Audiolibro:
"La paz sea con vosotros", dijo el de más edad en bienvenida a los demás hermanos,
quienes se habían reunido para las enseñanzas.
"La paz sea contigo", respondieron y caminaron juntos a lo largo del río, porque así fueron
sus costumbres cuando el más anciano enseñó a sus hermanos; para que pudieran
10 Sin duda se refiere a las diferentes dimensiones.
11 Necesitamos misioneros que estudien, practiquen y comprendan el evangelio de la paz y lo lleven por todo el mundo.
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compartir las enseñanzas con los ángeles de la Madre Tierra; del Aire, del Sol, del
Agua, de la Tierra, de la Vida y del Regocijo.
Y el más anciano dijo a los hermanos:
Yo les hablaré de paz, porque de todos los ángeles del Padre Celestial, paz es lo que el
mundo más anhela, así como un bebé fatigado ansía colocar su cabeza sobre el pecho de
su madre. Es la falta de paz lo que más preocupa a los Gobiernos, incluso cuando no
estén en guerra. Porque la violencia y la guerra pueden reinar, aún cuando los sonidos de
las espadas colisionadas no sean escuchados, aún cuando los ejércitos no marchen unos
contra otros; no hay paz cuando los Hijos de los Hombres no caminan con los
ángeles de Dios.
Les digo en verdad, muchos son aquellos que no conocen la paz;
porque aquellos están en guerra en sus propios cuerpos, están en
guerra con sus pensamientos, no tienen paz con sus padres, sus
madres, sus hijos, no tienen paz con amigos y vecinos; ellos no
conocen la belleza de los libros sagrados, no trabajan a través del día
en el reino de la Madre Tierra, ni duermen en la noche en los brazos de
su Padre Celestial. La paz no reina dentro de ellos, porque siempre
anhelan lo que al final les trae solo miseria y dolor, aún aquellos
adornos de riqueza y fama los cuales utiliza el Error para tentar a los
Hijos de los Hombres y ellos viven en ignorancia de la Ley, aún de
aquella Ley Sagrada por la cual nosotros vivimos: "El sendero de los
ángeles de la Madre Tierra y del Padre Celestial".
¿Cómo, entonces, Maestro podemos llevarles paz a nuestros hermanos? Preguntó alguno
de los más ancianos, porque nosotros quisiéramos que todos los Hijos de los Hombres
participaran de las bendiciones del Ángel de la Paz.
Y Él respondió:
Verdaderamente, sólo aquel que esté en paz con todos los ángeles puede difundir
la luz de la paz sobre otros. Por lo tanto, primero estén en paz con todos los ángeles de
la Madre Tierra y del Padre Celestial. Porque los vientos de una tormenta agitan y
revuelven las aguas del río y sólo la quietud que sigue puede calmarlos una vez más.
Ten cuidado cuando tu hermano te pida pan, para que no le des piedras. Vive
primero en paz con todos los ángeles, pues entonces tu paz será como una fuente
que se abastecerá a si misma con la donación y cuanto más des, tanto más te será
dado, porque así es la Ley.
Tres son las moradas del Hijo de Hombre y quien no conozca al Ángel de la Paz en cada
una de las tres, no podrá llegar ante el rostro de Dios. Estos son su cuerpo, sus
pensamientos y sus sentimientos. Cuando el Ángel de la Sabiduría guíe sus
pensamientos, cuando el Ángel del Amor purifique sus sentimientos y cuando las
acciones del cuerpo reflejen a la vez Amor y Sabiduría, entonces el Ángel de la Paz lo
guiará indefectiblemente al trono de su Padre Celestial. Y debe orar sin cansarse para
que el poder del Error con todas sus enfermedades e impurezas pueda ser arrojado de
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todas sus tres moradas; para que el poder, la sabiduría y el amor puedan reinar en su
cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos.
1.- Primero el Hijo del Hombre buscará la paz con su propio cuerpo; es
como una laguna de montaña que refleja el sol cuando está tranquila y clara, pero cuando
está llena de lodo y piedras, no refleja nada. Primero el error debe ser arrojado del
cuerpo, para que los ángeles de Dios puedan entrar de nuevo y morar allí dentro.
Verdaderamente, la paz no puede reinar en el cuerpo, a no ser que éste sea como un
templo de la Ley Sagrada.
Por consiguiente, cuando quien sufra con dolores y plagas dolorosas, te pida ayuda, dile
que se renueve a si mismo con ayuno y oración, dile que invoque el Ángel del Sol, el
Ángel del Agua y el Ángel del Aire, para que ellos puedan entrar en su cuerpo y arrojar de
éste el poder del error.
Enseñadle el bautismo de adentro y el bautismo de afuera. Dile que siempre coma de
la mesa de nuestra Madre Tierra, preparada con sus dones: las frutas de los árboles, los
pastos de los campos, la leche de los animales buena para la alimentación y la miel de
abejas, que no invoque el poder del error comiendo la carne de los animales, porque
aquel que mata, mata a su hermano y quien quiera que se coma la carne de los animales
muertos, se come el cuerpo de la muerte. Dile que prepare su comida con el fuego de la
vida, no con el fuego de la muerte, porque los ángeles vivientes del Dios viviente
sirven sólo a los hombres vivientes.
Y aunque él no los vea, no los escuche y no los toque, está en todo momento rodeado
con el poder de los ángeles de Dios. Mientras sus ojos y oídos están cerrados por la
ignorancia de la Ley y anhelantes por los placeres del Error, él no los verá, ni los
escuchará, ni los tocará; pero cuando él ayune y le pida al Dios viviente arrojar todas las
enfermedades e impurezas del error, entonces sus ojos y oídos serán abiertos y
encontrará la Paz.
Porque no solamente sufre aquel que alberga las enfermedades del Error dentro de
él, sino también su madre, su padre, su esposa, sus hijos, sus compañeros,
también sufren, porque ningún hombre es una isla en si mismo y los poderes que
fluyen a través de él, sea de los ángeles o del Error, verdaderamente estos poderes
actúan sobre otros para bien o para mal.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al
medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu
Ángel de Paz y envíale a nuestro cuerpo el Ángel de la Vida para que more allí dentro por
siempre.
2.- Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con sus propios
pensamientos, para que el Ángel de la Sabiduría pueda guiarlo; porque les digo en
verdad, no hay poder más grande en el cielo y en la tierra que los pensamientos del Hijo
del Hombre; aunque inadvertido para los ojos del cuerpo, sin embargo cada pensamiento
tiene fuerza poderosa tal, que incluso puede estremecer los cielos.
Porque a ninguna criatura en el reino de la Madre Tierra, le es dado el poder del
pensamiento, porque todos los animales cuadrúpedos y los que se arrastran y las aves
que vuelan, no viven de su propio pensamiento sino de la única Ley que gobierna todo.
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Sólo a los Hijos de los Hombres les es dado el poder del pensamiento, incluso aquel
pensamiento que puede romper los lazos de la muerte.
No piensen que éste no puede ser visto, este pensamiento no tiene poder. Les digo
verdaderamente, el rayo que parte el roble fuerte o el temblor que abre las grietas
en la tierra, son como juegos de niños comparados con el poder del pensamiento.
Verdaderamente cada pensamiento oscuro, sea este de malicia, furia o venganza,
descarga destrucción como aquel fuego arrollador a través de la leña menuda seca
bajo un cielo calmado. ¡Pero el hombre no ve la matanza, ni escucha el lastimoso
llanto de sus víctimas porque está cegado al mundo del espíritu!
Pero cuando este poder es guiado por la Sabiduría Sagrada, entonces los pensamientos
del Hijo del Hombre lo guían a los reinos celestiales y así el paraíso es construido en la
Tierra; es por esto que vuestros pensamientos elevan las almas de los hombres,
como las aguas frías de un torrente acelerado reaniman vuestro cuerpo en el caluroso
verano.
Cuando un ave inexperta trata de volar por primera vez, sus alas no la pueden sostener y
cae una y otra vez a la tierra; pero trata de nuevo y un día vuela muy alto, dejando la tierra
y su nido muy atrás. Así es con los pensamientos de los Hijos de los Hombres; entre
más tiempo él camine con los ángeles y cumpla sus Leyes, con más fuerza sus
pensamientos se convertirán en Sabiduría Sagrada.
Y les digo en verdad, llegará el día en que sus pensamientos dominarán incluso el reino
de la muerte y se remontarán a la Vida Eterna en los reinos celestes; porque con sus
pensamientos guiados por la Sabiduría Sagrada, los Hijos de los Hombres construyen un
puente de Luz para llegar a Dios. De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre
Celestial cuando el sol esté alto al medio día: Padre Nuestro que estás en el cielo,
envía a todos los Hijos de los Hombres Tu Ángel de Paz y envía a nuestros
pensamientos el Ángel del Poder, para que podamos romper los lazos de la muerte.
3.- Entonces el Hijo del Hombre buscará la Paz con sus propios
sentimientos, para que su familia pueda deleitarse en su amorosa bondad, incluso su
padre, madre, su esposa, sus hijos y los hijos de los hijos. Porque el Padre Celestial es un
ciento de veces más grande que todos lo padres por simiente y por sangre y la Madre
Tierra es un ciento de veces más grande que todas las madres por cuerpo y vuestros
verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de vuestro Padre
Celestial y de vuestra Madre Tierra y no vuestros hermanos por sangre. No obstante
verán al Padre Celestial en vuestro padre por la simiente y vuestra Madre Tierra en
vuestra madre por el cuerpo. Porque ¿acaso estos no son también hijos del Padre
Celestial y de la Madre Tierra?
No obstante, amarán a vuestros hermanos por sangre así como aman a todos vuestros
hermanos verdaderos quienes caminan con los ángeles. Porque ¿acaso no son éstos
también hijos del Padre Celestial y de la Madre Tierra?
Les digo en verdad, es más fácil amar a aquellos recién conocidos, que aquellos de
nuestra propia casa, que han conocido nuestras debilidades, escuchado nuestras
palabras de ira y nos han visto en nuestra desnudez; porque ellos nos conocen así como
nos conocemos a nosotros mismos y nosotros estamos avergonzados; entonces
acudiremos al Ángel del Amor para que entre en nuestros sentimientos y éstos sean
purificados. Y todo lo que antes fue impaciencia y discordia, se tornará en armonía y paz,
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así como la tierra reseca absorbe la lluvia apacible y se convierte en verde, suave y tierna
con vida nueva.
MUCHOS Y DOLOROSOS SON LOS SUFRIMIENTOS DE LOS HIJOS DE LOS
HOMBRES CUANDO NO SE UNEN AL ÁNGEL DEL AMOR. VERDADERAMENTE UN
HOMBRE SIN AMOR LANZA UNA SOMBRA OSCURA SOBRE TODOS CON QUIENES
SE ENCUENTRA Y SOBRE LA MAYORÍA DE AQUELLOS CON QUIENES ÉL VIVE;
SUS PALABRAS ÁSPERAS Y COLÉRICAS CAEN SOBRE SUS HERMANOS COMO EL
AIRE FÉTIDO LEVANTADO DE UN CHARCO ESTANCADO. Y ÉL SUFRE MÁS AL
PRONUNCIARLAS PORQUE LA OSCURIDAD QUE LO ENCIERRA ATRAE AL ERROR
Y A SUS ALIADOS.
Pero cuando él acude al Ángel del Amor, la oscuridad es dispersada y la luz del sol fluye
de él y los colores del arco iris giran alrededor de su cabeza y la lluvia apacible cae desde
sus dedos y él les trae paz y fuerza a todos aquellos que se le acerquen.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al
mediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los
Hombres, Tu Ángel de Paz y envía a aquellos de nuestra simiente y de nuestra
sangre el Ángel del Amor, para que la Paz y Armonía puedan morar en nuestra casa
por siempre.
Entonces el Hijo del Hombre buscará paz con los otros Hijos de los Hombres, incluso con
los fariseos y sacerdotes, con limosneros y desamparados y hasta con reyes y
gobernadores. Porque todos son Hijos de los Hombres, cualquiera que sean sus
condiciones, cualquiera que sean sus profesiones, sea que sus ojos hayan sido abiertos
para ver los reinos celestiales o que aún caminen en oscuridad e ignorancia.
Porque la justicia de los hombres puede recompensar al indigno y castigar al
inocente, mas la Ley Sagrada es la misma para todos, sea limosnero o rey, sea
plebeyo, pastor o sacerdote.
Busca la paz con todos los Hijos de los Hombres y déjala ser conocida de los Hermanos
de la Luz; porque nosotros hemos vivido de acuerdo con la Ley Sagrada desde el tiempo
de Enoch, desde antaño y desde antes. Porque no somos ricos ni pobres y compartimos
todas las cosas, incluso nuestras ropas y los instrumentos que utilizamos para cultivar la
tierra y juntos trabajamos en los campos con todos los ángeles, haciendo producir los
dones de la Madre Tierra para que todos coman.
Porque el más fuerte de los ángeles del Padre Celestial, el Ángel del Trabajo, bendice
cada hombre que trabaje de la mejor manera para él y por eso él no conocerá necesidad
ni exceso. Verdaderamente, en los reinos de la Madre Tierra y del Padre Celestial hay
abundancia para todos los hombres cuando cada hombre trabaja en su labor;
porque cuando un hombre evade su labor, entonces otro debe tomar posesión,
porque estamos dando todas las cosas en los reinos del cielo y la tierra, al precio
del trabajo.
LOS HERMANOS DE LA LUZ SIEMPRE HAN VIVIDO EN DONDE SE REGOCIJAN
LOS ÁNGELES DE LA MADRE TIERRA; CERCA A LOS RÍOS, A LOS ÁRBOLES, A
LAS FLORES, CERCA A LA MÚSICA DE LAS AVES; DONDE EL SOL Y LA LLUVIA
PUEDEN ABRAZAR EL CUERPO, EL CUAL ES EL TEMPLO DEL ESPÍRITU.
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No debemos entendernos con los edictos de los gobernantes, ni en apoyarlos, ya
que nuestra Ley es la Ley del Padre Celestial y la Madre Tierra, ni oponernos a ellos
porque nadie gobierna si no es por la voluntad de Dios. Si nosotros más bien
hacemos lo posible por vivir de acuerdo con la Ley Sagrada y fortificamos siempre
aquello que es bueno en todas las cosas, entonces el reino de las tinieblas será
cambiado por el Reino de la Luz. Porque donde hay Luz, ¿cómo puede permanecer
entonces la oscuridad?
De este modo por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al
medio día:
Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los hombres Tu Ángel de la Paz y
envíale a toda la humanidad el Ángel del Trabajo, porque teniendo una labor
sagrada, no debemos pedir ninguna otra bendición.
Entonces el Hijo del Hombre buscará la paz con la sabiduría de los años ante él; porque
les digo en verdad, en los libros sagrados está un tesoro un ciento de veces más grande
que cualquiera de las joyas y del oro de los reinos más ricos y más preciosos, porque
seguramente ellos contienen toda la sabiduría revelada por Dios a los Hijos de la Luz,
incluso aquellas tradiciones que vinieron a nosotros a través de Enoch desde antaño y
antes de él sobre un sendero infinito en el pasado, las enseñanzas de los Grandes.
Y éstas son nuestras herencias, así como el hijo hereda todas las posesiones de su padre
cuando demuestra ser digno de la bendición de éste. Verdaderamente estudiando las
enseñanzas de la sabiduría perenne, llegamos a conocer a Dios; porque les digo
verdaderamente, los Grandes vieron a Dios cara a cara; no obstante, cuando leemos los
libros sagrados, nosotros tocamos los pies de Dios.
Y una vez hayamos visto con los ojos de la sabiduría y escuchado con los oídos del
entendimiento las perennes verdades de los Libros Sagrados, entonces deberemos
ir entre los Hijos de los Hombres y enseñarles, porque si ocultamos celosamente el
conocimiento Sagrado, pretendiendo que éste pertenece solamente a nosotros,
entonces somos como aquel que encuentra un manantial en lo alto de las
montañas y antes de dejar que fluya en el valle para apagar la sed del hombre y del
animal, lo sepulta bajo las rocas y el polvo, robándose a si mismo el agua también.
Id entre los Hijos de los Hombres y habladles de la Ley Sagrada, para que de este modo
ellos puedan salvarse y entrar en los reinos celestiales. Pero habladles con palabras que
puedan entender, en parábolas de naturaleza que hablen al corazón, porque los actos
deben existir primero como un deseo en el corazón despierto.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto almediodía: Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los
Hombres, Tu Andel de la Paz y envía a nuestro conocimiento el Ángel de la
Sabiduría, para que podamos caminar en los senderos de los Grandes, quienes han
visto a Dios.
ENTONCES EL HIJO DEL HOMBRE BUSCARÁ PAZ CON EL REINO DE SU MADRE
TIERRA, PORQUE NADIE PUEDE VIVIR MUCHO, NI SER FELIZ, EXCEPTO AQUEL
QUE HONRE A SU MADRE TIERRA Y SIGA SUS LEYES.
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Porque vuestro aliento es su aliento, vuestra sangre su sangre, vuestros huesos sus
huesos, vuestra carne su carne, vuestras entrañas sus entrañas, vuestros ojos y vuestros
oídos son sus ojos y oídos.
Les digo en verdad, ustedes son uno con la Madre Tierra; ella está en vosotros y vosotros
en ella; de ella nacieron y en ella viven y a ella regresarán de nuevo. Es la sangre de
vuestra Madre Tierra la que cae desde las nubes y fluye en los ríos; es el aliento de
nuestra Madre Tierra el que susurra en los arboles del bosque y sopla con viento
poderoso desde las montañas; dulce y firme es la carne de nuestra Madre Tierra en las
frutas de los árboles; fuertes y firmes son los huesos de nuestra Madre Tierra en las rocas
y piedras gigantes, las cuales se mantienen como centinelas de tiempos perdidos;
verdaderamente somos uno con la Madre Tierra y aquel que se una a las leyes de su
Madre, a él también se unirá su Madre.
Pero llegará un día cuando el Hijo del Hombre volteará su cara de su Madre Tierra y la
traicionará, incluso negando a su Madre y a su primogenitura. Entonces la venderá a la
esclavitud y su carne será destruida, su sangre profanada y su alimento ahogado; él
llevará el fuego de la muerte a todas partes del Reino de Ella y su hambre devorará todos
sus dones y dejará en su lugar sólo un desierto.
Todas estas cosas él las hará por ignorancia de la Ley y como un hombre
agonizando lentamente no puede oler su propio hedor, así el Hijo del Hombre será
cegado a la verdad.
Porque así como él despojó, arruinó y destruyó su Madre Tierra, así él se despojará, se
arruinará y se destruirá a si mismo. Porque él nació de su Madre Tierra y él es uno con
Ella y todo lo que él hace a su Madre, se lo hace a sí mismo.
Hace mucho tiempo, antes del gran diluvio, los Grandes caminaron la Tierra y los árboles
gigantes – aún aquellos que ahora no son más que leyenda, fueron su casa y reino. Ellos
vivieron muchas generaciones, porque comieron de la mesa de la Madre Tierra y
durmieron en los brazos del Padre Celestial y no conocieron enfermedades, la vejez o la
muerte.
A los Hijos de los Hombres les legaron toda la gloria de sus reinos, incluso el
conocimiento oculto del Árbol de la Vida, el cual está en medio del Mar Eterno.
Pero los ojos de los Hijos de los Hombres fueron cegados por las visiones del Error
y por promesas de poder, incluso el poder que se conquista por fuerza y sangre y
entonces el Hijo del Hombre rompió los hilos dorados que lo sujetaban a su Madre
Tierra y a su Padre Celestial; caminó desde el Torrente Sagrado de Vida donde su
cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos estaban unidos con la Ley y
empezaron a utilizar sólo sus propios pensamientos, sus propios sentimientos y
sus propios hechos, haciendo cientos de leyes, donde solo había una.
Y así los Hijos de los Hombres se desterraron a sus casas y desde entonces se han
amontonado detrás de sus muros de piedra, no escuchando el susurro del viento en los
árboles altos de los bosques más allá de sus pueblos.
Les digo en verdad, el libro de la naturaleza es un Libro Sagrado y si desean que los Hijos
de los Hombres se salven a si mismos y hallen la Vida Eterna, enséñenles una vez más,
cómo leer las páginas vivientes de la Madre Tierra; porque en toda cosa que esté con vida
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está escrita la Ley; está escrita en el pasto, en los árboles, en los ríos, en las montañas,
en las aves del cielo y en los peces del mar y la mayor parte está dentro del Hijo del
Hombre. Sólo cuando él regrese al seno de su Madre Tierra encontrará la Vida Eterna y el
Torrente de Vida lo guiará hacia su Padre Celestial; sólo de este modo puede evitarse la
visión tenebrosa del futuro.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al
medio día:
Padre Nuestro que estás en el cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu
Ángel de la Paz y envía al Reino de nuestra Madre Tierra el Ángel del Regocijo, para
que nuestros corazones puedan estar llenos de canto y regocijo y así nos
abriguemos en los brazos de nuestra Madre.
Al fin, el Hijo del Hombre buscará paz con el Reino de su Padre Celestial, porque
verdaderamente, el Hijo del Hombre es nacido de su padre por simiente y de madre por
cuerpo, para que pueda encontrar su verdadera herencia y conocer que es el Hijo del
Rey.
El Padre Celestial es la única Ley, Quien hizo las estrellas, el sol, la luz y la
oscuridad y la Ley Sagrada de nuestras almas. En todas partes El está y no hay
lugar donde El no se encuentre.
Todo en nuestro entendimiento y todo lo que conocemos, todo es gobernado por la Ley; la
caída de las hojas, la corriente de los ríos, la música de los insectos en la noche, todo
esto es regido por la Ley.
En el Reino de nuestro Padre Celestial hay muchas mansiones y muchas son las cosas
ocultas que aún no pueden conocer.
Les digo en verdad, el Reino de nuestro Padre Celestial es vasto, tan vasto que ningún
hombre puede conocer sus límites, porque allí no los hay.
Sin embargo, todo Su Reino puede ser encontrado en la gota más pequeña del rocío
sobre una flor silvestre, o en el aroma del pasto recién cortado en los campos bajo el sol
de verano.12
¡Verdaderamente no hay palabras para describir el Reino del Padre Celestial! Gloriosa,
de veras, es la herencia del Hijo del Hombre, porque solamente a él le
está dada, para entrar al Torrente de Vida, el cual lo guiará al reino de
su Padre Celestial. Pero primero debe buscar y encontrar la paz con su
cuerpo, con sus pensamientos, con sus sentimientos, con los Hijos de
los Hombres, con el conocimiento Sagrado y con el Reino de su Madre
Tierra.
Porque les digo en verdad, este es el barco que llevará al Hijo del Hombre sobre el
Torrente de Vida hacia su Padre Celestial.
12
Busca el poema titulado “el gran libro” de Martín García Merou.
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El, debe tener la paz que es séptuple antes de que pueda conocer la única Paz que
supera el entendimiento, incluso de su Padre Celestial.
De este modo, por lo tanto, pídanle a vuestro Padre Celestial, cuando el sol esté alto al
medio día:
Padre Nuestro que estás en el Cielo, envía a todos los Hijos de los Hombres Tu
Ángel de la Paz y envía de Tu Reino, al Ángel de la Vida Eterna, para que podamos
elevarnos más allá de las estrellas y vivir por siempre.
Y entonces el más anciano se quedó callado y un gran silencio se escabulló sobre los
hermanos y nadie deseó hablar. Las sombras de la tarde se reflejaron sobre el río
tranquilo y plateado como un cristal y en el cielo que se estaba oscureciendo
escasamente, se podía ver el reflejo creciente de la luna de paz.
Y la gran Paz del Padre Celestial los envolvió en todo Su Amor inmortal.
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