LA LEY SANTA. EL Árbol de la Vida! (Esenio)

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Texto:
LA LEY SANTA.
Tu, oh Ley Santa, el Arbol de la Vida que está en medio
del Mar Eterno y a este árbol se le llama el árbol de la
curación, el árbol de la curación portentosa, el árbol que
todo lo cura y sobre el cual descansan las semillas de
todo lo que invocamos.
¿Aún no lo sabes? ¿Aún no lo has oído? ¿No te lo dijeron desde el principio? Levanta tus ojos hacia las alturas y contempla la Ley Santa, que fue establecida mucho antes que el eterno, soberano y luminoso espacio, contempla la Ley

Santa que creó los cimientos de la Tierra, la Ley Santa que es lo primero y lo último y que vive en los corazones de los Hijos de la Luz.
Porque la Ley es grande, como grande es el Padre Celestial sobre Sus Angeles.
El es el que nos da la Ley y El es la Ley; en Su mano están los lugares profundos de la Tierra. La firmeza de las colinas, también es de El. El mar es Suyo, porque El lo hizo y Sus manos formaron la tierra seca.
Venid, adoremos e inclinémonos, arrodillémonos ante el Padre Celestial, porque El es la Ley y nosotros somos los habitantes de Sus praderas y las ovejas de Su mano.
Los Hijos de la Luz invocan la Ley Santa con cantos de alegría, las enfermedades huyen de Su presencia, la muerte huye y también huyen la ignorancia y el orgullo, el desprecio, la fiebre calurosa, la calumnia, la discordia y la maldad, toda ira y violencia y las palabras llenas de mentira y falsedad, todo esto huye ante el poder de la Ley Santa.
Aquí está la Ley que destruirá toda enfermedad y destruirá toda clase de muerte y destruirá a los opresores de los hombres y al orgullo y al desprecio, como también a las fiebres calurosas, a las calamidades y a toda clase de discordia y al peor de todos los males y desterrará la ignorancia, expulsándola de la Tierra.
Bendecimos la invocación y la oración, la fortaleza y el vigor de la Ley Santa, invocamos al espíritu, a la conciencia y al espíritu de los Hijos de la Luz, quienes enseñan la Ley y luchan en el reino de las tinieblas para atraer la Luz de la Ley a los Hijos de los Hombres.
Bendecimos el triunfo de los buenos pensamientos, de las palabras bondadosas y de las buenas acciones, que fortalecen los fundamentos del Reino de la Luz.
Que los Hijos de los Hombres quienes tienen buenos pensamientos, hablan palabras bondadosas y hacen buenas acciones, habiten en los cielos, como si estuvieran en su propia casa.
Y aquellos que tienen malos pensamientos, pronuncian palabras malignas y hacen malas acciones, habiten en el caos.
La pureza es para el hombre, junto con la vida, el más grande de todos los bienes; aquella pureza está en la Ley Santa que hace crecer la hierba sobre las montañas y limpia los corazones de los hombres.


Con los buenos pensamientos, las palabras bondadosas y las buenas acciones, será purificado el fuego, será purificado el agua, será purificada la tierra, serán purificadas las estrellas, la luna y el sol, y serán purificados el hombre y la mujer fervorosos y la Luz eterna e infinita aparecerá diáfana y pura y será purificado el Reino de la Madre Tierra y el Reino del Padre Celestial y serán purificadas todas las cosas que fueron hechas por la Ley, cuya Hija es la Creación llena de santidad.
Oh Hijos de los Hombres, por obtener los tesoros del mundo material, no vayáis a renunciar al mundo que la Ley os ofrece; porque aquel que con tal de obtener los tesoros del mundo material, destruye en si mismo el mundo de la Ley, no tendrá ni fuerza vital, ni Ley, ni Luz celestial. Pero el que camina con los ángeles y sigue el camino de la Ley Santa, obtendrá todas las cosas buenas y entrará al Mar Eterno donde está el Arbol de la Vida.
Las enseñanzas de la Ley son perfectas, porque transportan el espíritu desde las tinieblas hasta la Luz; el testimonio de la Ley es firme, porque al hombre humilde lo convierte en sabio, los dictados de la Ley son rectos porque alegran el corazón.
Los mandamientos de la Ley son puros, porque iluminan los ojos, porque dan Luz a la vista. La verdad de la Ley es pura y dura por siempre.
Que los Hijos de la Luz triunfen en cualquier lugar de los cielos y la Tierra.
En nuestras oraciones aspiremos el hálito de la Ley Santa, oh Padre Celestial, cuán hermoso son Tus tabernáculos. Mi espíritu suspira y languidece, si, por el Arbol de la Vida que está en medio del Mar eterno.
Mi corazón y mi carne claman por el Dios viviente, si, el gorrión encontró un lugar y la golondrina un nido para ella, donde puede aquietar su cría. Los Hijos de la Luz, quienes trabajan en el Jardín de la Hermandad, habitan dentro de la Ley Santa. Benditos sean los que viven allí.

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