EL PADRE CELESTIAL. Textos esenios desconocidos

 EL PADRE CELESTIAL.

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En el Reino de los cielos hay cosas extrañas y maravillosas,

porque por Su palabra existen todas las cosas. Pero aún hay grandes cosas ocultas, más de lo que éstas pueden ser, porque no hemos visto sino un poco de sus obras.

El Padre Celestial ha hecho todas las cosas.

La belleza de los cielos y la gloria de las estrellas, dan luz en los altos lugares del Mar celestial. Ellos son centinelas del Altísimo que continúan en sus sitios y nunca descuidan su vigilancia.

Mirad hacia el arco iris y alabad al que lo hizo; muy hermoso es su brillo, pues circunda los cielos con un círculo glorioso y las manos del Altísimo lo han trazado. Por Su Ley El hace que la nieve caiga rápido y envía prontamente los rayos de sus mandatos, así como se abren los tesoros y las nubes vuelan como aves. Por Su gran poder, El hace que las nubes permanezcan y se desprenda el granizo. Con Su mirada sacude las montañas y el viento del sur sopla por Su voluntad. El ruido del trueno hace temblar la tierra, lo mismo que la tormenta que viene del norte y el viento huracanado. 

Así como vuelan los pájaros, El dispersa la nieve y el ojo se maravilla por la blancura de ésta y el corazón se asombra al ver caer la lluvia. Así los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento muestra la obra de Sus manos. ¿Quién hizo las aguas? ¿Y quién las plantas? ¿Quién sometió las nubes tormentosas a la dirección del viento? ¿Quién creó los vientos que pasan rápido? ¿Y los que pasan aún más rápido? ¿Quién, oh Padre Celestial es el creador de la Ley Santa que está dentro de nuestros espíritus? ¿Quién hizo la Luz y las tinieblas? ¿Quién hizo el sueño y el buen ánimo que se siente en las horas de vigilia? ¿Quién le dio su ruta inalterable al sol y a las estrellas, para que fuesen y viniesen periódicamente? ¿Quién estableció la Ley según la cual la luna crece y disminuye? 

¿Quién sino Tu, Padre Celestial, ha hecho estas cosas gloriosos. Señor, Tu has sido nuestro lugar de habitación durante todas las generaciones; antes de que las montañas fuesen hechas, o aún antes de que Tu hubieses formado la Tierra y el universo, aún desde siempre y por siempre, Tu eres la Ley. Tu nombre es Entendimiento, Tu nombre es Sabiduría, Tu nombre es El Bondadoso, Tu nombre es El Invencible, Tu nombre es El Que Hace Justicia Verdadera, Tu nombre es Aquel que da La Salud, Tu nombre es el Creador, Tu eres el Defensor, Tu eres el Creador y el Preservador, Tu eres el Espíritu que Discierne, Tu eres La Ley Santa. Estos nombres fueron pronunciados antes de la creación de los cielos, antes que las aguas y las plantas fuesen creadas, antes del nacimiento de nuestro Patriarca Enoch.

Desde antes de que el tiempo existiese, el Padre Celestial plantó el Arbol de la Vida, que permanece por siempre y siempre en medio del Mar eterno. En sus ramas más altas canta un ave y sólo aquellos que han viajado hasta allí y han escuchado el misterioso canto del ave, sólo esos verán al Padre Celestial, Le preguntarán cuál es Su nombre y El responderá: Soy el que soy, Siendo siempre el Mismo, porque Soy eterno. Oh Tu Padre Celestial, cuán grande es Tu nombre por sobre toda la Tierra. Has puesto Tu gloria sobre los cielos. Cuando pensamos que los cielos son la obra de Tus dedos y la luna y las estrellas Tu las instituiste, ¿qué es el hombre, para que Tu cuides de él? Sin embargo has hecho una alianza con los Hijos de la Luz y ellos caminan con Tus santos ángeles; los has coronado con gloria y honor y has hecho que tengan dominio sobre las obras de Tus manos y les has dado la tarea de alimentar y proteger a todo lo que vive y crece sobre Tu Tierra verde. Oh Padre Celestial, cuán grande es tu nombre sobre toda la Tierra. Escucha la voz que clama a Ti. ¿A dónde podría huir de Tu espíritu? O ¿dónde escaparé de Tu presencia? Si asciendo hasta los cielos, ahí estás Tu. Si hago mi lecho en el infierno, he aquí que ahí estás Tu. Si tomo las alas de la aurora y llego hasta las lejanas regiones del mar, aún hasta allá me conducirá Tu mano y Tu diestra me sostendrá. 

Si yo digo: seguramente las tinieblas me cubrirán, aún la noche a mi alrededor será Luz. Ciertamente, las tinieblas no logran esconderme de Ti, porque la noche resplandece como el día, las tinieblas y la luz son iguales para Ti, porque Tu diriges mi destino. Así como el ciervo busca los arroyos de agua, así mi espíritu suspira por Ti, oh Dios, mi espíritu ansía al Padre Celestial que vive por siempre. La Ley es mi Luz y salvación, ¿a quién temeré? La Ley es la roca y la fortaleza de mi vida, ¿quién puede intimidarme? Una cosa he deseado de la Ley y la estoy buscando: que pueda vivir en la casa de la Ley todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Padre Celestial. 

Aquellos que habitan en el lugar secreto del Altísimo, vivirán bajo la sombra del Todopoderoso. 

Le diremos a la Ley, tu eres nuestro refugio y fortaleza; confiaremos en la Ley Santa. Y el Padre Celestial nos cubrirá con sus plumas y bajo sus alas estaremos seguros, su verdad será nuestro escudo y protección. No tendremos los terrores nocturnos, ni la flecha lanzada durante el día, ni la peste que camina en las tinieblas, ni el calor que agobia al mediodía. Porque durante el día caminaremos con los ángeles de la Madre Tierra y durante la noche comulgaremos con los ángeles del Padre Celestial y cuando el sol alcance su zenit al mediodía, estaremos en silencio ante la Séptuple Paz. Y ningún mal nos sucederá, ni calamidad alguna se acercará a nuestras casas, porque El ha ordenado a Sus ángeles que nos cuiden y nos protejan en todos nuestros caminos. 

El Padre Celestial es nuestro refugio y fortaleza, por eso no temeremos, aunque la Tierra sea destruida y aunque las montañas sean llevadas al medio del mar, aunque las aguas del océano bramen y estén agitadas y aunque las montañas tiemblen por el fuerte oleaje. Hay un río que fluye hacia el Mar eterno y cerca al río está el Arbol de la Vida. Allí es donde habita mi Padre y mi morada está en El. El Padre Celestial y yo somos Uno.


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