este concepto, la forma de contactar al Creador, o como lo llamaba el rabino, el Señor del Universo, era no a través de formas vacías sino a través de la alegría y el éxtasis. Por eso los jasidim se reunían de vez en cuando para bailar y cantar juntos en un intento de establecer esta conexión íntima entre ellos y el Creador a través del éxtasis de la alegría. Humildemente le pregunté al rabino si se me permitía estar presente en una de estas reuniones, y amablemente asintió, diciéndome que regresara allí por la noche. La reunión se llevó a cabo en una habitación bastante grande y vacía, y realmente no estaba preparado para la intensidad de la experiencia mística que siguió. Nunca olvidaré a ese pueblo sencillo, campesino, tan unido en el canto y la danza, buscando y anhelando la unión con el Creador. Los troqueles de melodía eran inquietantemente hermosos, como nunca antes había escuchado. Sus canciones no tenían palabras, ni principio ni fin. Eran como fragmentos de melodías caídas del cielo y apreciadas durante un tiempo por estos simples cantores de alegría, y luego regresaban a los reinos desconocidos de donde procedían. Me encontré cantando con ellos, con lágrimas en los ojos y un anhelo inexplicable en mi corazón. 72 A la mañana siguiente me despedí de la familia que había sido tan amable conmigo, de las vergüenzas que me estrecharon la mano con entusiasmo, y del rabino Teitelbaum, cuya despedida fue la más difícil de todas. Me abrazó y me miró profundamente a los ojos mientras decía: “Recuerda, hijo mío, las palabras del Baal Shem Tov: '¡El único pecado real es cuando olvidas que eres el hijo de un Rey!' Mi corazón estaba tan lleno que no podía hablar, pero él me aseguró con sus ojos que cuando las almas están unidas no puede haber separación real. Luego fui escoltado hasta el final del pueblo por el mismo niño que había sido el primero en darme la bienvenida, y me abrazó con fuerza y ​​me cuidó hasta que desaparecí en la primera curva del camino. NUESTRO INESPERADO DESCUBRIMIENTO DE UNA COMUNIDAD TOLSTOYANA Víctor y Liviu habían pasado un tiempo maravilloso acampando junto al arroyo, pero comenzaban a preocuparse un poco de que algo me hubiera pasado. Sin embargo, demostraron ser buenos soldados romanos, siguiendo mis instrucciones y esperando pacientemente. Les conté el consejo de viaje que me habían dado las vergüenzas, que siguieran un camino que los llevaría cada vez más alto en dirección este-noreste y que eventualmente nos llevaría a un pequeño pueblo ruso donde podríamos recibir más instrucciones sobre cómo hacerlo. para continuar nuestro viaje. En esa región en gran parte desconocida de los Altos Cárpatos, era necesario confiar en la buena voluntad de los nativos para el asesoramiento topográfico. Así que seguimos el consejo de las vergüenzas, y después de tres días de caminata bastante extenuante, subiendo más y más alto desde las estribaciones de los Cárpatos, finalmente vimos los contornos de la pequeña aldea rusa. Esta vez, todos nos acercamos al pueblo juntos, ya que no quería causar más ansiedad a Víctor y Liviu. Realmente no había pensado en lo que significaba la vergüenza cuando dijo que vendríamos a un pueblo ruso, ¡pero ahora me di cuenta de que realmente era un pueblo de rusos! Toda la gente que vimos en el camino, caminando, hablando, ocupándose de sus asuntos, vestían exactamente como los campesinos rusos, con la típica blusa holgada fuera del pantalón y sujeta con un cinturón ancho, el pantalón hasta la rodilla con botas rusas, y barbas y bigotes de una variedad claramente rusa. Uno de estos hombres muy robustos se acercó a nosotros, aparentemente sorprendido por nuestra llegada pero muy cordial y amistoso, y se ofreció a llevarnos a su casa de reuniones para descansar. Con mucho gusto lo acompañamos y entramos en una habitación grande y desnuda que no se parecía en nada a una iglesia. De hecho, para mi gran sorpresa, ¡vi en la pared trasera frente a la puerta un gran retrato de Tolstoi! Nuestro guía vio la sorpresa en mi rostro y sonrió, diciendo: “Sí, somos una comunidad material y espiritual tolstoyana”. Pensé para mis adentros que este era realmente un viaje lleno de sorpresas. 73 Continuó diciéndome que esta zona deshabitada de los Cárpatos se encontraba entre dos burocracias y dos gobiernos, el ruso y el rumano, y que esta pequeña comunidad estaba fuera del alcance occidental del ejército ruso y fuera del alcance oriental de la burocracia rumana. Ocultos aquí, fuera del alcance de ambos, prosiguieron su estilo de vida sencillo en el espíritu de los hermosos escritos de T olstoi sobre el cristianismo. Le pregunté de qué Rusia había escapado: ¿del régimen zarista o de los comunistas que ahora estaban en el poder? Respondió que no había diferencia alguna, que ambos eran militaristas, ambos regimentados, ambos supresores de la libertad individual. Le dije con una sonrisa que hablaba como un anarquista. Él también sonrió, pero luego dijo con gran convicción: “No, amigo mío, somos tolstoyanos, no anarquistas. Seguimos en nuestra forma de vivir los Comentarios de los Cuatro Evangelios escritos por nuestro maestro, Lev Tolstoy, y su libro Sobre la vida. Estamos tratando de vivir la vida de los verdaderos cristianos, sin dogmas y sin rituales, y tratamos de seguir el verdadero significado del cristianismo cada minuto de cada día”. EL SUEÑO ENCARNADO DE TOLSTOY EN LOS CÁRPATOS Mientras estábamos en esa pequeña casa de reuniones, tan llena del amor compartido y los esfuerzos creativos de la pequeña comunidad, sentí que Tolstoy se habría regocijado de ver su visión de una vida ideal tan bien ejemplificada. aquí en este lugar aislado en los Cárpatos. El propio Tolstoi nunca pudo escapar por completo de la rueda de responsabilidades que lo rodearon hasta su muerte, y su mayor deseo era vivir algún día en una comunidad así. Le expresé estos pensamientos a mi guía, quien se conmovió mucho y nos dijo que seríamos bienvenidos a quedarnos todo el tiempo que quisiéramos. descansar de nuestro viaje y familiarizarnos con ellos. Sólo pidió que cuando nos fuéramos no hablaríamos de ellos con nadie, ni mencionaríamos su ubicación. Por supuesto, estuvimos de acuerdo de inmediato. En los días que siguieron, conocimos a un gran número de miembros de la comunidad, y me sorprendió bastante ver que eran de todas partes de Rusia, e incluso de diferentes zonas horarias. Es decir, algunos habían llegado aquí hace muchos años como refugiados del régimen zarista, otros recientemente, huyendo de los comunistas. Eran personas muy trabajadoras que cultivaban todo lo que necesitaban para alimentarse. Sus jardines estaban llenos de patatas, remolachas, zanahorias y todo tipo de tubérculos, incluso algunos de los que nunca había oído hablar. Durante el verano tenían tomates y pepinos, y, por supuesto, tenían sótanos donde almacenaban una gran cantidad de repollo para que durara todo el invierno. También hacían chucrut en grandes cazuelas de barro y barriles de madera, y de hecho en nuestra primera comida con ellos sirvieron sopa de remolacha y sopa de col, a las que llamaban borscht. Con esa comida también comimos vegetales cocidos y un delicioso pan negro, que nos dijeron con mucho orgullo que era el mismo pan que comían los campesinos rusos desde tiempos inmemoriales, y también el mismo pan que comía Tolstoy con su borscht. También había un tipo de chucrut de verano que hacían sin sal, y era muy delicioso y refrescante, además de saludable, siendo una de las poquísimas fuentes vegetales de fermentación de ácido láctico beneficiosa. Muchos años después, reproduje la receta en mi libro The Book of Living Foods. Había una cualidad atemporal en esa comunidad tolstoyana, una especie de suspensión en el tiempo y el espacio, realzada por su inocencia infantil y su actitud hermosa y fraterna hacia los demás y hacia nosotros. Entramos en su estilo de vida simple y natural como si siempre hubiéramos estado allí, y disfrutamos especialmente de sus reuniones nocturnas, cuando leían los escritos filosóficos de Tolstoi. De alguna manera no queríamos irnos, pero después de casi una semana, sabíamos que no podíamos posponer más nuestra partida si queríamos tener éxito en nuestra misión, que aún nos esperaba. Así que hicimos los preparativos para partir, y en nuestro último día recibimos la mayor sorpresa de todas. PERDEMOS A NUESTRO LIVIU Liviu, veinte años, criado en la ciudad de Cluj, envuelto en la vida universitaria, popular entre sus amigos, en fin, un joven universitario muy típico, vino a mí con lágrimas en los ojos y me pidió permiso para que lo dejara unirse a la hermandad tolstoyana. Me dijo que cuando entramos en el pueblo, sintió que había estado fuera durante mucho tiempo y que acababa de regresar a casa, que realmente pertenecía allí y quería quedarse por el resto de su vida. Su hermano, Víctor, intentó todos los argumentos para disuadirlo, pero él se mostró humildemente inflexible. Ya había obtenido el permiso del jefe de la hermandad, pero como me había dado su promesa de lealtad y cooperación durante toda nuestra expedición, tenía que tener mi permiso también. Bueno, mirando el amor y el anhelo en sus ojos, no pude rechazarlo. Hay un viejo dicho que dice que el corazón tiene sus razones, y aunque sabía que lo extrañaríamos mucho, no podía hacer otra cosa que darle mi bendición. Víctor estaba muy triste al principio, pero cuando miramos hacia atrás desde el camino y vimos al joven Liviu saludando y sonriendo, sus brazos entrelazados con los hermanos tolstoyanos, ambos sentimos la inevitabilidad de su decisión. Dos de los hermanos tolstoyanos nos habían dado importantes indicaciones topográficas, habiendo pasado una vez por la zona hacia la que ahora nos dirigíamos. Nos explicaron el camino más corto posible para llegar al primer asentamiento de los pastores del altiplano, y nos advirtieron que si perdíamos el camino, que podía estar obstruido en varios puntos, podíamos perdernos en las montañas y en la espesura. bosque del que nunca seríamos capaces de encontrar la salida. Así que dejamos de lado la idea de partir y nos concentramos en sobrevivir mientras nos dirigíamos a las altitudes más altas de los Cárpatos, el objetivo principal de nuestro viaje. BOSQUES primigenios impenetrables: osos y jabalíes Ahora teníamos que atravesar bosques mucho más densos que antes. Esos caminos angostos descritos por nuestros amigos tolstoyanos habían sido cubiertos de vegetación mucho antes, y tuvimos que usar nuestras hachas para abrirnos paso. En algunos puntos nuestro camino estaba completamente bloqueado por viejos árboles que se habían caído a través del camino, sus troncos podridos. Era un trabajo muy duro, y los días parecían una sucesión interminable de árboles, maleza y obstáculos. Sin embargo, no éramos ajenos a la belleza que nos rodeaba y notamos que las criaturas del bosque se habían vuelto mucho más numerosas. Vimos muchos osos, y fuimos muy atentos a las instrucciones que nuestros amigos tolstoyanos nos habían dado acerca de ellos. Nos dijeron que nunca antagonizáramos a un oso y que nunca hiciéramos ningún gesto que pudiera interpretarse como agresivo. Nos dijeron que nunca huyéramos de un oso, ya que es absolutamente imposible escapar de uno. Nos dijeron que si nos sorprendía un oso mientras descansamos, lo mejor era quedarnos inmóviles, como dormidos. Y si nos encontráramos con uno por accidente mientras viajamos, entonces deberíamos cambiar lentamente nuestra dirección, no yendo hacia atrás, sino moviéndose silenciosa y lentamente hacia la derecha o hacia la izquierda. Otros animales que no queríamos evitar, pero nos evitaron. Los ciervos eran tan hermosos y graciosos, y queríamos ser amigos de ellos. Pero solo nos miraron por unos segundos asombrados con sus enormes ojos, luego corrieron como el viento a través del bosque, las ramas crujiendo bajo sus cascos. Por la noche, mientras dormíamos junto a nuestro fuego, escuchamos los gritos lastimeros de los lobos, pero nunca se acercaron demasiado a nosotros. El único animal con el que teníamos que tener mucho cuidado, según nuestros amigos, era el jabalí. Nos dijeron que estos animales podían cortar árboles con sus duros colmillos cuando se enojaban, y prácticamente no había defensa contra ellos. Afortunadamente, no tuvimos ningún encuentro con ellos. Creo que todos los animales del bosque intuyeron que éramos dos pacíficos etnólogos vegetarianos que no les deseaban ningún mal. Sin embargo, el único problema siempre presente que teníamos era mantenernos en ese camino angosto mientras evitamos pisar los troncos de árboles en descomposición que yacían a través de él la mayor parte del tiempo, ya que estos huecos de árboles muertos eran escondites favoritos de venenoso. serpientes y escorpiones. Pero perseveramos,

que la gente podría vivir en algún lugar más allá de este desierto primitivo. Parecía como si fuéramos los primeros humanos que alguna vez se abrieron paso a través de esta jungla de hojas verdes y ramas de árboles. A veces, incluso en pleno día, apenas podíamos ver el sol, los árboles gigantes eran tan densos. Este peligroso viaje continuó durante al menos una semana, y pareció una eternidad. OVEJAS PACÍFICAS, PERROS FEROCES Y UN PASTOR DE LA ANTIGUA ROMA Entonces una mañana escuchamos un sonido que nos alegró el corazón y nos dio ganas de gritar de alegría: era el balido quejumbroso de las ovejas, y corrimos hacia el sonido, entrando un poco despejado área entre dos bosques. Ante nuestros ojos había un hermoso rebaño de ovejas blancas, y sabíamos que donde hay ovejas, el pastor no se queda atrás. Sin embargo, fue nuestra mala suerte encontrarnos primero con los perros pastores, y mientras estas criaturas enormes, feroces y gruñonas descendían sobre nosotros con la velocidad del rayo, el mismo pensamiento pasaba por nuestras mentes: si ahora hubiéramos escapado con éxito del país de los osos, el país de los lobos y el país de los jabalíes, sin mencionar las serpientes venenosas, solo para ser devorado por perros pastores? Entonces apareció nuestro salvador, y aunque habíamos estado anticipando este momento durante un mes, esperando con tanta ansiedad conocer a nuestro primer pastor de los Altos Cárpatos, ¡nunca imaginamos lo encantados que estaríamos de verlo! Llamó a los perros, quienes lo obedecieron al instante y volvieron a cuidar las ovejas. Y allí estaba él ante nosotros, un espléndido espécimen de un pastor de los Altos Cárpatos, mirándonos con gran asombro. Era muy alto, más de seis pies, y tenía un bigote grande y desgreñado, pero sin barba. Era extremadamente robusto y musculoso, y vestía todo de blanco, pantalones gruesos de lana blanca y chaqueta, y en su cabeza un sombrero de piel blanca. Agitó su bastón de pastor hacia nosotros de manera amistosa y todos caminamos uno hacia el otro. Su voz profunda retumbó en un saludo: “¡Sane la buna!”. Sin siquiera pensarlo, respondí “¡Vale!” porque sus palabras habían estado tan cerca del latín. Sentí una tremenda emoción de descubrimiento cuando nos preguntó a dónde íbamos y realmente lo entendí, no por mi fluidez en húngaro o alemán o incluso rumano, sino por mi conocimiento del latín, un idioma que se suponía extinto. sobreviviendo sólo en la literatura clásica y en la liturgia de la iglesia. Pero este pastor gigante y risueño no era un fósil, y el idioma que hablaba provenía de mucho antes de que existiera la Iglesia romana. Salí de mi ensimismamiento y le respondí en una mezcla de latín y rumano (lengua que también tiene raíces latinas) que habíamos venido de abajo para pasar unas pequeñas vacaciones con ellos, que queríamos saber cómo vivían, qué comían, qué idioma hablaban y aprender todo lo que pudiéramos sobre ellos, ya que pensamos que este conocimiento nos haría mucho bien. Creo que entendió la mayor parte de lo que dije, porque con una sonrisa y un gesto benévolo nos hizo señas para que lo siguiéramos. También hizo una señal indicando que no debemos acercarnos demasiado a las ovejas ni a los perros. Nos guió a una pequeña choza que había sido construida con las ramas de los árboles. Aquí fue donde probablemente descansó, ya que aparentemente tenía un poco de comida en ollas de barro y una manta de lana. Nos dijo que estaba solo allí con su rebaño de ovejas, y no podía llevarnos más lejos por el momento hasta que alguien viniera a relevarlo. Así que nos sentamos juntos y comenzamos a intercambiar palabras. Señalé un arroyo cercano y dijo aqua, la palabra latina para agua. Le indiqué su pequeña choza y dijo domu, una palabra muy cercana al latín. Se dirigió a Víctor y a mí como dominu, lo que invocó en mi mente el latín dominus, domine, etc. Pasó una hora muy rápidamente cuando tuve mi primera conversación con un verdadero pastor de las altas montañas de los Cárpatos, y fue muy fructífera. , también. Cada palabra que pronunció trajo el mismo asombro y emoción que siente un arqueólogo cuando comienza a excavar y sus manos tocan de repente los contornos de una estatua que nadie ha mirado en dos mil años. Entonces llegó un joven adolescente, y él también parecía asombrado de vernos. Nuestro amigo pastor, cuyo nombre era Lupu (muy cercano a otra palabra latina lupus que significa lobo) le habló en su lengua, hablándole de nosotros, y el niño sonrió con la misma amabilidad y le tendió la cazuela de barro que llevaba. Lupu explicó que podíamos comer algo ahora, o si preferíamos unirnos al grupo principal en su cuartel general más arriba, estaría encantado de llevarnos con él. Le dijimos que estaríamos muy agradecidos de unirnos a su grupo, y nos despedimos del joven que se hizo cargo del rebaño de ovejas, sentándonos felices junto al arroyo a comer sus provisiones. CONOCEMOS A URSU, EL JEFE DE LOS PASTORES Era el mismo bosque denso por el que habíamos luchado durante una semana, pero guiados por nuestro nuevo guía, nuestro camino era fácil y nuestros pasos seguros. Se abrió paso con pericia a través de la maleza como si estuviera caminando a través de una llanura sin árboles, y todo lo que teníamos que hacer era seguir sus pasos. Después de aproximadamente una hora y media de ascenso constante, finalmente llegamos a un área despejada cerca de la cima de una montaña. Vimos un puñado de pequeñas cabañas de troncos, enlucidas con barro endurecido, encaramadas en el lugar donde la vista era más impresionante. De hecho, lo primero que nos llamó la atención fue una enorme tetera de hierro que colgaba de una rama horizontal de un árbol, apoyada sobre dos palos bifurcados. Aparte de Lupu, no pudimos ver a nadie, pero tuve la extraña sensación de que la noticia de nuestro anival se había transmitido a todo el grupo de pastores, dondequiera que estuvieran, y lo mejor de todo, que éramos bienvenidos. Nos sentamos ni h,r de la tetera, y pronto se nos unieron dos pastores más, tan alto y robusto como Lupu. Después de saludarnos, apareció un pastor de pelo blanco, que parecía ser su mayor, o líder. Sin embargo, no tenía idea de su edad, porque el cabello blanco era la única indicación de que era mayor que el resto. Su voz también era de bajo profundo cuando nos saludó con un cordial “¡Bine venit!”, que apenas se distinguía de las palabras latinas para “bienvenidos”. Era también de un tamaño muy imponente, y su abrazo de bienvenida casi nos derriba. Sus ojos brillaban con calidez y buen humor, e inteligencia y sabiduría inconfundibles. Sentí en él con mucha fuerza la presencia de alguien cuyo conocimiento del universo era directo e intuitivo, alguien que no tenía necesidad de la erudición recopilada en libros de los hombres de las ciudades lejanas. Su nombre era Ursu, y como evidentemente era el líder de los pastores, su abrazo hizo oficial nuestra bienvenida. URSU TOMA PRESTADA MIEL DE UN OSO Entonces sucedió algo muy interesante. Ursu ​​se volvió hacia uno de los pastores, le dio una jarra, y el pastor asintió y desapareció en una de las cabañas. Ursu ​​se volvió hacia nosotros y nos explicó que un regalo de miel era en su tradición una expresión de amistad, y había enviado al pastor a traer un poco, para celebrar nuestra llegada. Pero a los pocos minutos el pastor regresó con las manos vacías y le dijo al anciano que no había suficiente miel en sus provisiones para llenar un tarro. Ursu ​​pensó por un momento, luego le dijo al pastor: "Ve al bosque y pídele prestado un poco al oso". El pastor se fue hacia el bosque con el cántaro, mientras yo decidí que no había traducido bien las palabras del anciano. Le pregunté si había dicho "tomar prestado del oso". Dijo que tenía. Le pedí que por favor me dijera a qué se refería. Explicó que en el bosque había un gran árbol donde dos osos que vivían cerca guardaban mucha miel. Cuando sucedía que se les acababa la miel, a menudo iban al árbol y pedían prestada un poco a los osos, y siempre se la devolvían más tarde cuando se reponía su provisión. Hablaba de ello tan casualmente como si uno fuera a pedir prestada una taza de harina a un vecino, y Víctor y yo nos miramos asombrados, asombrados ante esta extraña simbiosis que existía entre estas personas y las criaturas del bosque, especialmente el oso, que es un animal por el que teníamos un gran respeto y habíamos tratado seriamente de evitar encontrarnos. Efectivamente, en unos veinte minutos reapareció el pastor, trayendo el tarro lleno de deliciosa miel mezclada con el panal, fresco de un primitivo almacén de osos en el bosque. Pensando en esta experiencia más tarde, me pregunté si el nombre del anciano de Ursu (como el latín ursus que significa oso) tenía algo que ver con su habilidad casi mística para comunicarse con el rey indiscutible del bosque. NUESTROS FASCINANTES ROMANOS DE LOS CÁRPATOS - UNA COMUNIDAD DE PASTOR Durante este tiempo, habían llegado tres o cuatro pastores más, y todos nos sentamos y compartimos la miel en una especie de ceremonia de bienvenida que sentí que era una tradición muy antigua. Víctor y yo recibimos la mitad de la miel y todos compartieron la otra mitad. Mientras comíamos en un amistoso silencio, tuve la oportunidad de observar a mis nuevos amigos. Observé que los que no vestían su gruesa chaqueta de lana tenían debajo algo de lino blanco muy parecido a una toga romana. También usaban zapatos suaves que eran una recreación virtual de los zapatos que usaban los antiguos romanos. Podrían haber sido hermanos, cada rostro era tan similar al otro: rasgos fuertes, barbilla poderosa, frente alta y una nariz romana clásica. Lo que más me fascinaba eran sus perfiles, tan inequívocamente romanos eran. Terminamos nuestra miel y empezamos a charlar. Aparentemente, nunca tuvieron visitas de abajo, y nos hicieron muchas preguntas sobre lo que estaba pasando abajo y de dónde habíamos venido, abajo. "Abajo" era su forma de describir todo en el mundo fuera de su pequeño imperio, y era una descripción adecuada. Porque ciertamente sentimos que estábamos en la cima del mundo, muy por encima de toda la lucha, la confusión y la falta de objetivos que prevalecían en la abundante civilización de abajo. Estos pastores incluso desconocían por completo que solo unos años antes, las grandes naciones del mundo habían librado la guerra más destructiva de la historia. No sabían qué era la guerra, ni naciones, ni quién era el Kaiser o el Emperador, y menos que nadie habrían entendido las “razones” por las que tantos millones iban a la muerte. Aquí, en lugar de guerra y lucha, sentimos paz, propósito y una conexión íntima con la vida, en toda su realidad y esplendor. Íbamos a sentir esto con una intensidad cada vez mayor cuanto más tiempo permaneciéramos con esta gente: que aquí, en estas cimas de montañas aisladas, era posible para el hombre vivir en contacto simple y directo con el Creador. Luego notamos que el sol se estaba poniendo rápidamente y el aire de repente se volvió muy frío. Ursu ​​nos miró comenzando a temblar y le dijo algo a un niño, quien rápidamente se fue a una de las cabañas y regresó con dos de las chaquetas blancas de lana que nos pusimos agradecidos. Se ajustaban holgadamente y eran extremadamente cálidos. Otro joven nos trajo dos pares de pantalones de la misma lana gruesa, que nos pusimos sobre nuestros pantalones regulares. Los pastores nos miraron con gran satisfacción y sonrieron ampliamente, diciéndonos que ahora sí éramos uno de ellos. Entonces Ursu dijo que faltaba una cosa, y envió al primer chico de nuevo. Esta vez regresó con dos de los gorros de piel blanca, y cuando nos los pusimos, realmente sentimos que ahora formábamos parte de esa alegre banda de pastores romanos. UN BANQUETE DE PASTOR REAL: MAMALIGA DE MAÍZ PRIMIGA Y QUESO DE OVEJA BRINZA Entonces vimos que la población había crecido a nuestro alrededor hasta incluir varias mujeres que no habíamos notado antes, mujeres muy altas y robustas, vestida exactamente con la misma ropa que los hombres. Aprenderíamos, con el paso de las semanas, que disfrutaban de absoluta igualdad con los hombres en su pequeña sociedad: las tareas las asumían quienes podían hacerlas mejor y no se repartían por razón de sexo. A veces las mujeres cuidaban las ovejas ya veces los hombres preparaban los alimentos, porque pronto aprendimos que ambas tareas requerían una gran resistencia física. Por ejemplo, vimos ahora que dos hombres estaban trayendo cubos de agua para la tetera, dos mujeres estaban machacando maíz de un saco grande con dos piedras pesadas, y otros dos hombres estaban haciendo fuego debajo de la tetera con ramas caídas de árboles. Cuando el agua empezó a hervir, las mujeres le añadieron el maíz molido, revolviéndolo con una rama de árbol que era casi del tamaño de un remo. Debe haber requerido una fuerza física tremenda para remover la mezcla con esa enorme rama, pero las mujeres se reían y hablaban con los hombres todo el tiempo que lo hacían. A esta extraña mezcla la llamaron mamaliga, que fue la primera palabra que escuché que no venía del latín, pero enriqueció mi vocabulario y también resultó muy rica. En aproximadamente una hora, la mamaliga estuvo lista y vertieron agua sobre el fuego para cocinar debajo de la tetera. Entonces llegaron dos pastores con grandes ollas de barro, cada una llena de queso fresco de oveja llamado brinza, otro nombre no latino. El anciano trajo una herramienta extraña, como un arco largo con una cuerda afilada atada en los extremos. Los hombres sacaron grandes trozos de mamaliga, que habían cocinado hasta que adquirieron una dureza similar a la de una roca, y los pusieron sobre una roca plana. Entonces, usando el arco como un cuchillo, el anciano cortó grandes trozos en forma de cubos, cada cubo pesando al menos varias libras. Luego, una de las mujeres hizo un agujero en cada cubo con una cuchara grande de madera, y otra mujer llenó cada uno de los agujeros con queso de oveja. Luego se distribuyeron, y Víctor y yo nos sentamos con los demás a la luz resplandeciente de un pequeño fuego, sosteniendo en nuestras manos este enorme cubo de extraño maíz cocido relleno por dentro con una tremenda porción de queso de oveja. Vimos a los pastores, y cuando empezaron a comer, seguimos su ejemplo. La técnica consistía en morder alrededor del borde de la harina de maíz cocida para que con el mismo mordisco obtuviéramos cierta cantidad de queso de oveja. El queso era muy fuerte pero delicioso. Nos habíamos mirado antes de comenzar, cada uno de nosotros preguntándonos si podríamos terminar todo, y si no podíamos, que podría ser una ofensa a la etiqueta del pastor, pero no deberíamos habernos preocupado. Nos tomó una buena media hora de comer concentrado en silencio, pero no nos habíamos dado cuenta del efecto estimulante sobre nuestros apetitos del aire frío de la montaña, y terminamos con éxito todo el cubo, hasta la última miga sabrosa. Los pastores estaban muy contentos, como si hubiéramos pasado la iniciación final, y varios de ellos se acercaron y nos dieron palmaditas en el hombro. Tuvo el mismo efecto que el abrazo del anciano, una mezcla entre ser abrazado por un oso y caerse de un caballo. Y las mujeres no eran menos fuertes que los hombres. Por supuesto que lo hicieron con las mejores intenciones, pero pasó mucho tiempo antes de que Víctor y yo nos recuperáramos por completo de sus caricias amistosas, y nos dimos cuenta de que cuando tienes un pastor de los Cárpatos como amigo, no necesitas un enemigo) EL GIGANTE CUERNO DEL PASTOR DE LOS CÁRPATOS Pensé que con ese magnífico banquete nuestras actividades nocturnas habían terminado, pero en realidad apenas comenzaban. Mientras dos muchachos retiraban la tetera y la rama horizontal que había sostenido la tetera en dos tenedores, de repente aparecieron otros dos pastores cargando lo que parecía un cuerno inmensamente largo, del tamaño de tres hombres, uno al lado del otro. Colocaron el cuerno en los dos tenedores donde había estado la tetera, y al mismo tiempo se encendió otro fuego, una gran pila de ramas que aparentemente habían sido preparadas ese mismo día. Ahora, un torrente de luz dorada iluminaba la cima de nuestra montaña, proyectando extrañas sombras sobre el cuerno gigante, y Víctor y yo nos miramos, preguntándonos qué pasaría después. Lo que sucedió superó todas nuestras imaginaciones. Así como las estrellas aparecían en el cielo nocturno, una por una, así comenzaron a aparecer hogueras similares a las nuestras, una tras otra en las cimas de las montañas circundantes, hasta que fue como si un anfiteatro cósmico de fuego de tamaño gigante estuviera rodeando. nosotros en todas direcciones. Parecía como si las estrellas brillantes fueran sólo pálidos reflejos de aquellos fuegos terrenales, que se extendían por las cimas de las montañas hasta donde alcanzaba la vista. UNA SINFONÍA CÓSMICA INOLVIDABLE DE CUERNOS, FUEGOS Y ESTRELLAS Entonces un pastor que no habíamos visto antes, con un pecho poderoso tan ancho como Víctor y yo juntos, se acercó al cuerno, puso sus labios en un extremo y comenzó hacer sonar la bocina, una hazaña que no hubiera creído físicamente posible. Y luego salió el sonido de ese enorme instrumento, la primera nota larga, larga, indescriptiblemente larga e inquietantemente triste. Una melodía simple se formó en el aire de la noche y se cernió sobre las llamas, una melodía antigua y hermosa, que parecía provenir de la montaña misma, mientras se elevaba hacia los cielos en un eterno anhelo por el infinito. Cuando terminó el canto del cuerno, escuché el mágico silencio de la noche, temerosa de respirar para no romper el hechizo. Y luego, como un eco del cielo, otro cuerno respondió desde algún lugar a través de las montañas con una melodía igualmente hermosa, y como una increíble sinfonía cósmica, otros cuernos de todas las direcciones se unieron, y la música era de un increíble coro del espacio. todos jugando en armonía. Entonces me di cuenta de que había un gran número de estos pequeños grupos de pastores por todos los Altos Cárpatos, todos unidos por afinidad espiritual, ya través de las llamas de fuego y la música de los cuernos se comunicaban entre sí a través de enormes distancias, utilizando el lenguaje de los dioses y las estrellas. En todos mis viajes por el mundo, en todos los años por venir, nunca tendría otra experiencia para comparar con lo que sucedió esa noche. Mis palabras tampoco son adecuadas para describirlo. Esa mística sinfonía cósmica de los Cárpatos fue quizás lo más cercano al Nirvana que cualquier ser humano que vive en el mundo podría alcanzar. DORMIR EN LOS ALTOS CÁRPATOS Finalmente, los cuernos enmudecieron, uno por uno, desvaneciéndose en el silencio lleno de estrellas, y uno por uno los fuegos se apagaron en las cimas de las montañas y la noche de los Cárpatos lo envolvió todo en una quietud absoluta. Era hora de ir a dormir. Víctor y yo fuimos conducidos a una de las cabañas de troncos, y entendí la razón por la que estaban todos emplastados de barro cuando me di cuenta de lo amargo que se había vuelto el frío. Pero no nos congelamos, pues nuestra dura pero cómoda cama de paja cubierta con dos gruesas mantas de lana nos abrigaba desde abajo, y nos tapamos con otras dos pesadas mantas de lana, estas además de la gruesa chaqueta de lana y los pantalones que ya llevábamos. agotador. Me quedé dormido pensando que debía ser el mismo tipo de resfriado que padeció mi antepasado, Alexander Csoma de Koros, en las celdas sin calefacción de la serie de lamas tibetanos mientras luchaba por evitar que sus manos se congelaran para poder sujetar sus manos. lápiz y seguir escribiendo. Pero la calidad del aire en esos altos Cárpatos era indescriptible y compensaba el frío. El aire era casi una sustancia tangible, como la comida, lleno del aroma y el sabor de las plantas, flores y pinos altos de los alrededores, y creó una especie de euforia embriagadora que era diferente a cualquier otra cosa que hubiera experimentado. DELICIAS DE LOS CÁRPATOS El sol ya había salido a la mañana siguiente cuando nos despertamos y salimos a un pequeño mundo de ajetreada actividad muy diferente de la atmósfera mística de la noche anterior. Vimos a algunas mujeres quitando las cáscaras del maíz ya otras machacándolas con piedras hasta convertirlas en el mismo tipo de harina de maíz muy gruesa que habíamos comido en la cena. Todavía otros estaban tostando la harina de maíz, que era aún más deliciosa, como pronto descubrí. Esta harina de maíz tostada se llamaba pirga, y cuando la servían con el queso de oveja se convertía en mamaliga de pirga. Algunos de los hombres llevaban grandes sacos de avellanas del bosque para guardarlas en los desvanes que ocupaban todo el espacio superior de las cabañas. En estas altas montañas, sólo se podía sobrevivir al invierno almacenando inteligentemente en el verano, y estos áticos, bajo techos muy inclinados para soportar las fuertes nevadas, eran la fuente de vida de toda la comunidad durante esos meses en que el bosque y los prados dormían bajo el agua. un manto de nieve hasta la cintura. También se almacenaban peras y manzanas silvestres en capas de paja en los desvanes, deliciosos frutos pequeños que encontré muy deliciosos, con un sabor agridulce inusual. ETNOLOGÍA Y PSICOLOGÍA DE LOS PASTORES DE LOS CÁRPATOS Al ver la actividad, decidimos que sería mejor que nos pusiéramos a trabajar también. Así comenzó nuestro período de estudio sistemático, y aunque no quería interferir con ninguna parte de la vida diaria de los pastores, busqué cada oportunidad para hacer preguntas, escuchar, observar, y poco a poco recopilé un inventario completo de palabras y significados. Y a estas alturas el lector seguramente habrá deducido que era la tesis rumana la correcta sobre el origen de estos pastores, pues eran sin duda descendientes de los legionarios romanos que permanecieron en estas montañas aunque el emperador Trajano los mandó a casa. Su matrimonio mixto con las mujeres dacias había sido muy afortunado desde el punto de vista genético, pues parecía mezclar todo lo mejor de ambas razas. Mientras que los hombres dacios habían sido guerreros violentos, sus mujeres tenían un lado espiritual que se realzaba en los hijos de sus maridos romanos. En cuanto a los soldados romanos, todo lo noble, inteligente y valiente parecía perpetuarse en sus descendientes, que dedicaron varias generaciones al principio a evitar las invasiones de varias tribus bárbaras, como los ávaros, los visigodos y los longobardos. Afortunadamente, nuevamente desde un punto de vista genético, estas invasiones obligaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. inteligentes y valientes parecían perpetuarse en sus descendientes, que pasaron varias generaciones al principio para evitar las invasiones de varias tribus bárbaras, como los ávaros, los visigodos y los longobardos. Afortunadamente, nuevamente desde un punto de vista genético, estas invasiones obligaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. inteligentes y valientes parecían perpetuarse en sus descendientes, que pasaron varias generaciones al principio para evitar las invasiones de varias tribus bárbaras, como los ávaros, los visigodos y los longobardos. Afortunadamente, nuevamente desde un punto de vista genético, estas invasiones obligaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. quien pasó varias generaciones al principio para evitar las invasiones de varias tribus bárbaras, como los ávaros, los visigodos y los longobardos. Afortunadamente, nuevamente desde un punto de vista genético, estas invasiones obligaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. quien pasó varias generaciones al principio para evitar las invasiones de varias tribus bárbaras, como los ávaros, los visigodos y los longobardos. Afortunadamente, nuevamente desde un punto de vista genético, estas invasiones obligaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. estas invasiones forzaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar. estas invasiones forzaron a los romanos-dacios a moverse cada vez más alto en las montañas, y fue esta vida simple, natural, difícil pero estimulante lo que les dio su asombrosa fuerza física. Existían en una atmósfera armoniosa, y nunca vimos disputas entre ellos, nunca peleas. Como un soplo de la antigua Roma en el apogeo de su gloria, fue el aura de gran dignidad que siempre los rodeó e iluminó su manera de caminar, moverse y hablar.


FILOLOGÍA DE LOS ALTOS CÁRPATOS Dividí mi pequeño diccionario en tres grupos: en el primero, enumeré aquellas palabras que eran latinas puras; en el segundo, aquellas palabras que eran muy parecidas al latín; y en el tercero, aquellas palabras que no tenían conexión con las raíces latinas y eran de inconfundible origen dacio. Aquí hay parte de una página de muestra: Latín de los Cárpatos Grupo I iupu^ lupus (lobo) Dominu Dominus (señor) ursu ursus (oso) viata vita (vida) morte mors - mortis (muerte) somnu somnum (sueño) do mu domus (casa) veni veni (vine) aqua aqua (agua) bine bene (bueno, bueno) Grupo II mare magnus (genial) nopte nox - noctis (noche) sorte sors (suerte) Grupo III mere [(ir) padura silva (bosque) LA FORMA DE VIDA DE LOS PASTORES DE LOS ALTOS CÁRPATOS También escribí mis observaciones acerca de su forma de vida, que me impresionó mucho. Hubiera sido un logro suficiente sobrevivir en esas regiones montañosas aisladas; pero vivir como lo hicieron, con tal vigor y gracia, ilustró la profundidad de su carácter e inteligencia. ¡Cuán simple, cuán hermosamente se adaptaron a su duro entorno y crearon las condiciones previas de sus vidas! Los alimentos que comían eran todos de calidad superior: semillas, granos, miel, diferentes frutos silvestres del bosque, como peras, manzanas y bayas, la leche de oveja, que también fermentaban para hacer una especie de leche agria, el excelente queso y el suero resultante, el maíz que cultivaban durante los cortos meses de verano y que servía como pan principal, todos estos eran alimentos del más alto valor nutritivo. Durante el verano que estuve con ellos, no vi a nadie comer carne ni matar ningún animal. De lo contrario, había una extraña simbiosis y comunión con las criaturas salvajes del bosque, desde el pájaro más pequeño hasta el oso más grande, desde los halcones que volaban en círculos hasta las lombrices de tierra que enriquecían el suelo bajo su maíz en crecimiento. Eran completa y totalmente autosuficientes. Construyeron sus cabañas con los bosques del bosque y, de paso, incluso en esa área tan espesa de árboles, nunca talaron uno excepto por necesidad. Ellos mismos tejían la tela blanca de media pulgada de espesor que provenía de la lana de sus ovejas, y cosían sus propios zapatos suaves, tan parecidos al calzado de los antiguos romanos. No tenían ninguno de los rituales complejos y embrutecedores que tan a menudo se encuentran en las sociedades primitivas, e incluso el mayor, Ursu, en realidad no los gobernaba en el sentido habitual de un líder. Más bien, era como un padre al que se buscaba para pedir consejo; pero nunca dio órdenes arbitrarias ni interfirió en la vida personal de nadie. Parecía ser una sociedad completamente desestructurada, funcionando en perfecto orden no a través de reglas y regulaciones, sino a través de la madurez individual de cada persona. Los niños eran amados pero no mimados, y tan pronto como eran físicamente capaces, se unían a la comunidad de adultos con todos los mismos derechos y responsabilidades. De hecho, me recordó de una manera extraña a la vida de los antiguos esenios en el Mar Muerto, aunque la comparación puede parecer extraña para algunos debido a la gran diferencia de tiempo, clima y estilo de vida. Sin embargo, había algo en su hermandad tácita, la igualdad de todos ante su Creador sin nombre, su forma de vida sana, sencilla y natural, y su cortesía y amabilidad infalibles, lo que me recordó mucho a la Hermandad Esenia. SEÑALES DE INVIERNO ACERCAMIENTO - DESPEDIDA DOLOROSA El verano parecía pasar volando, y Víctor y yo también notamos que nuestra salud y condición física general habían mejorado enormemente, aunque ciertamente estábamos saludables para empezar. Sentimos una casi sobreabundancia de energía, un estado inusual de vigor y vitalidad. De hecho, estábamos tan contentos que no nos dimos cuenta de que ciertas hojas del bosque se estaban volviendo de brillantes tonos amarillos y rojos, que ciertos pequeños insectos habían desaparecido y que necesitábamos una manta de lana extra por la noche. Pero un día, el mayor, Ursu, se me acercó y me preguntó si nos gustaría pasar un invierno con ellos; pensó que podríamos aprender aún más al hacerlo. En respuesta, no traté de explicar nuestro trabajo en la universidad, y todas las cosas abstractas que no habrían tenido ningún significado para él, pero simplemente dije que aunque nos gustaría mucho quedarnos, no podíamos porque habíamos dado nuestra palabra a los de abajo de que regresaríamos antes de que llegara el invierno. Esto lo entendió perfectamente. El Código Romano de Honor, que tenía como pilar la palabra dada, era todavía una parte muy importante de su memoria filogenética. Habiendo aceptado esto, me dijo que si no nos íbamos a quedar, me sugirió enfáticamente que nos fuéramos dentro de los próximos días, porque el invierno estaría sobre ellos muy pronto, y una vez que comenzara, nunca podríamos descender. la montaña. Esto lo entendió perfectamente. El Código Romano de Honor, que tenía como pilar la palabra dada, era todavía una parte muy importante de su memoria filogenética. Habiendo aceptado esto, me dijo que si no nos íbamos a quedar, me sugirió enfáticamente que nos fuéramos dentro de los próximos días, porque el invierno estaría sobre ellos muy pronto, y una vez que comenzara, nunca podríamos descender. la montaña. Esto lo entendió perfectamente. El Código Romano de Honor, que tenía como pilar la palabra dada, era todavía una parte muy importante de su memoria filogenética. Habiendo aceptado esto, me dijo que si no nos íbamos a quedar, me sugirió enfáticamente que nos fuéramos dentro de los próximos días, porque el invierno estaría sobre ellos muy pronto, y una vez que comenzara, nunca podríamos descender. la montaña. 

Y luego miré a mi alrededor y vi esas señales inequívocas de la llegada del invierno que no había notado antes, tal vez porque no quería. Tanto Víctor como yo entendíamos un poco mejor las razones por las que Liviu había querido quedarse con la Hermandad Tolstoyana, pues sentíamos la misma atracción hacia estos pastores y la vida que llevaban, tan incomparablemente superior a la rueda loca y sin rumbo de la codicia material y la búsqueda del poder que está ocurriendo abajo. Bien podrían haber vivido en otro planeta, tan radicalmente diferentes eran estos espléndidos hombres, mujeres y niños de sus débiles y enfermizos primos de abajo. Eran uno con el bosque, sin dañar a ningún ser vivo, tomando de la naturaleza todo lo que necesitaban y compartiendo su fructífera abundancia. Vivían en armonía con una música oculta que no era para nuestros oídos, pero se hizo eco en las inquietantes melodías de sus antiguos cuernos, melodías que nos sentimos inexpresablemente agradecidos por haber escuchado y compartido. Se necesitó más coraje del que había creído posible para empacar nuestras pertenencias en nuestras mochilas y despedirnos. Todos trajeron alimentos para que los lleváramos, diciéndonos que sería cada vez más difícil encontrar lo que necesitábamos en el bosque durante nuestro viaje descendente, y los aceptamos con gratitud. Entonces cada uno de ellos vino a abrazarnos y les pedimos tímidamente si moderaban la intensidad de sus abrazos, porque no estábamos acostumbrados a su fuerza. Todos sonrieron ante esto, y nuestras pequeñas bromas ayudaron a disminuir el dolor que sentíamos por tener que dejar a estas buenas personas. Sus tiernos abrazos aún eran lo suficientemente fuertes como para traer lágrimas a nuestros ojos, y eran lágrimas genuinas de tristeza y anhelo, porque estos abrazos silenciosos expresaban su amor de una manera que las palabras no podrían haber hecho. Y en un último gesto de cariño, que nos conmovió profundamente, esos mismos perros grandes que nos habían querido despedazar cuando llegamos por primera vez, nos entregaron a cada uno sus fríos hocicos en nuestras manos y se despidieron con sus ojos oscuros y expresivos. EL ARDUO RETORNO A LA CIVILIZACIÓN Estábamos agradecidos por las dificultades del viaje de regreso, porque nos impidió pensar demasiado. A pesar de que el anciano nos había dado instrucciones explícitas sobre cómo regresar y cómo evitar las áreas empinadas de las montañas donde podríamos tener problemas, el viaje de regreso fue arduo y requirió que mantuviéramos todo nuestro ingenio. Encontramos la misma maleza espesa, los mismos troncos de árboles medio podridos, el mismo aullido de los lobos en la noche. Los pastores tenían razón: esta vez no pudimos encontrar comida en el bosque, ya que las ardillas ya habían almacenado las avellanas y las bayas silvestres habían sido arrancadas de los arbustos hacía muchas semanas. De modo que les agradecimos mucho su previsión de proveernos de alimentos, pues necesitábamos de todas nuestras fuerzas para el precario y difícil camino de regreso a casa. Eventualmente llegamos a un pequeño puesto de avanzada del servicio forestal que consistía en tres pequeñas cabañas con algunos guardabosques que se sorprendieron mucho al vernos descender de un camino que conducía solo a bosques de alta montaña inaccesibles e inexplorados. Pensaron que nos habíamos perdido, y dejamos que lo creyeran. Era mucho más fácil que tratar de explicar que acabábamos de venir de otro mundo. Amablemente nos mostraron cómo llegar al pueblo más cercano donde alguien pudo guiarnos a una pequeña estación de ferrocarril, y pronto estábamos en un tren con destino a Cluj. Ese primer contacto con el mundo del siglo XX fue un tremendo shock. Nos sentimos como visitantes de otro planeta, y pasaron varias semanas antes de que nos acostumbráramos nuevamente al aire ordinario, a la comida ordinaria y a la vida tal como se vivía “abajo”. Sabía en mi mente de científico que el paraíso en la tierra aún estaba a muchos milenios en el futuro, y que mis tareas en la tierra debían cumplirse; pero en mi corazón no podía olvidar a esos pastores de los Cárpatos ya veces me preguntaba, cuando los males de la violencia, la persecución y la ignorancia amenazaban con sumergir al mundo en la oscuridad, por qué había dejado esa cima de la montaña de paz y luz. DE REGRESO A LA UNIVERSIDAD Debido a que yo era un científico, estos pensamientos subjetivos y personales no entraron en mi informe detallado de ochenta páginas sobre nuestras experiencias etnológicas y filológicas, y a su debido tiempo lo presenté a la Universidad de Cluj, donde el Dr. Barbat, el Dr. Goanga y el Dr. Marin nos dieron una cálida bienvenida. Cuando tuvimos nuestro primer reencuentro con ellos, Víctor y yo nos reíamos de un cambio de roles: esta vez les tocó a esos profesores temblar bajo la intensidad de nuestros abrazos de oso, pues notaron de inmediato cómo nuestra fuerza física había aumentado. Estaban tristes y bastante desconcertados, por supuesto, por la ausencia de Liviu, pero felicitaron a Víctor por su perseverancia y le aseguraron un brillante futuro en etnología en la universidad. Inmediatamente llamaron al Dr. Galati en la Universidad de Bucarest, dándole la alegre noticia de que finalmente teníamos la prueba de la corrección de la teoría rumana: que los rumanos de la Alta Transilvania eran descendientes de los legionarios romanos supervivientes y de las mujeres dacias nativas. Y para celebrarlo se realizó un elaborado banquete en nuestro honor, que disfrutamos mucho. A la mañana siguiente del banquete, todos me acompañaron a la estación de ferrocarril donde el tren me llevaría a Budapest, y de allí a París. Me despedí emotivamente de todos los profesores, pero para 90 Víctor no tuve palabras. Solo compartimos una larga, profunda y triste mirada a los ojos. Incluso si las mareas cambiantes de nuestras vidas nos impidieran regresar un día a ese mundo oculto de las altas montañas de los Cárpatos,

INTERLUDIO AFRICANO: UN COMPLETO FRACASO PREPARATIVOS PARA EL ÁFRICA ECUATORIAL Fue al comienzo de una de mis vacaciones de verano de mis estudios en la Universidad de París, cuando me enteré de que nuestra oficina colonial había decidido enviar una pequeña expedición médica a Francia. África Ecuatorial para tratar de encontrar un tratamiento viable para una fiebre epidémica que estaba desconcertando a nuestros especialistas tropicales. Decidí ser voluntario y ofrecí mis servicios al departamento médico de la oficina colonial. Aceptaron, ya que era costumbre permitir que los estudiantes de medicina en su último año emprendieran proyectos de este tipo como experiencia útil, y me alegré porque se contaría como crédito de estudio cuando regresara a la universidad en el otoño. Pero desde mi primer encuentro con los tres médicos y sus asistentes que conformarían la expedición, sentí que las cosas no irían bien. La falta general de organización fue sólo un factor, siendo otro la actitud de los tres médicos. Cuando les expliqué que mi propósito principal para ir era probar ciertos métodos de curación practicados por un antiguo grupo de curanderos esenios en el lago Mareotis y el Mar Muerto, y cuando comprendieron que mi muy poco ortodoxo punto de partida vendría de Plinio , el científico natural romano; de Josefo, el historiador romano; y de Philo, el filósofo alejandrino, además de un oscuro y aún desconocido manuscrito que había descubierto en los Archivos del Vaticano, comenzaron a mirarme con recelo, por decirlo suavemente. Con una cortesía apenas civilizada me aclararon que no podría contar con su cooperación, pero que como ya había sido elegido podía tener mi libertad para hacer por mi cuenta lo que quisiera, una vez que llegáramos a nuestro destino. Este no era exactamente el tipo de atmósfera fraternal necesaria para el lanzamiento de tal expedición, pero supongo que no podía culparlos, considerando su educación dogmática y entrenamiento unilateral. Les tomó cerca de diez días a todos preparar su equipo, y luego nos dirigimos a África ecuatorial, teniendo un viaje sin incidentes. Mis provisiones eran tan ligeras que todos pensaron que había dejado mi equipaje en casa. Además de mis pocas cosas personales, solo llevaba un recipiente de almendras, muchas semillas diferentes para germinar, una pequeña bolsa de ajo seco, y un aparato muy pequeño para destilar agua. En cambio, mis ilustres colegas habían cargado baúl tras baúl a bordo del barco, una enorme provisión de alimentos enlatados, cajas y cajas de bebidas embotelladas, y todo un laboratorio portátil bien provisto de drogas y medicinas de todo tipo. Miraron con bastante desdén mi escaso equipaje, pero yo me encogí de hombros y les di una mano para subir todas sus provisiones a bordo. MIS ADAPTACIONES DE LOS ANTIGUOS MÉTODOS ESENCIALES DE CURACIÓN Llegamos al África ecuatorial y establecimos nuestro cuartel general en un pequeño pueblo donde la misteriosa fiebre ya se había cobrado un gran número de víctimas. Nos instalamos y organizamos de manera independiente nuestras respectivas actividades. Los tres médicos y sus ayudantes montaron su laboratorio portátil y comenzaron todo tipo de pruebas médicas, probando diferentes drogas en dosis variables con grupos de nativos y practicando autopsias a algunos de los numerosos cadáveres aún sin enterrar. Por mi parte, no me interesaban los muertos, ni me preocupaba particularmente descubrir el microbio exacto que había causado la enfermedad; más bien, estaba ansioso por curar empíricamente el mal, y lo más rápido posible. Después de algunas dificultades iniciales, logré asegurar la cooperación de un pequeño grupo de nativos, todos con fiebres muy altas, cuyas familias estaban dispuestas a dejarme probar mis métodos de curación con ellos. Primero, destilé agua y les dejé beber pequeñas cantidades a intervalos frecuentes. Luego sumergía a mis pacientes varias veces al día en agua fría con el fin de desconducir el calor del cuerpo. les prohibí comer nada, sólo para beber el agua que yo mismo había destilado. Esta fue la regla más difícil de hacer cumplir, particularmente cuando sus familias comenzaron a preocuparse de que morirían de hambre antes de que la fiebre los reclamara. Estos parientes bien intencionados también se sorprendieron cuando abrí todas las ventanas de sus chozas para tener el máximo de aire fresco, y se sintieron muy inquietos cuando vieron a sus seres queridos enfermos siendo sumergidos en agua fría cuando ardían en llamas. fiebre. Sin embargo, parecían tener una ligera sospecha de que yo podría saber lo que estaba haciendo, y pensaron que probablemente no había venido desde tan lejos si no tuviera algo útil que ofrecer en forma de cura. Así que al menos no interfirieron con mis tratamientos, y poco a poco se empezaron a notar los resultados. Después de cinco o seis días, sus fiebres bajaron gradualmente y luego dejé que mis pacientes ingieran cantidades muy pequeñas de frutas frescas con frecuencia durante el día. Pero tuve sumo cuidado al seleccionar esas frutas yo mismo y usé solo aquellas cuyas pieles estaban intactas y no rotas en ningún punto. (No hace falta decir que, en cuanto a mi propia salud, comí solo los alimentos que había traído conmigo, teniendo cuidado de destilar toda el agua que bebía y teniendo el mismo cuidado en seleccionar las frutas locales). Después de algunos días de esta dieta de frutas , mis pacientes estaban durmiendo bien por la noche, y en unos pocos días más pudieron levantarse de sus camas, comenzando con pequeños paseos frecuentes. Y en dos semanas estaban perfectamente curados y en condiciones de volver a su trabajo. 94 Sentí una enorme satisfacción de que los antiguos métodos esenios de tratamiento funcionaran tan bien en el siglo XX como lo habían hecho dos mil años antes, y mi opinión de Plinio, el científico natural romano que describió estos tratamientos en los manuscritos que encontré en el monasterio en Monte Cassino, me volví aún más respetuoso cuando vi que estas curaciones se estaban llevando a cabo. EL TRISTE DESTINO DE MIS COLEGAS Me había involucrado tanto en la curación de mis pacientes que casi me había olvidado de mis tres colegas, y ahora decidí ver cómo estaban antes de continuar con mi trabajo. No lo estaban haciendo muy bien. Aparentemente, los medicamentos que usaban solo eran efectivos temporalmente y sus pacientes generalmente morían. Las autopsias no habían descubierto ninguna respuesta, y lo peor de todo, dos de los médicos contrajeron la enfermedad ya los pocos días estaban muertos. El tercer médico comenzó a mostrar síntomas iniciales y fiebre, y los dos asistentes estaban muy desmoralizados. Muy preocupados e impotentes ante estas calamidades, me pidieron que hablara con los indígenas y les pidiera que enterraran a los médicos muertos. Lo hice y me convertí en una especie de enlace entre ellos y la gente del pueblo, tarea fácil en vista de la popularidad que había alcanzado curando a las familias a las que había atendido. También quería ayudar al tercer médico, pero rechazó mi ayuda por completo y continuó dando instrucciones a los dos asistentes sobre diferentes drogas y medicamentos. Yo por mi parte me sentía bien, me iba muy bien comiendo mis almendras, bebiendo mi agua destilada y seleccionando cuidadosamente aquellas frutas locales que no tenían abertura en la piel. Incluso el clima cálido y húmedo y las inevitables dificultades tropicales no me afectaron demasiado. LA INCÓMODA VISTA DE MI PROPIA TUMBA Mi tercer colega sobreviviente, a pesar de sus propios esfuerzos, deliraba cada vez más y finalmente murió también. Esa fue la gota que colmó el vaso para los asistentes, y casi en pánico tomaron el siguiente pequeño bote que apareció en el río y partieron hacia Francia, convencidos de que ellos también morirían si se quedaban un día más. Debo confesar que también estaba bastante desorientado por estos hechos, quedándome de repente solo con todo el equipo médico y los tres compañeros muertos, uno de ellos sin enterrar. Así que lo primero que hice fue pedirles a mis amigos nativos que cavaran otra tumba, pensando mientras tanto qué curso de acción tomaría. Cuando me llamaron para inspeccionar su trabajo, descubrí con gran sorpresa que habían cavado dos tumbas en lugar de una. Les pregunté por qué habían hecho dos tumbas. Uno de los nativos me miró y me dijo con angelical inocencia, como si fuera lo más natural del mundo: “¡Pues el segundo es para ti! ¡Ya que todos ustedes morirán aquí, pensamos que era mejor hacer su tumba al mismo tiempo para no tener que trabajar dos veces!” Esas no eran exactamente palabras de consuelo y, a pesar de mi aparente bienestar y mi satisfactoria dieta de almendras, sentí cierta inseguridad, especialmente mientras oficiaba el entierro de mi tercer colega, al borde de una cuarta tumba abierta. . ¡Definitivamente no era una perspectiva tentadora ser enterrado en África ecuatorial! Así que me fui a dormir esa noche pensando que por la mañana me concentraría y tomaría la decisión correcta. EL APOCALIPSIS: HOLOCAUSTO ARDIENTE Y UN MAR DE HORMIGAS ASESINAS Nunca tuve la oportunidad, porque justo antes del amanecer se tomó la decisión correcta para mí. Mis amigos nativos me despertaron bruscamente en la penumbra, gesticulando y gritando en su francés entrecortado que debía dejarlo todo y correr con ellos de inmediato. Miré fuera de mi tienda y vi que todos corrían en una dirección desde el pueblo. No solo personas, sino todo tipo de criaturas salvajes corrían con ellos, y vi lo que parecía un incendio forestal en la distancia y olí el humo acre que se sumó a la visión apocalíptica de la mañana. Pensando que probablemente todos sabían lo que estaban haciendo, Me detuve solo lo suficiente para agarrar mis resistentes botas y salí corriendo con ellas, vistiendo solo mi camisón y un sombrero. Mientras corríamos, uno de mis amigos de repente me agarró del brazo y me dijo que mirara hacia atrás. Lo hice y vi con horror de qué huían realmente los nativos. El incendio forestal era solo un pequeño peligro en comparación con un gigantesco océano de feroces hormigas rojas que avanzaban a una velocidad increíble, una encima de la otra para formar una pared móvil de insectos asesinos, devorando y destruyendo todo a su paso. Entonces me di cuenta de que estábamos corriendo por nuestras propias vidas y redoblé mis esfuerzos. Habría sido fatal reducir la velocidad, ya que la distancia entre nosotros y las hormigas se mantuvo más o menos igual. No sé qué hubiera pasado si finalmente no hubiéramos llegado al río que apareció de repente, fluyendo ante nosotros como una alfombra mágica hacia la tierra prometida. Nos tiramos al agua, nadamos hasta el otro lado y prácticamente nos desplomamos del cansancio. Por el alivio exhausto en los rostros de mis amigos, entendí que ahora estábamos a salvo tanto del incendio forestal como de las hormigas. Y me alivió mucho ver que las mujeres y los niños habían sido evacuados primero y ya estaban a salvo allí en la orilla. Aparentemente, esta horrible combinación de incendio forestal e invasión de hormigas no era infrecuente en esa parte del mundo, y me pregunté cuánto coraje debió haber sido necesario para sobrevivir allí, año tras año. Todavía lo pienso a veces cuando un futuro granjero joven e idealista viene a contarme su sueño de escapar un día para vivir felices para siempre en un “paraíso” tropical. perdí la cuenta de las horas, pero nos pareció un tiempo interminable que estuvimos inmovilizados en ese lado del río, viendo a lo lejos el holocausto de fuego consumir el pueblo. Finalmente, mis amigos me dijeron que sería seguro regresar y así lo hicimos, encontrándonos con un espectáculo muy triste. Todo lo que no se había quemado hasta quedar crujiente había sido destruido por las hormigas. Todos los suministros médicos sofisticados, que habían resultado tan trágicamente inútiles para mis colegas, ahora eran solo pedazos de metal y vidrio. Cada parte de goma había desaparecido, comido por las hormigas. Tuve mucha suerte de poder confeccionar un atuendo de viaje de aspecto un tanto normal, y me fui lo antes posible, despidiéndome con gratitud de quienes me habían salvado la vida. Respondieron que como yo había salvado a algunos de los suyos, era lo mínimo que podían hacer. DOLOROSO REGRESO A PARÍS Cuando llegué de nuevo a Francia, Escribí un breve informe de todo lo sucedido y lo llevé al departamento médico de nuestra oficina colonial en París. Estaban muy descontentos con el triste final de nuestra misión y comprensiblemente tenían poco entusiasmo por mi informe, el éxito de mis esfuerzos se vio ensombrecido por la muerte de tres de sus mejores hombres. La expedición recibió muy poca publicidad, de hecho, fue silenciada y olvidada a propósito. Sin embargo, recibí una pequeña carta agradable después de unos diez días de la oficina colonial, agradeciéndome por mis esfuerzos y servicios, diciendo que se dieron cuenta de que no había nada más que pudiera haber hecho contra probabilidades tan abrumadoras. En ese momento, parecía simplemente el final de unas vacaciones desperdiciadas que casi terminaron cuando me convertí en una comida para hormigas rojas gigantes. Sin embargo, pensando en ello,

TAHITI Y LOS MARES DEL SUR EN BUSCA DE UNA COLONIA DE LEPROSOS EN POLINESIA

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